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Latinoamérica

17 de agosto del 2003

Cancún como un segundo Seattle

Walden Bello
CMAQ
Faltan poco más de nueve semanas para que el refugio turístico de Cancún en México sirva de sede a la quinta reunión ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC), entre el 9 y el 14 de septiembre. Pero las negociaciones en Ginebra están prácticamente estancadas. La sensación que se impone es que Cancún no será otro Doha, donde la cooperación entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE) impulsó un programa de trabajo y negociaciones puntuales de comercio, en un ambiente donde pesaba la resaca de los ataques del 11 de septiembre de 2001.

La polarizada situación de las negociaciones agrícolas ejemplifica muy bien el estado actual de los asuntos. Estados Unidos y el Grupo Cairns de agroexportadores de los países desarrollados y en desarrollo consideran que en el borrador propuesto, las reducciones arancelarias son muy pobres, mientras que la Unión Europea y Japón las consideran demasiado amplias.

Los países en desarrollo están preocupados porque el borrador les exige recortes arancelarios sustanciales. Además, estos países demandan ampliar los "productos estratégicos" incluidos en la propuesta que, hasta el momento, reserva sólo algunos cuantos alimentos básicos en la categoría cuyas reducciones arancelarias deben ser mínimas.

Algo que pesa negativamente es que, por impulsar ventajas en la negociación, Estados Unidos y la Unión Europea dividieron las filas de los países en desarrollo. Países en desarrollo pertenecientes al Grupo Cairns, como Brasil, Uruguay y Tailandia, se pasaron al bando de Estados Unidos contra la Unión Europea y Japón. La Unión Europea respondió obteniendo el respaldo de India y otras naciones en desarrollo para impulsar una contrapropuesta de liberalización agropecuaria más parecida a la fórmula de liberalización surgida de la Ronda de Uruguay, supuestamente más flexible.

En resumen, es muy improbable que en Cancún se arribe a un consenso con respecto a las modalidades en las negociaciones agrícolas.

Estancamiento en los TRIPS

Estados Unidos no ha cedido un ápice en cuanto a los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados al Comercio (conocidos como TRIPS, por sus siglas en inglés) y en la controversia en asuntos de salud pública. Mantiene su posición de que sólo en el caso de los medicamentos destinados a curar el VIH-sida, la malaria y la tuberculosis, podrán distenderse los derechos de patente.

Washington habla ahora de soltar los derechos de patente sólo en casos de "crisis de salud pública" y no por "problemas de salud pública". Los negociadores estadounidenses han dicho a sus contrapartes de los países en desarrollo que si desean agilizar las negociaciones, deberán hablar directamente con los gigantes farmacéuticos.

Otra situación perturbadora es que el propio director general de la OMC, Supachai Paintchpakdi, desplaza la culpa del estancamiento en las negociaciones, de Estados Unidos a Brasil e India, cuyos fabricantes, alega, son quienes principalmente se beneficiarán de flexibilizar los derechos de patente.

En cuanto a los controversiales "nuevos aspectos" -inversión, políticas de competencia, procuración gubernamental y facilidades al comercio- la Unión Europea intenta ahora separar la decisión de emprender negociaciones en torno a estos aspectos, de cualquier movimiento de su parte por liberalizar la agricultura.

Los gobiernos de los países ricos intensifican su campaña para convencer a los gobiernos de los países en desarrollo, renuentes a negociar estos asuntos, de que la liberalización de estos aspectos va encaminada en su propio beneficio. Hay información de que, buscando agilizar un poco la cuestión, Estados Unidos propone "desatar" cuatro áreas, para que las negociaciones puedan proceder por separado. La UE accedió públicamente con Estados Unidos, pero preferiría juntar las cuatro áreas.

La Unión Europea también está obviando las preocupaciones de los países en desarrollo relativas a las modalidades sustantivas, y prefiere circunscribir las negociaciones a las modalidades que se acuerden en Cancún, que son meramente de procedimiento: qué tantas reuniones deben realizarse, etcétera. No es sorpresa que esto sea muy criticado por los países en desarrollo, que consideran esta jugada como un intento por extraerles un cheque en blanco antes de comenzar las negociaciones sin antes acordar la sustancia de tales pláticas.

En dos de las áreas clave, de gran interés para los países en desarrollo, nada se ha movido de donde estaba. Son los aspectos relacionados con el tratamiento y la instrumentación especiales y diferenciales. En esta última, es importante relatar que en una reunión reciente con organizaciones no gubernamentales en Bangkok, a principios de este mes, Pascal Lamy, comisionado de Comercio estadounidense, acusó a los países en desarrollo de no ser capaces de coincidir en las dos o tres prioridades principales de la instrumentación que se requiere revisar.

¿Cómo resumir esto? ¿Qué significa este estancamiento en vísperas de la reunión de Cancún? El señor Lamy dijo simplemente que "si uno observa el proceso surgido de la reunión de Doha, que manda que las negociaciones concluyan hacia finales de 2004, entonces las cosas no se ven tan mal, dado que en algunas áreas las negociaciones tienen un avance de dos tercios, en algunas se está a la mitad del proceso, en otras en el primer tercio, y en los TRIPS hay 98 por ciento de avance".

El papel de las reuniones ministeriales es llevar a cabo negociaciones en muchas áreas a la vez, de modo que pueda arribarse a un arreglo abarcativo. Dado que no hay aún consenso en las modalidades en las negociaciones de las áreas críticas, la OMC encara un problema fundamental: qué harán los gobiernos miembros en Cancún.

Tal vez sea esta la razón clave por la que los funcionarios de la OMC no plantean concluir con una declaración que anuncie acuerdos en torno a los aspectos negociados sino con un comunicado que sirva "como reporte del progreso" de las negociaciones en curso, y la redacción de algunos informes breves que provenga de los varios grupos negociadores que trabajan estos aspectos desde Doha.

Las diferencias entre Estados Unidos y la Unión Europea

Cualquier esperanza de arribar en Cancún a resultados tipo Doha se diluye aún más conforme los lazos comerciales entre Estados Unidos y la Unión Europea empeoran, como ocurrió recientemente. La UE amenaza con imponer sanciones a Estados Unidos para finales de 2003, debido a los recortes fiscales otorgados a sus exportadores, algo que un panel judicial de la OMC declaró violatorio de las regulaciones de la organización. En represalia (al menos así lo perciben algunos sectores), Estados Unidos dijo que demandará a la Unión Europea ante la OMC por declarar una moratoria de facto contra los alimentos genéticamente modificados.

Estos movimientos recientes no fortalecen la posibilidad de que, antes de Cancún, ambas partes puedan consensuar las modalidades de negociación relativas a agricultura ni a otros aspectos del comercio.

Se dice que el representante de comercio estadounidense, Robert Zoelick, y el comisionado Lamy, se están moviendo para crear puentes en esa brecha entre Washington y Bruselas antes de Cancún, pero las condiciones del contexto son más difíciles ahora que en noviembre de 2001, antes de la reunión de Doha, cuando Estados Unidos y la Unión Europea compartían la posición común de combatir el terrorismo e intervenir en Afganistán, cuando Washington no había impuesto todavía el arancel protector de 40 por ciento a la importación de acero ni había otorgado subsidios por 100 mil millones de dólares a los agricultores estadounidenses.

La sociedad civil se moviliza

Conforme se frenan las negociaciones en Ginebra, las organizaciones de la sociedad civil escalan sus esfuerzos para montar movilizaciones masivas y desobediencia civil en Cancún y otras partes del mundo en la semana de la reunión ministerial de la OMC.

Durante una reunión celebrada el 11 y 12 de mayo en la ciudad de México, los delegados de la Asamblea Global y Hemisférica contra el Área de Libre Comercio de las Américas y la OMC, declararon su compromiso por descarrilar la quinta Reunión Ministerial de la Organización Mundial de Comercio, y la acusaron de "institucionalizar el paradigma del libre mercado que tiene como efecto pobreza, inequidad generalizada, inequidad de género y un endeudamiento mayores por todo el mundo", acusándola de "destruir el medio ambiente global".

Las autoridades mexicanas se preparan entonces para el arribo de miles de activistas no sólo de México sino de Norte y Centro América. La oposición de la sociedad civil ya puso a la OMC a la defensiva. No obstante que el señor Supachai haya invitado a las principales ONG a formar un comité consultor de la OMC, es interpretado por muchos observadores como un esfuerzo por dividir a la sociedad civil global. Las organizaciones invitadas han sido muy cautas en su respuesta, pues miden el enojo que podría ocasionar entre sus colegas esta ruptura de filas.

Con el aire cargado de confrontación, y en un momento en que la credibilidad de la OMC está en su punto más bajo por años, Cancún no se avizora como otro Doha sino como un segundo Seattle.

Traducción: Ramón Vera Herrera
* Director ejecutivo de Focus on Global South, con sede en Bangkok, y profesor de sociología y administración pública en la Universidad de las Filipinas.
http://www.cmaq.net/