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Latinoamérica

Ni un soldado yanqui en tierra dominicana

Narciso Isa Conde, combatiente dominicano de la Revolución de Abril, escritor y coordinador del Partido Fuerza de la Revolución, en entrevista exclusiva para Tricontinental, evalúa las causas y efectos de la presencia militar de los Estados Unidos de América en su país, así como la crítica situación que provocan en América Latina el neoliberalismo, el ALCA, el Plan Colombia, el Plan Puebla Panamá y las apetencias geopolíticas estadounidenses

Ulises Estrada Lescaille


Periodista: La política imperial del gobierno estadounidense y su presencia física en América Latina y el Caribe, incluye ahora un nuevo ingreso de tropas en República Dominicana. Quisiéramos conocer su valoración al respecto.

Narciso Isa Conde:

Estados Unidos siempre ha ambicionado, sobre todo después de la intervención de 1916 hasta 1924, y posteriormente a la intervención de abril de 1965, establecer una base militar en nuestro país. La historia recoge muchos de estos intentos: en la bahía de Samaná, al nordeste, y más recientemente en la isla de Saona, al sureste. También denunciamos que estaban contemplando la posibilidad en el islote de Alto Velo, al suroeste; sin embargo, la sensibilidad ante este tema en nuestro país es muy grande por la acumulación de la conciencia antintervencionista y antimperialista, especialmente después de la Revolución de Abril de 1965.
Fue una sorpresa para muchos, ante la posibilidad de establecer la base en Saona –información que al parecer se originó en Puerto Rico–, la declaración del jefe del Ejército, Polanco Salvador –recientemente sustituido–, y que calificamos de insólita en un militar dominicano, cuando dijo que eso significaba "una traición a la patria" y que no se podía permitir de ninguna manera. Lo cual indica el nivel de resistencia que hay en la sociedad dominicana a un establecimiento militar permanente de Estados Unidos en el país.

La administración Bush le está dando un impulso tremendo al militarismo y a todo el proceso de reestructuración de sus fuerzas en América Latina y el Caribe, con el fortalecimiento de sus bases militares y el establecimiento de nuevas bases, y en esa misma medida se contemplan las maniobras militares conjuntas en los países donde no han podido establecer una base militar. Esto les da la posibilidad de garantizar su presencia, que aparentemente es temporal.
Nosotros poseemos informaciones muy valiosas con respecto a la posibilidad de que este año lleguen a República Dominicana soldados norteamericanos para establecerse durante una temporada de cinco meses o más.
Recientemente obtuvimos dos "notas diplomáticas" de la Embajada norteamericana dirigidas a la Cancillería dominicana –las dos sobre el mismo tema– elaboradas y emitidas en el mes de noviembre pasado. En ellas se habla del Programa Nuevo Horizonte, de igual nombre al que aplicaron en Perú, muy controversial, que dio lugar a fuertes movilizaciones en la sociedad peruana.

Nuevo Horizonte consiste fundamentalmente en llevar a República Dominicana progresivamente, en cincuenta ocasiones, en un periodo contemplado entre el 1ro de enero y el 31 de mayo de este año, es decir en cinco meses, soldados norteamericanos en grupos de 200. No queda muy claro cuántos se juntarían, porque se menciona la rotación de esos 200 cada dos semanas; pero la verdad es que eso se presta a todo, absolutamente a todo, y puede ser un proceso acumulativo en la dimensión que ellos lo necesiten y requieran.
¿Cuáles son las verdaderas intenciones de Estados Unidos para presentar este acuerdo al gobierno dominicano?
La nota diplomática dice que una vez dado el sí, el texto de esta nota significaría el acuerdo entre los dos países. Este acuerdo fue aprobado por el presidente Mejía. La contrapartida la integran la Secretaría de Relaciones Exteriores, la de Educación, la de Salud Pública y naturalmente, aunque no se menciona, la Secretaría de Estado de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, todavía no se han escuchado las opiniones ni se conoce que ese Programa Nuevo Horizonte haya sido refrendado expresamente por esas instituciones, aunque sí por el presidente Mejía.
Nosotros tenemos la información de que independientemente de cómo fue valorada en cada una de estas instituciones la propuesta de Estados Unidos, el Presidente de la República se puso de acuerdo con el embajador Hans Helter, un hombre muy amigo del presidente Bush, abogado puertorriqueño, miembro del Partido Republicano y que forma parte de los amigos de la familia del presidente Bush. Este señor ha tenido una persistente actitud intervencionista, a veces hasta necia, según se ha denunciado. Y el hecho es que el Presidente aprobó ese programa intervencionista.
Cuando hicimos la denuncia de las dos notas diplomáticas timbradas por la Embajada de Estados Unidos, comenzaban a llegar los soldados a nuestro país, y ya es público que se van a hacer maniobras con 600 soldados. Ellos dicen que el componente militar es menos que eso, que van a hacer obras de carácter comunitario, escuelas, hospitales, obras de infraestructura. Pero los textos lo que plantean es que esas tropas estarían destinadas al "control de la frontera" con Haití, a la "lucha contra el narcotráfico", a la "lucha contra el terrorismo" y a las "obras de carácter comunitario".
Nosotros tenemos el criterio de que, en primer lugar, las Fuerzas Armadas Dominicanas en su conjunto no necesitan, en absoluto, ningún elemento adicional para controlar la frontera, porque Haití ni siquiera puede ser considerado como un país con fuerzas armadas, mucho menos como potencia militar, y es un país en proceso de desintegración como Estado. En segundo lugar, sabemos perfectamente que el Estado más terrorista en toda la historia del siglo XX y en lo que va del siglo XXI es Estados Unidos, y mal puede combatir el terrorismo un Estado que es terrorista.
Lo otro es que son ampliamente conocidas todas las complicidades que hay del poder estadounidense con el narcotráfico y lo que significa la sociedad estadounidense como mercado de drogas. No habría tal oferta de drogas si no hubiese tal demanda, y el consumo de estupefacientes en Estados Unidos es el más alto del mundo, de manera que sus responsabilidades en ese campo están absolutamente claras y carecen de autoridad para resolver ese tipo de problemas en otro país. Por tanto, son solo pretextos.
Nuestra valoración es que todo está dentro de su plan de expansión de carácter militar y de presencia preventiva. En el caso dominicano, tenemos una crisis económica y social que se agudiza, se prolonga y puede dar lugar efectivamente, en el curso de este o de los próximos años, a movimientos sociales de mucha envergadura e incluso a crisis de gobernabilidad. Estados Unidos no confía en las fuerzas armadas de no pocos países del continente. Eso acontece con las de República Dominicana, sobre todo porque a partir del fin de la guerra fría, de la caducidad de la llamada Doctrina de Seguridad Nacional –que es realmente doctrina de seguridad imperial y dio lugar a todas las dictaduras del cono sur y al descrédito de Estados Unidos–, en una parte de las fuerzas armadas latinoamericanas y caribeñas –la República Dominicana no es excepción– ha habido un crecimiento de la conciencia democrática y procesos de búsqueda de opciones distintas en la nueva oficialidad, especialmente en oficiales no comprometidos con el pasado, que por razones de edad u otras no fueron cómplices de la tiranía de Trujillo ni tampoco de todo el periodo de terrorismo de Estado y de represión del régimen de Balaguer. Es decir, hay una evidente apertura democrática y un incremento de las convicciones patrióticas en la conciencia de una parte de los militares.
¿Cree usted entonces que esta nueva estrategia norteamericana ve un peligro en la República Dominicana que conlleva a su presencia militar en el país?
Estados Unidos ve que nuestro país puede ser convulsionado como lo ha sido anteriormente. Recordemos que el primer gran levantamiento nacional contra la política del Fondo Monetario se dio en República Dominicana en el año 1984, un país con tradición de participación en las luchas populares y patrióticas de los militares democráticos. El caso de Caamaño en ese sentido es relevante. Recientemente, incluso, se hizo en el país un seminario auspiciado por la Secretaría de las Fuerzas Armadas sobre la Revolución de Abril de 1965, que implicó una reivindicación de Caamaño y de Fernández Domínguez, los dos grandes líderes y protagonistas en el plano militar de esa gesta histórica.
Estados Unidos ha diseñado una estrategia integral, económica, política, cultural y militar, que guarda relación con todos sus planes en América Latina y el Caribe. El acento en lo militar ha sido mayor en este periodo en la medida que ha crecido la resistencia a las políticas neoliberales y a todos sus efectos desgarradores: empobrecimiento de la población, deterioro de los aparatos productivos nacionales, privatizaciones, desnacionalizaciones.
La resistencia ha ido creciendo hasta convertirse en verdadera alternativa de carácter político y social, como lo ha sido la Revolución Bolivariana, como lo es incipientemente el triunfo de Lula en Brasil, y en alguna medida el de Lucio Gutiérrez en Ecuador, más allá de las limitaciones que puedan tener esos procesos y de los pasos iniciales negativos de esos nuevos gobiernos. El hecho real es que los pueblos optaron por alternativas totalmente diferentes de las que han gobernado en nuestros países, con el anhelo de un proyecto de sociedad distinto, en cuyo centro está el tema de la soberanía, la autodeterminación y la justicia social.
En ese marco, Estados Unidos ha reforzado todo su plan militar. En primer lugar, ha dirimido el problema que ellos tenían de compartir la acción hacia el subcontinente desde el Comando Sur y el Comando Atlántico, y para resolverlo le han dado todo el poder al primero, radicado ahora en Miami después de la retirada de Panamá. El Comando Sur ha reforzado las posiciones establecidas como bases militares en la zona del Caribe, específicamente en Puerto Rico. Allí instalaron el Subcomando de Tropas Especiales de Despliegue Rápido, precisamente de donde proceden las que están en Santo Domingo y se movilizan en pocos minutos desde las costas puertorriqueñas a la República Dominicana. Al mismo tiempo, en el Caribe han instalado nuevas bases militares, en Curazao y Aruba.
El Plan Colombia, que es un plan de contrainsurgencia social y militar contempla, además, el establecimiento de bases militares específicas, como la de Tres Esquinas y Larendia, porque todo esto trae consigo no solo un proyecto frente a Colombia y la insurgencia colombiana, sino también frente a toda la región andina. Por eso ahora le llaman Iniciativa Andina, pues ese plan tiene mucho que ver con la Amazonia y con la conquista de la biodiversidad conservada.
Ahí se encuentra la principal fuente de agua de la humanidad y evidentemente Estados Unidos está procurando, con todo este reordenamiento mundial, reconquistar zonas geoestratégicas de mucha importancia, controlar los recursos naturales que no poseen ahora, o los que controlan y están en proceso de agotamiento. El caso del petróleo es muy notable, alrededor de él y de la importancia geopolítica de esa subregión giran la acción contra Iraq y toda su labor sediciosa y conspirativa frente a la Revolución Bolivariana.
Asimismo se incluye todo el ramal de bases militares hacia Centroamérica, más las nuevas bases militares que compensan su repliegue de Panamá. En el documento Santa Fe IV, elaborado por los principales ideólogos de la administración, se expresa la clara intención de recuperar la zona del Canal de Panamá con fines militares. Pero además está la base de Comalapa, recientemente instalada en El Salvador, y el reforzamiento de las bases ubicadas en Honduras. Se extendieron más al sur con la base de Manta en Ecuador, y en los países donde no logran la instalación de bases militares específicamente, están poniendo en práctica maniobras militares con la construcción de obras de infraestructura que aparentemente tienen destino civil, pero que realmente de lo que se trata es de obras de infraestructura concebidas en su proyecto de contrainsurgencia.
El Plan Colombia y el Plan Puebla Panamá tienen un profundo contenido contrainsurgente. El último de los dos, aunque no evidencie un marcado carácter militar, procura crear una gran red de plantas maquiladoras al sur de la frontera mexicana sobre la base del despojo campesino, de la eliminación de formas de propiedad comunitaria y colectiva en toda la zona. Esto indica claramente sus verdaderos objetivos, y las obras de infraestructura tienen uso civil pero potencialmente también uso militar: están dirigidas a facilitar operaciones militares y a restar base social a las guerrillas zapatistas.
En este contexto, ¿qué otro elemento podría aportar sobre el Plan Puebla Panamá?
El Plan Puebla Panamá consiste en una serie de inversiones, sobre todo de infraestructura, carreteras, puertos, aeropuertos; la creación, repito, en el sur de México de un gran centro de maquilas que permita incorporar la mano de obra que piensan expulsar del campo a las llamadas zonas francas o empresas de maquilas. Esto es relativamente más "ventajoso" que las zonas francas del norte, ya que la mano de obra es mucho más barata.
Expresamente se plantea con ello poner fin a todas las formas de propiedad colectiva y comunitaria en el campo, restablecer la propiedad individual sobre la tierra y forzar a los procesos de venta. Es una forma de despojo del campesinado: liberar de la tierra a los campesinos para utilizarlos fundamentalmente en las maquilas. El otro gran elemento es generar una gran capacidad exportadora hacia Centroamérica, porque con el Plan Puebla Panamá las obras llegan hasta Panamá precisamente. Se trata de tener mayor tutela sobre las economías centroamericanas.
En ese plan hay una fuerte presencia norteamericana compartida con Japón y Canadá, donde el peso estadounidense es determinante. Coincidentemente, todo el istmo centroamericano y la Amazonia son las zonas del continente con mayores reservas de biodiversidad conservada: desde el centro de México hacia Centroamérica hay una gran riqueza natural. Por supuesto, ellos persiguen el control sobre esa zona, que es de importancia geoestratégica; pero es también zona de insurgencia y todas las obras de infraestructura apuntan a facilitar su movilidad militar para intentar quebrar la resistencia zapatista, que no ha podido ser vencida; y si bien el EZLN no se ha expandido hacia otras áreas de México, el hecho de que haya perdurado durante cinco años y tenido un impacto tan fuerte en la sociedad mexicana, es un factor incómodo para Estados Unidos y para la propia oligarquía mexicana asociada en ese plan con el gobierno y los grandes consorcios transnacionales norteamericanos.
Está absolutamente claro que todo el proyecto de reestructuración y expansión militar de Estados Unidos está relacionado también con su plan de anexión económica, a lo que se suma ahora básicamente el ALCA.
El ALCA no es simplemente para crear un megacomercio, una gran área de libre comercio, como ellos le llaman. En verdad ese comercio no será nada libre, será un mercado cautivo por las transnacionales. Pero además, el ALCA brindará enormes facilidades a las inversiones extranjeras, las cuales podrán incursionar en todas las esferas, incluyendo los servicios públicos. El ALCA plantea que se podrá traspasar la jurisdicción criminal de los Estados latinoamericanos al propio Estados Unidos, en todo lo que se relacione con sus empresas y sus tropas. Es un programa de anexión económica y política
Volviendo a lo de las notas de la Embajada de Estados Unidos, ¿podría abundar un poco más sobre el contenido y sus consecuencias?
El contenido de ambas toma alrededor de seis cuartillas. ¿Cuál ha sido la reacción de mucha gente? Nadie podía concebir tanta desvergüenza.
El Estado dominicano renuncia prácticamente a todos sus derechos soberanos, los soldados norteamericanos entran sin ningún tipo de documentación ni control migratorio por parte de las autoridades dominicanas, se mueven con sus propios documentos, pueden utilizar uniformes y se les autoriza a portar armas. Pueden traer barcos, equipos militares, helicópteros, aviones, usar el espacio aéreo y marítimo, el espectro radial, se mueven sin ningún tipo de licencia de conducción. La jurisdicción criminal queda a cargo de EE.UU., es decir que si un soldado "americano" viola a una niña, las autoridades dominicanas no pueden hacer absolutamente nada. Todo conflicto de EE.UU. con terceros, que no sean dominicanos, también lo dirime EE.UU. Es un acto descarado, de servilismo vergonzoso, verdaderamente indignante.
Ya comienzan a hacerse protestas en todo el país con la consigna "¡Ni un soldado yanqui en tierra dominicana!" Este reclamo se articula en nuestro país con la lucha contra la carestía de la vida, contra el proceso de endeudamiento externo, contra la impunidad de la corrupción y el crimen, que han alcanzado niveles verdaderamente insoportables. De manera que el año 2003 va a ser un año de muchas luchas, de variados combates, de muchas protestas sociales y de creciente unidad del movimiento popular, que acompañado de las instancias políticas, revolucionarias y progresistas podrían ir creando un gran frente político social que realmente pueda enarbolar un proyecto alternativo, un nuevo proyecto de nación, un proyecto de sociedad.
La publicación de las dos notas de la Embajada en los medios de comunicación ha tenido una repercusión tremenda en la sociedad dominicana. Es tan descarado el contenido que hasta comentaristas de derecha le han hecho críticas a la pretensión de Estados Unidos, que más que pretensión ya es un hecho.
El tema de la frontera ha sido tan burdamente planteado en esos documentos que, al develarse el contenido, hasta el propio secretario de las Fuerzas Armadas, teniente general Soto Jiménez, ha dicho que sería muy "indelicado" que el Estado dominicano recurriera a fuerzas extranjeras para controlar la frontera con Haití.
Nosotros tenemos otras informaciones: el presidente Mejía y el embajador dominicano en Washington, Hugo Guliani, hicieron una propuesta al gobierno norteamericano de cambio de deuda por equipo militar y presencia militar de Estados Unidos en la zona fronteriza.
Estamos frente a una política de sumisión, hay una voluntad expresa que incluye que el Presidente dominicano firme el ALCA sin ningún tipo de objeción, optando previamente por el TLC bilateral con EE.UU., aceptando el proyecto de anexión económica, la recolonización integral y el proyecto de intervención militar de EE.UU. De todas formas el país tiene grandes reservas patrióticas y una gran tradición de lucha contra las intervenciones norteamericanas y yo creo que nuestro pueblo no va a permitir que esto ocurra. Es un ingrediente que irrita, que indigna y que va a dar lugar a movimientos muy fuertes, muy potentes, que terminarán con victorias importantes en ese orden.
Ya tuvo lugar, el pasado 4 de febrero, una jornada nacional de protesta que, entre varias demandas, incluyó la salida de las tropas yanquis. Para abril se está organizando una huelga general que incluirá ese reclamo patriótico.