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Latinoamérica

16 de septiembre del 2003

Cancún: Se descarrila conferencia de la OMC

Irene León
Alainet

Sin haber logrado ningún avance, ni siquiera en la organización de la agenda, concluyó en Cancún (México) la "V Reunión Ministerial de la Organización Mundial de Comercio –OMC-", cuya única resolución fue la de pedir al director general que convoque a una reunión del consejo, antes del 15 de diciembre próximo, para concertar un cónclave ulterior.

La Conferencia, que debía avocarse principalmente a obtener acuerdos en los temas relacionados con la agricultura, no logró arrancar por las diferencias entre los países ricos, especialmente los Estados Unidos y la Unión Europea, y los países pobres - muchos de ellos aglutinados en la reciente iniciativa informal llamada como el Grupo de los 21 (*)- que, con una firme postura defensiva, lograron resistir y sentar posiciones, aún a pesar de las numerosas presiones y hasta amenazas que se ejercieron sobre ellos.

Desde los inicios de la reunión los Estados Unidos y la Unión Europea intentaron posponer el tema de la agricultura, especialmente aquel de los subsidios, y abordar primero el de los aranceles y el del acceso a mercados, mientras el grupo de los 21 insistía en encarar los temas en el orden previsto en la línea de Dahoa, cuyos contenidos se conocen como la agenda del desarrollo.

Es más, las mencionadas potencias trataron de utilizar el tema de la agricultura como moneda de cambio contra los llamados nuevos temas. El jefe de negociaciones de Estados Unidos, Robert Zoellick, con arrogante actitud mercantil disputó concesiones sobre agricultura, expresando abiertamente que quiere recibir a cambio el abordaje del tema del acceso a mercados.

Pero, la confusión no se limitó a los temas a tratar sino que incluyó el asunto de las reglas de juego, cuya indefinición fue parte de las tensiones expresadas desde antes del inicio de la reunión, donde un grupo de más de sesenta países expresaron sus requerimientos de transparencia.

Durante las negociaciones, llegó a ser de dominio público que la manipulación, el chantaje y las amenazas hacia los países del Sur no fueron casos aislados, distintas delegaciones fueron puestas contra la pared en reuniones privadas, pero las relaciones de fuerza se revirtieron y quienes terminaron contra la pared fueron las potencias que, rehusándose a aceptar su derrota, se afanaron en buscar culpables para transferir a otros la responsabilidad del fracaso.

Luego de interminables horas de debates sobre un segundo borrador de Declaración, que no satisfizo a nadie, más de setenta países volvieron a insistir en que se retiraran del texto los temas de inversiones. Mucho antes del día final era vox populi la versión del colapso.

La dignificación de Sur

Por primera vez en las reuniones de la OMC, surge la voz del Sur con tal fuerza y firmeza que fueron Kenia y Uganda quienes encabezaron en abandono de la plenaria final, precipitando su cierre.

Pero la importancia de lo sucedido es aún mayor y sienta historia: el surgimiento del "Grupo de los 21", liderado por Brasil, no solo fue pieza clave para el descarrilamiento de la Conferencia, sino que su propia creación puso en evidencia que existe polarización entre los intereses del Norte y aquellos del Sur y que, por tanto, es necesario fortalecer una agenda política de este último, lo que en sí es un adelanto para la instauración de prácticas democráticas en la OMC y fuera de ella.

Por eso, los Estados Unidos intentaron fracturar esta iniciativa, entre otros, con propuestas tales como la de cambiar el estatus de países como Brasil o India, sacándolos de la categoría de subdesarrollados para colocarlos en aquel de países exportadores, considerado como superior.

En cualquier caso, por primera vez se expresó un polo opositor en este marco, que retó al imperio y su prepotencia y eso es una victoria mayor.

Los pueblos tienen la razón

Los movimientos sociales, por su parte, sí consensuaron una voluminosa agenda de actividades que combinó reflexiones y desarrollo de propuestas alternativas, en todos los temas relacionados con la OMC, y movilizaciones para visibilizar que esta organización es ilegítima y actúa apenas en función de los intereses de los ricos y las transnacionales.

Por eso, el fracaso de la Conferencia fue asumido por los movimientos como un triunfo de la razón. Luego de una semana agitada por cientos de foros temáticos, pero sobre todo por movilizaciones diarias, encabezadas por la Vía Campesina, que se extendieron desde las calles hasta los propios escenarios de la Conferencia, el triunfo fue abundantemente festejado.

Adicionalmente, los movimientos tuvieron su propia victoria, pues a pesar de la represión y del montaje de guerra que para excluirlos de los espacios de la Conferencia habían montado varias fuerzas militares combinadas, los movimientos no solo lograron hacer públicos sus puntos de vista, especialmente aquel de mantener la agricultura y la alimentación al margen de este organismo, sino que en dos ocasiones, el 10 y el 13 de septiembre, ellos lograron derrumbar los muros que se habían levantado para impedir su paso.

En palabras de Juan Tiney, miembro de la Vía Campesina y secretario operativo de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), el derrumbe de esos muros y el fracaso de las negociaciones "comprueban la fuerza de la solidaridad y la voluntad de cambio de los movimientos". Tras la demolición del segundo muro el día 13, Tiney dijo que esta simboliza la ruptura "del muro del hambre y la miseria y augura que sí podremos construir un mundo sin explotación juntos y juntas".

*) Todos los países de Sudamérica, excepto Uruguay, India, China, Sudáfrica, México, Marruecos, Tailandia, Guatemala, Costa Rica, Egipto, y otros