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Latinoamérica

23 de abril del 2003

Desde el colegio Juan Bautista Alberdi de Caracas
Un pueblo que lucha por su educación y sus derechos

Pascual Serrano
Rebelión

En el barrio Manicomio de Caracas, durante el paro de primeros de año promovido por los sectores reaccionarios y derechistas del país, los mismos que dieron un golpe de estado en abril del 2002, los niños se quedaron sin colegio. La dirección y parte del profesorado del colegio Juan Bautista Alberdi tomaron partido por estos sectores que buscaban con ese boicot tumbar el gobierno popular de Hugo Chávez. Los responsables del centro no permitieron el acceso al colegio ni a alumnos ni a los maestros que querían seguir trabajando.

Los vecinos, gente sencilla y pobre, reaccionaron forzando la puerta, tomando el colegio y reiniciando las clases, bien con los maestros que no estaban de acuerdo con el boicot, bien con voluntarios. "Nosotros sabemos que la educación es fundamental para el desarrollo de un pueblo, no íbamos a permitir que nuestros niños estuvieran todo el día por la calle sin educación por la falta de escrúpulos de unos maestros golpistas", dice María López, una anciana del barrio que luchó por la asistencia a clase de sus nietos.

Al día siguiente, los periodistas de los grandes medios de comunicación que en Venezuela han tomado partido de forma incondicional con los sectores más reaccionarios y golpistas, fueron a conocer los acontecimientos. Más tarde, en la línea incendiaria de mentira y de arengas contra el legítimo gobierno que les caracteriza desde la llegada de Hugo Chávez al poder, denunciaban en sus informativos la ilegalidad y falta de orden imperante en la escuela y acusaban a los líderes vecinales de estar "enseñando el himno cubano". Estos grandes medios exigían al gobierno local, hostil al gobierno del país, la vuelta a la ley y al control por estas autoridades. Para ellos, la vuelta a la ley era que los niños pobres no tuvieran colegio. Por eso las autoridades locales, opositoras a Chávez, han suspendido el sueldo a los maestros que continúan impartiendo clase y pagan a los que mantienen el boicot. Una vez más, el mundo al revés.

Pero no consiguieron parar el colegio. Los vecinos rehabilitaron las infraestructuras deterioradas por años de abandono, limpiaron y disfrutaron de todo el material educativo que los antiguos responsables escatimaron a los niños para desviarlo hacia su lucro.

Es difícil contener la emoción cuando se escucha el testimonio de madres, abuelas y niños que han recuperado un espacio que nunca debería ser de otros que no fuera el pueblo. Resulta peculiar que vengo de dormir en un lujoso hotel donde un elegante camarero no me ha dado de desayunar porque no tenía el ticket adecuado y aquí me ofrecen a cambio de nada un café y una sonrisa. Para los pobres la palabra compartir está integrada en su forma de vida.

Por eso, a los vecinos de este barrio no les basta con resolver su escuela, tienen mucho que ofrecer a sus hermanos de otros barrios y otras ciudades y por ello hoy inauguran un Centro de Capacitación de Medios Alternativos.

Durante el proceso revolucionario venezolano han podido comprobar la necesidad de contar con sus propios medios de comunicación. Han visto como el poder de los oligarcas locales ha puesto toda su energía en atacar y agredir a los sectores populares mediante la mentira y el engaño a través de sus poderosos medios de comunicación. Ahora han creado radios y televisiones comunitarias que han iniciado la gran revolución del siglo XXI, la revolución de la comunicación. No me refiero a la tan cacareada revolución tecnológica, sino a una revolución social, la que permitirá que los ciudadanos sean, por primera vez, dueños de la comunicación.

Televisiones y radios que informan de las experiencias y proyectos comunitarios, que recuperan la cultura popular frente al colonialismo cultural, que defienden los derechos de las minorías raciales, que en Venezuela no son tan minorías. Negros y mulatos que son insultados y vilipendiados por los grandes medios por el delito de ser pobres. Ahora no dejan de aparecer televisiones donde los vecinos de barrios humildes como Manicomio se ven reflejados, con sus problemas, sus necesidades y también sus formas de afrontarlos y resolverlos.

La situación es difícil, los recursos de las administraciones responsables no llegan en un intento de minar los logros y las políticas sociales del gobierno de Hugo Chávez. Un gobierno que debe entender que en ese colegio están los niños, hombres y mujeres a los que debe su permanencia como presidente y su vida tras el golpe de Estado.

www.pascualserrano.net