VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Latinoamérica

MEXICO-IRAK: ¿INTERESES CONTRA PRINCIPIOS?

LA JORNADA

México se fundó como nación independiente en la lucha contra un poder colonial y consolidó su soberanía resistiendo a las ambiciones expansionistas de potencias extranjeras. Estados Unidos nos despojó de casi la mitad de nuestro territorio, y Francia, aliado con los conservadores, quiso convertirnos en un apéndice de su imperio.

Las mejores tradiciones de nuestra política exterior se nutrieron de esas traumáticas experiencias. La reivindicación radical de la soberanía contenida en Los Sentimientos de la Nación de José María Morelos y Pavón, el lema juarista de "Entre los individuos como entre las naciones el respeto al derecho ajeno es la paz", y la doctrina Estrada de la no intervención, son referencias fundamentales para conducir nuestra diplomacia con dignidad. En ellas se resumen los principios que deben guiar el comportamiento de México ante el resto del mundo, no por nostalgia con un pasado ido, sino porque sintetizan una experiencia histórica que hoy debe ser tomada en cuenta. El ámbito de su validez rebasa nuestras fronteras.

Quienes desde el mundo intelectual, político y económico llaman a tirar por la borda estos principios y a poner por delante nuestros intereses, pretenden que nuestro país justifique lo injustificable, y avale la acción punitiva unilateral de un poder imperial en contra de una nación independiente. Quieren que olvidemos nuestra propia historia, y que nos sumemos a una agresión similar a las que padecimos durante el siglo XIX y comienzos del XX.

La mayoría de los mexicanos se oponen a la guerra contra Irak. No están dispuestos a transar principios por supuestos beneficios inmediatos. Así lo muestran prácticamente todos los sondeos de opinión a las que tan afecto es el actual gobierno. Para muchos ciudadanos resulta incomprensible cómo justificar la muerte de un millón 200 mil niños iraquíes inocentes a cambio de un hipotético acuerdo sobre migración, o por qué sumarse a los deseos de expansión imperial de nuestro vecino país del norte cuando éste tiene hacia nuestros compatriotas indocumentados un trato vejatorio que no modificará por más promesas que haga. No son pocas las organizaciones binacionales de migrantes que han participado en las movilizaciones contra la guerra en Estados Unidos y que han dicho, al igual que millones de estadunidenses, "no en nuestro nombre".

Sin embargo, a pesar de estos principios y de la vocación pacifista del pueblo mexicano, el gobierno de Vicente Fox ha comenzado a alinearse con la administración Bush. El presidente ha modificado el lenguaje con el que se refiere al asunto y advertido que sobre la posición mexicana ante el Consejo de Seguridad "no hay ninguna posición inamovible", calificando a Saddam Hussein de tirano.

En sincronía con esta metamorfosis lingüística del jefe del Ejecutivo, trascendió que su secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, ha intensificado el cabildeo en favor del apoyo del gobierno mexicano a la guerra contra Irak entre mandatarios estatales y el jefe de Gobierno capitalino. Ha ofrecido ingresos extraordinarios en las partidas presupuestales "si la guerra contra Irak dura una semana" y los precios del petróleo se elevan más allá de los 30 dólares por barril, con el propósito de preparar el terreno para que los gobernadores defiendan la posición que asuma el gobierno mexicano en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Obviamente, la dinámica guerrerista de su vecino del norte ha colocado a México en una difícil y compleja situación. Pero lo peor que nuestra diplomacia podría hacer es renunciar a su propia experiencia e historia. Situaciones graves con Estados Unidos se vivieron con las luchas de liberación nacional en Centroamérica y en relación con Cuba y nuestro país, poniendo por delante sus mejores tradiciones y no renunciando a ellas, salió adelante.

No es el interés del pueblo mexicano apoyar una incursión militar inmoral e injusta, ni puede ser en su provecho el legitimar la constitución de un poder que practica el unilateralismo. Los verdaderos intereses de México están hoy en defender sus principios.