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Latinoamérica


20 de julio del 2003

El hombre nuevo del MST

Marta Godoy H.
Licenciada en Ciencias Sociales
Universidad de La Habana

En medio del Estado de Goias, en el asentamiento de Canudos, en un "salón" con piso de concreto, paredes y techo de hojas de palma, un muchacho expone su trabajo final en la Escuela de Formación Básica del MST. Se trata de un campesino del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra del Brasil. En el auditorio 92 jóvenes dirigentes, alumnos de la Escuela, el equipo de la Coordinación Político Pedagógica, varios Dirigentes Estaduales y 4 chilenos que hemos viajado a recoger experiencia, escuchan con atención.

Se trata de la culminación de un trabajo de cerca de 3 meses.

El alumno ha preparado su monografía sobre "Las dificultades que tiene la organización del MST al pasar del campamento al asentamiento"

Quienes escuchamos su exposición nos vamos enterando de su propia experiencia en las ocupaciones de tierras no cultivadas de grandes haciendas, de los ataques de los hacendados, de la heroica resistencia de los campesinos y sus familias hasta instalar una campamento, partiendo de la nada y contando sólo con el apoyo de la gente del Movimiento. Allí podrán pasar años antes que el Gobierno les de la concesión de la tierra para legalizar los cultivos, establecer asentamientos y lograr luego asistencia técnica, maquinaria y semillas, en otra lucha con múltiples avances y retrocesos.

El problema expuesto consistía en que mientras en los campamentos la disposición de los campesinos a incorporarse al Movimiento como militantes, a participar en las marchas, en la defensa del terreno, en la organización de la escuela, de los cultivos y otras tareas colectivas, era buena, en la etapa de asentamiento el trabajo de la organización no era tan fácil. Había la tendencia en muchas familias a concentrarse en solucionar sus problemas en forma aislada y de ahí la necesidad de buscar nuevas formas de trabajo con ellos.

El exponente analizó varias causas y luego propuso varias soluciones, algunas ya probadas en la práctica y otras sólo en la fase de teoría.

En esta misma forma y sobre diferentes temas, fuimos testigos, de exposiciones de trabajos elaborados por el resto de los jóvenes dirigentes del MST que participaban en la Escuela. Con sencillez y modestia, nos hacían partícipes de una reflexión teórica sobre su práctica político-social.

Tras este hecho que relato, está la experiencia de miles de campesinos y también de habitantes de las ciudades del Brasil que integran el Movimiento y que desde 1979 , año en que iniciaron las ocupaciones, han ido elaborando, construyendo una alternativa en un proceso de acciones y reflexiones que los coloca hoy sobre bases lo bastante sólidas como para poder resistir y reaccionar, ante el fuerte embate del neoliberalismo y la reacción en el mundo

Desde los primeros años la experiencia les fue mostrando que no bastaba con ocupar la tierra y cultivarla, porque el movimiento en sí estaba produciendo algo más, un hombre, una mujer, un joven, un niño con una identidad distinta, un "Sem Terra".

No se trataba de un nuevo propietario, se trataba de seres humanos que querían usar un bien que consideraban común, la tierra, en beneficio de todos y para ello estaban dispuestos a luchar, resistir, enfrentarse al sistema y cambiarlo. Se presentaba, entonces, también el desafío de darles la formación más adecuada a esa nueva apuesta.

Y en ese contexto la tarea implicaba dos aspectos fundamentales: por una parte debían dar formación a sus militantes y cuadros dirigentes y por otra parte, abordar la educación de los niños y jóvenes de los campamentos y asentamientos, así como la alfabetización de los adultos.

El tipo de formación que necesitaban dar a sus militantes emanó en cada uno de sus Congresos resumida en sus consignas que reflejaron la idea principal de su pensamiento en ese momento.

"La tierra para el que la trabaja" (1985) fue la consigna del primer Congreso, indicando con ello la determinación de luchar contra quienes tenían la tierra y no la necesitaban. La formación para sus militantes, fue de agitación y propaganda para vencer el miedo a ocupar las tierras. Y los contenidos para explicarles como funcionaba la sociedad y porqué había ricos y pobres, provenían del materialismo histórico, de la Biblia, del Estatuto de la Tierra y de la economía política.

"Ocupar, resistir y producir" (1990) fue el pensamiento del segundo Congreso.. La formación va en dos sentidos: en preparar para resistir haciendo ocupaciones masivas y por otro lado, hacer producir la tierra ocupada. En esta última tarea se trata de convencer de la necesidad de trabajar en cooperativas y organizar bien el trabajo productivo.

"Reforma Agraria, una lucha de todos" (1995) fue la orden en el tercer Congreso porque se veía que la implantación del modelo económico destruiría también la pequeña agricultura. Las movilizaciones incluyeron solidaridad con otros sectores de pequeños propietarios, constituyéndose en espacios de concientización masiva, el MST alcanzó gran reconocimiento externo.

"Reforma Agraria por un Brasil sin latifundio" (2000) fue la consigna del cuarto Congreso. Se trata de un retroceso en las demandas, pero necesario dado que el neoliberalismo consiguió una serie de derrotas de los trabajadores y en esa circunstancia, se trataba de preservar lo ya conquistado. El Movimiento se abocó a mejorar las estructuras y mejorar la preparación de sus dirigentes para enfrentar arremetidas de los EEUU como el ALCA.

Luego de la victoria de Lula la orden de "por un Brasil sin latifundio" gana más significación. No se sabe si él hará las reformas necesarias, pero el MST aprovechará el signo de cambio que significa esta elección, para continuar con las ocupaciones, las marchas, las movilizaciones y las presiones sobre el Gobierno para lograr avanzar en su lucha contra el latifundio.

Paralelamente al proceso de formación de los militantes y dirigentes del movimiento se desarrolló la batalla por la educación formal de niños y jóvenes bajo los principios y valores del Movimiento.

Ello significó una lucha por lograr escuelas, luego, que éstas fueran estructuradas y con planes especiales para jóvenes y niños campesinos, y más adelante por lograr formar sus propios maestros. Sin embargo y paralelamente a la lucha contra las instancias gubernamentales, con la ayuda de pedagogos como Paulo Freire y trabajando con los escritos de Makarenko, de Gramsci, de Lenin, etc. integrantes del Movimiento han ido elaborando la Pedagogía de los Sin Tierra que contempla diversos aspectos que tienen que ver con la educación y formación de este "hombre nuevo".

En primer lugar el principal agente educativo es el Movimiento mismo que en sus vivencias colectivas, ocupaciones, marchas, campamentos, asentamientos, trabajo productivo, místicas, va formando a los integrantes de las familias completas. Se produce un proceso de identificación muy fuerte con el Movimiento porque este tiene la fortaleza de un camino recorrido con objetivos logrados en muchos lugares.

Un segundo elemento es que se educan en la lucha permanente para cambiar el actual estado de cosas. Y esta mentalidad de cambio se vive también en lo cotidiano, no repitiendo en la misma forma las actividades diarias, dejando volar la imaginación y la creatividad en la disposición de los elementos en la sala de clase, en el embellecimiento de los lugares que ocupan, improvisando actividades de animación en los descansos y sobretodo desarrollando las actividades con variadas formas y elementos.

Esa formación y esa lucha se da en colectivo y por tanto el aprender a valorar el aporte de los demás, el ser modesto con las opiniones propias, el respetar lo resuelto por el colectivo son elementos que se ejercitan diariamente. Esta es también una forma de conseguir que la unidad de acción pase a ser un elemento natural para quienes tienen que enfrentar enemigos tan poderosos

Un elemento muy determinante en el proceso pedagógico es la Tierra , en el sentido , que los ocupantes, hayan sido antes campesinos o no, recuperan raíces históricas de la producción agrícola en Brasil. Por ello la formación incluye en forma permanente el trabajo y la producción en el campo, incluso trasladando hoy las escuelas de Formación Básica de Dirigentes a los asentamientos. Está muy presente el hecho que el Movimiento está formando personas en nuevas relaciones de trabajo agrícola y nuevas relaciones de producción y ello se aprende en la práctica.

Hay también un proceso educativo a través de la "elaboración de la cultura de los Sin Tierra" que en su lucha van proyectando nuevos valores, convicciones, ideas, principios, conocimientos, expresiones materiales, música, costumbres que se perciben en los campamentos, asentamientos, escuelas, cursos de formación, marchas, y que además trasmiten a través de sus relaciones con otras personas, de la mística, de los símbolos, de los gestos, del arte.

El referirme aquí al rol de la mística en la vida del MST significaría en la práctica escribir otro artículo. Por ello sólo quiero destacar que la mística además de ser un elemento de la cultura es empleado como factor esencial en la formación de las nuevas generaciones y en la mantención del optimismo revolucionario entregando, a través de ella, la posibilidad de vivir anticipadamente aquello por lo cual se está luchando.

De la valiosa experiencia recogida del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil, tendremos oportunidad de conocer más directamente de los protagonistas en el mes de Septiembre en que una importante delegación viaje a Chile con motivo de los 30 años del Golpe militar que derrocó al presidente Salvador Allende.