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Latinoamérica

25 de marzo del 2003

Uruguay: El presidente Batlle sabía que el Banco Comercial tenía patrimonio negativo
Directo al precipicio con los ojos abiertos

Samuel Blixen
Brecha

El presidente Jorge Batlle, el ministro Alberto Bensión y el presidente del Banco Central, César Rodríguez Batlle, fueron informados en Estados Unidos, el 4 de febrero de 2002, de que el Banco Comercial exhibía patrimonio negativo como consecuencia del desfalco de los Rohm. Sin embargo, prefirieron seguir negociando con los accionistas externos, firmar un acuerdo secreto de falsa capitalización, e impulsar una asistencia financiera ilegal. El resultado fue el desplome de todo el sistema, siete meses después..

Será tarea de arqueólogos desenterrar de entre las ruinas del país que se desplomó en el correr del año 2002 el porqué más íntimo y esencial de ciertas conductas políticas, la razón verdadera de decisiones trascendentales, algunas de ellas irrevocables; y quizás, aun así, nunca se llegue a identificar el motivo más oculto, vergonzoso e inconfeso, que fundamentaría la fría determinación de acelerar la muerte de un Uruguay que todavía tenía alternativas de cura, a pesar de su agonía. Por ahora lo que puede rescatarse de los escombros (devaluación, inflación, default, desocupación y recesión, todo al cuadrado) es el cómo, la relativa satisfacción de reconstruir una historia secreta de la que quizás podremos sacar moralejas y acaso prevenirnos para no volver a tropezar..
Si el saber nos sirve de algo, además de consuelo, sepamos que el origen de todos los males se materializa en la primera semana de febrero de 2002, cuando una descomunal mentira fecunda un proceso que en siete meses devorará todas las reservas del país, dejará exhaustas las arcas de Rentas Generales, permitirá una fuga de capitales de 4.500 millones de dólares y duplicará la deuda externa..
Todo tiene que ver con las negociaciones secretas que en Estados Unidos mantuvieron, entre el 1 y el 7 de febrero, el presidente Batlle, el ministro Bensión, el presidente del BCU, César Rodríguez Batlle, el "lobbysta" oficial Carlos Steneri, y el gerente de Política Económica del BCU Umberto della Mea, con David Mulford, dueño del Banco Comercial y alto ejecutivo del Crédit Suisse/First Boston..
La misión uruguaya en Estados Unidos era consecuencia, por un lado, de una aterradora comprobación: sólo en dos días, el jueves 24 y el viernes 25 de enero, a partir del momento en que trascendió la detención y prisión en Buenos Aires de otro dueño del Comercial, Carlos Rohm, el banco había perdido depósitos por 13 millones de dólares; la corrida se sumaba al elemento detonante de la crisis, el robo de 260 millones de dólares en títulos argentinos, de los cuales 125 millones eran propiedad del Comercial y supuestamente debían estar en custodia en el Banco General de Negocios. Por otro lado, no menos aterradora era la determinación del J P Morgan/Chase, el Crédit Suisse/First Boston y el Dresdner (que en conjunto poseían el 75 por ciento del capital accionario) de no poner en el Comercial el dinero necesario para frenar la corrida y tapar el faltante. El propio Batlle, en una conversación telefónica con su amigo Mulford, había implorado primero, y reclamado después, esa asistencia sin la cual podía caer el principal banco privado y con él la plaza financiera. Mulford no se inmutó por las amenazas: "Puedo pasar diez años en los tribunales"..
El 27 de enero el presidente Batlle resolvió "comandar personalmente las negociaciones por el Comercial" y a tales efectos se trasladó a Estados Unidos. Secundado por Bensión y Rodríguez Batlle, en Washington y en Nueva York el presidente apeló, debido a la dureza de los "accionistas externos", a la intermediación de George Bush padre para que convenciera a Mulford de la necesidad de poner dinero..
A su regreso a Montevideo, el jueves 7 de febrero, Batlle anunció: "Queremos decirles que el gobierno ha concluido un acuerdo con los accionistas extranjeros de que van a apoyar al banco (Comercial)"; y el superintendente de entidades financieras del BCU, Carlos Fernández Becchino, daba a conocer la designación de Henry Frederick, alto ejecutivo del holandés ing Bank, como presidente del directorio del Comercial. El comunicado del BCU fue mucho más moderado que las declaraciones del presidente: se limitó a afirmar que los accionistas extranjeros "han reconfirmado su continua cooperación con el Banco Central del Uruguay en buscar soluciones a la situación enfrentada por el Banco Comercial sa"..
La verdad estaba en los antípodas de las declaraciones: en aquellos contactos en Estados Unidos, Batlle, Bensión y Rodríguez Batlle capitularon ante Mulford y Brian O'Neill, del J P Morgan, y acordaron las bases de un convenio secreto por el cual el gobierno uruguayo se comprometía a aportar toda la liquidez que el Banco Comercial necesitara, y a la vez renunciaba a cualquier acción judicial contra los accionistas externos. Puesto que no podía el gobierno admitir un tal fracaso, los miembros del equipo económico comandados por Batlle pergeñaron una falsa capitalización de 133 millones de dólares, de los cuales 100 millones iban a ser aportados por los accionistas externos. En realidad, los accionistas otorgaron los 100 millones en calidad de préstamo, una colocación a plazo fijo con una tasa de interés sumamente atractiva..
El convenio secreto terminó de firmarse el 25 de febrero de 2002 y su contenido, calificado como atentatorio de la soberanía nacional, recién se conoció a mediados de julio. Pero el acuerdo preliminar, que permitió a Batlle anunciar que el asunto estaba arreglado, desencadenó, desde el 7 de febrero, un flujo constante de asistencia financiera del BCU al Comercial. Entre el 7 y el 25 de febrero, el gobierno entregó 186 millones de dólares, primero bajo la modalidad de compra de certificados de depósitos y después mediante la transferencia directa a cargo de Rentas Generales, cuando ya se habían agotado todas las existencias de certificados de depósitos y encajes..
Esta primera asistencia (en julio el total treparía a más de 400 millones de dólares y para ello el ministro Bensión, con la autorización expresa del presidente Batlle, apelaría a todo tipo de subterfugios para eludir controles) se revelaría después como absolutamente ilegal y violatoria de las normas del BCU, según se desprende de una documentación de la Superintendencia de Instituciones Financieras que integra el expediente 991.436 del BCU, caratulado "Banco Comercial. Situación a raíz de los hechos de notoriedad pública relacionados con sus directores"..
Esa documentación prueba inequívocamente que Jorge Batlle, Alberto Bensión y César Rodríguez Batlle impulsaron el acuerdo con los accionistas externos, a comienzos de febrero, aun sabiendo que al 2 de ese mes el Banco Comercial exhibía un patrimonio negativo como consecuencia de los desfalcos, robos y vaciamiento de sus propietarios. La comprobación de un patrimonio negativo (es decir, la insolvencia de la institución, lo que popularmente se conoce como "estar fundido") impide expresamente al Estado hacer cualquier aporte de asistencia financiera, según los artículos 36 y 37 de la Carta Orgánica del BCU..
La determinación del patrimonio negativo estuvo a cargo de los contadores Mario Goeckler y Andrea Testa, a su vez supervisados por la contadora Giselle Itté, encargados por la Superintendencia del BCU de "analizar el faltante de valores públicos y otros activos y eventuales necesidades de capitalización". Tras el inventario, los técnicos del BCU establecieron la falta de títulos, cuyo valor nominal ascendía a 182 millones de dólares, y cuyo valor menor de mercado era de 117 millones de dólares. Sumado a otros faltantes (de valores de clientes), los contadores concluían que "el impacto patrimonial del faltante de valores efectivamente determinado asciende a la fecha a 189.272.682 dólares"..
Efectuada una reelaboración del balance del Comercial al 31 de diciembre de 2001, incorporando el impacto del faltante, los técnicos establecieron que "el faltante supera al patrimonio del Banco Comercial en 28 millones de dólares". El patrimonio negativo de 28 millones de dólares resultaba de restar a los 162 millones de dólares de patrimonio consignados en el balance, los 190 millones de dólares de pérdida por faltante, tal como se expresaba en el anexo 6 del informe..
La impactante revelación fue comunicada al intendente de instituciones de intermediación financiera, Alfredo Porro, quien a su vez se lo comunicó al superintendente Fernández Becchino y al secretario general Aureliano Berro, quien dispuso que el informe se repartiera entre los directores "en forma reservada y confidencial". Se presume que la directora Eva Holz (FB, PC) y su colega Rosario Medero (Herrerismo, PN) se enteraron de la existencia del informe el 5 o el 6 de febrero, pero el presidente César Rodríguez Batlle estaba, en esa fecha, en Estados Unidos. Fue por eso que se dispuso que el economista Umberto della Mea se trasladara a Estados Unidos con la novedad. Según consignaba el intendente Porro, "una copia (del informe) fue entregada al economista Della Mea, previo a su partida a Estados Unidos, como forma de que el señor presidente (Rodríguez Batlle) contara con una primera aproximación del faltante de valores y del análisis efectuado en otros activos, que eventualmente pudieran determinar necesidades adicionales de capitalización"..
La contadora Medero testimonió ante la Comisión Investigadora de la Cámara de Representantes: "En el mes de marzo ya sabíamos que, de acuerdo con los informes de una auditoría de kpmg y algunos informes del Banco Central, el robo había sido superior al monto del patrimonio; por lo tanto, era evidente que el patrimonio era negativo. No me fue nada sencillo conseguir esta información; en realidad, se me ocultó información. Pero era bastante fácil darse cuenta de esto". Un segundo informe técnico, de fines de abril, reiterando la confirmación del patrimonio negativo impulsó un operativo de maquillaje de las cuentas del Comercial y un despiadado ataque de la contadora Holz contra su colega Medero, quien siguió votando, desde mediados de marzo en adelante, en contra de cualquier asistencia financiera..
Como la existencia de un informe técnico sobre patrimonio negativo pone en evidencia la responsabilidad por actos ilegales, el presidente Rodríguez Batlle optó por afirmar, en la comisión, que desconocía la existencia de tal documento, amparado en la desaparición de la hoja de un expediente en el que constaba que la presidencia del BCU lo había recibido. Tales maniobras resultan fútiles ahora que se sabe de la existencia de un informe anterior, que Rodríguez Batlle no está en condiciones de negar que recibió en Estados Unidos, adonde se trasladó expresamente un alto funcionario..
Los documentos, en poder de la comisión investigadora parlamentaria, desarticulan cualquier coartada que pudieran ensayar los responsables: los negociadores comandados por el presidente Batlle acordaron una falsa capitalización e impulsaron una asistencia financiera, a sabiendas de que el Comercial tenía patrimonio negativo. La otra alternativa, a comienzos de febrero, era impulsar la intervención, el cierre del Comercial, para impedir el drenaje de los retiros de depósitos y la consiguiente liquidación. El presidente Batlle, cuyos vínculos de amistad con Mulford trascienden las desavenencias coyunturales, y el ministro Bensión, asesor por una década de la Asociación de Bancos y en particular del Banco Comercial, descartaron aquella opción y se embarcaron -con la solícita ayuda de Rodríguez Batlle, a quien le adjudicaron el papel de fusible- en un salvataje del sistema financiero que consumió más de 1.500 millones de dólares y terminó con lo que se pretendía evitar: la liquidación del Comercial y de otros tres bancos..
A cierta altura del proceso, ellos ya manejaban las señales inequívocas de que la política implementada iba inevitablemente al fracaso. Igual siguieron derecho hacia el precipicio, acumulando mentiras, eludiendo controles y maquillando errores. No está claro que esa obcecación sea exclusivo producto de una adhesión incondicional y ciega a una ideología económica.


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"Pinocho" Batlle: Mentiras contumaces .
Adherida en el consciente popular como un chicle en el zapato, esa imagen de un presidente medio lelo, cuya incontinencia verbal recalienta marcapasos y provoca taquicardias en sus estados mayores, enfermo de soberbia e insensibilidad, no es totalmente justa..
A Jorge Batlle hay que adjudicarle en la cuenta de sus decisiones lúcidas, de sus determinaciones firmes, la voluntad de mentir descaradamente para encubrir actos de gobierno que de otra forma se le harían imposibles de justificar..
Dejamos de lado la sarta de promesas electorales que fueron desmentidas por la realidad. La manera cómo el presidente Batlle armó el tinglado a su regreso de Estados Unidos, a comienzos de febrero de 2002, afirmando que el asunto del Banco Comercial estaba "totalmente arreglado" (véase la nota central), sugiriendo una solución cuando el "arreglo", en todo caso personal, fue la derivación de una claudicación total, de un fracaso, inaugura una serie de mentiras donde, invariablemente, sostiene lo contrario de lo que es..
A fines de febrero de ese año, una vez que su delegado, el ministro Alberto Bensión, concluyó la infamia que después iba a determinar toda la política de "salvataje del sistema financiero", firmando un acuerdo secreto con los "socios externos" del Banco Comercial, el presidente Batlle presentó aquel convenio como una "capitalización" de sus amigos banqueros, cuando él sabía, porque así lo había admitido en su rendición incondicional de tres semanas antes, que el único que pondría dinero sería el Estado uruguayo. Para convalidar la mentira firmó un decreto que autorizaba a gastar 33 millones de dólares en el Comercial, atribuyendo el gasto al rubro "imprevistos", cuando en realidad sabía, desde comienzos de febrero, que lo único previsible en ese asunto era gastar el dinero de los uruguayos, porque ni los suizos del Crédit, ni los alemanes del Dresdner, ni los estadounidenses del J P Morgan iban a poner un solo dólar a menos que fuera en calidad de préstamo, y a intereses de usura..
(El anuncio fue formulado por las fechas en que el presidente descargaba sobre los uruguayos un nuevo ajuste fiscal, que el senador Reinaldo Gargano atribuyó al "delirio", la "improvisación" y la "incompetencia" del inquilino del Edificio Libertad. Refiriendo a la venta de las reservas de oro, Gargano calificó a Batlle de "Midas al revés", lo que en una versión libre significa que todo el oro que toca lo convierte en plomo; pero habrá de aceptar, el senador, el desacuerdo de quienes creen que, al menos en la cuestión bancaria, Batlle es un verdadero Midas que todo lo que toca lo convierte en oro para sus amigos de afuera.) .
Una verdadera usura fue el préstamo de 40 millones que el Crédit Suisse (supuestamente dueño de una cuarta parte del Banco Comercial) otorgó a la Corporación para el Desarrollo a los efectos de capitalizar al banco, a una tasa anual del 15 por ciento. El domingo 12 de mayo, Día de la Madre en que se le ocurrió verter televisivamente unos lagrimones que costaron una corrida de depositantes al día siguiente, Batlle ocultó la ignominia de ese préstamo afirmando que se trataba de una "capitalización"; de paso, olvidó comentar -pero eso no es una mentira, es una omisión felona- que el Banco Comercial acababa de vender a su accionista, el Crédit Suisse, bonos argentinos por 226 millones de dólares, al precio de mercado de 54 millones de dólares, pero con la condición de recomprarlos en el año 2005, a su precio nominal, con una pérdida de apenas 172 millones de dólares. ¿Qué cosa desconocida operaba entonces, y sigue operando aún, para que el Crédit Suisse reciba tantas consideraciones? El único elemento detectable, pero seguramente aleatorio, es que el mandamás del Crédit, el estadounidense David Mulford, es un amigo personal del presidente de los uruguayos..
Todavía el presidente incurriría en otras desverdades, como la firma de varios decretos con fecha anterior, para justificar las "órdenes verbales" de su ministro Bensión, por las cuales fueron transferidos 100 millones de dólares a los bancos en dificultades mediante depósitos en cuentas de la Corporación para el Desarrollo, dineros arramblados de la Tesorería General de la Nación. Los decretos fueron elaborados en junio, cuando se conoció la barbaridad verbal, pero sus fechas remiten a varios días de abril..
No hay que perder las esperanzas de hallar otras mentiras encubiertas, a medida que se siga desentrañando la historia secreta del vaciamiento del país para cubrir el vaciamiento de los bancos. Hay mentiras secundarias, atribuidas a lugartenientes que en realidad son responsabilidad presidencial, porque el presidente Batlle comandó permanentemente toda la operación de "salvataje bancario", tal como lo explicitó cuando todavía se creía un Nelson en lugar de un Brancaleone..