VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Latinoamérica

24 de marzo del 2003

Experiencias de agricultura autosuficiente
Que me entierren en El Conuco

¿Quién sería el primero que se le ocurrió tomar la flor de una mata y ofrendarla a otro como símbolo de amor? .

(El Cayapo-San Diego)
No sabemos su nombre ni su apellido, pero sí que tuvo que ser un campesino, alguien tan compenetrado con la tierra hasta el punto de concederle la palabra para que manifestase por él su pensamiento..
Todavía miramos la luna y estamos pendientes si ha llovido, así vivamos en un apartamento. Todavía por la calle tomamos alguna rama de un jardín para sembrarla en la casa, el olor del suelo en las primeras lluvias nos arruga el corazón, la sensación de la tierra húmeda entre las manos nos proporciona un placer inexplicable, es tal su embeleso que el niño la busca afanosamente para jugar con ella. Sin duda, si nuestra carne expresara su aspiración más profunda, exigiría que fuésemos enterrados desnudos en tierra fértil para ser la semilla y la mata, porque en definitiva, el éxtasis que nos produce el crepúsculo tiene que ser y es, porque formamos parte del color..
Sí, es verdad, sabemos que no sólo es la tierra, es también la luz y la sombra, el agua, el aire, pero es la tierra donde fijamos la planta del pie y es por eso que todas las partes las visualizamos con relación a ella..
Cómo entonces interpretar El Conuco simplemente como un método de producción agrícola?; y menos aún admitir calificativos de artesanal, tradicional, folclórico o popular. El Conuco entraña una cultura que define la filosofía de un pueblo, y supone, por lo tanto, a un tipo de ser humano acorde con esa cultura. Es una herencia de nuestros antepasados con una vigencia permanente. Si El Conuco es obsoleto como pretenden hacerlo ver los enemigos de La Ley de Tierra, obsoletos serían también los árboles y el descubrimiento o salto cultural más importante de la humanidad: La Agricultura..
En dado caso, no fracasa El Conuco, debido a la tendencia a desaparecer que ha predominado en el campo venezolano, puesto que su declive es el resultado de las desigualdades sociales en el medio rural, producto de la incidencia en el mismo de formas de propiedad sustentadas en la explotación del hombre; y específicamente, en la actualidad, mediante el monocultivo, expresión de una agroindustria derivada del capitalismo como orden económico reñido con la justicia. Ya que el interés mayúsculo de ese tipo de economía agraria consiste en la negociación de todo lo que brota, pisa y se alimenta en la tierra. No plantea supervivencia junto al Conuco, sino, su destrucción porque entiende que El Conuco como método de producción, en su esencia, atenta contra él en cuanto a la reducción del mercado..
El Conuco simplemente manifestándose, constituye la negación del capitalismo del campo en sí mismo sin proponerse el combate contra él. Sin embargo el sistema de valores que conlleva el capital atenta contra El Conuco, puesto que, precisa de la desaparición de éste para su existencia. Es la contraposición de una forma productiva sustentada en el individualismo y la mercantilización de la vida en antagonismo con otra asentada en lo colectivo y la producción la producción de bienes de consumo por sí solos como parte de la dinámica natural de la especie..
Ese sentimiento natural del pueblo, clave fundamental de una vida justa y libertaria, ha sido descuartizado por el hambre y el despotismo a través de la historia; cuyos orígenes hay que buscarlos en los tipos de formas productivas creadas por los mismos seres humanos y no en la tierra. De miseria en miseria hemos vivido, no hay diferencia entre el rancho del caserío al del barrio de la ciudad, a no ser por las enfermedades que se distinguen según el espacio junto a los hábitos de vida y de consumo. El progreso de la gran industria nos plantea hoy la paradoja de que, si anteriormente la gente moría a consecuencia de epidemias, en la actualidad cualquiera se cura por sí mismo adquiriendo el remedio en la farmacia; hoy igual morimos, a pesar de los avances, los cuales se han convertido en el negocio del siglo, agobiados por el cáncer, trastornos cardiovasculares, asesinatos y accidentes de tránsito; secuelas de una sociedad que lo que le interesa es vender y no la salud de nadie..
La diferencia radica en que el barrio es insostenible e improductivo. Si las condiciones de vida en el campo hubiesen tenido la atención por parte del Estado en un cincuenta por ciento, y es bastante, de lo que tiene cualquier barrio en la actualidad en este país, aquí la realidad fuera otra. Agréguele a eso, reparto justo de la tierra, sistema de riego y como sobrentendimos líneas atrás, eficientes mecanismos de salubridad pública..
En un pueblo donde se intercambian hierros retorcidos para remendar carros pobres tengo una tía que sólo sabe canciones de cuna No es casual que ha mediados del siglo pasado, en lo que se ha calificado como la Venezuela Agropecuaria por algunos historiadores, libros de geografía económica señalen como causas del "fracaso" del comercio interno, junto al estado de las vías de comunicación, al caso de que muy poco había que venderle a la gente de los pueblos y caseríos de la nación, puesto que eran autosuficientes desde el punto de vista productivo. Esta circunstancia se extiende todavía hacia los años sesenta y así lo ratifican testimonios de personas, a pesar, repetimos, de las condiciones de existencia del medio rural, signadas por las dificultades propias del entorno y las derivadas de las desigualdades sociales históricamente establecidas..
Desde luego, esa autosuficiencia tiene que ver también a la calidad espiritual de un pueblo aún no contaminado por la alineación del gusto, impuesta por la sociedad del mercado que encadena el consumo a necesidades artificiales como principal mecanismo para obtener dividendos en el absurdo expansivo de la industria capitalista. Lo cual no implica, por si acaso, que esa autosuficiencia de la que hablamos, no inicia la parranda y el placer que son la misma vaina..
Esa espiritualidad no es consecuencia de elaboraciones mentales ni de ninguna "conscientización ideológica", sino que es fruto de una cultura sustentada en la interacción y producción de lo diverso, en íntima conexión con una idea del mundo insertada en el cuerpo como un órgano más para materializarse involuntariamente en la confraternidad, mediante las consecuentes expresiones de la cultura: un canto, un lenguaje, una ciencia, una tecnología, una arquitectura, un arte, una poesía, una literatura; todo eso en un todo que tiene de cosa una cosa para desembocar en lo que es: la cultura de donde nos originamos como nación y de la cual debe partir nuestro devenir intelectual, no por capricho nacionalista o patriotero; sino porque ésta nos garantiza, desde la autonomía alimentaria a la que todo pueblo que se estima aspira, hasta el hilo emocional de existencia colectiva que nos sostenga a través del tiempo, sin ningún peligro de desarraigo que hoy arrastramos como dolor masivo, y nos unifique en el pueblo que somos; sin ninguna contradicción con el planeta para que el sueño ya no precise de conceptos políticos que lo justifiquen y sea en la vida misma tan simple como respirar o hacer el amor.