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Latinoamérica

Bolivia quiere que se vaya el gringo. Informe desde La Paz

por sebastian hacher
sebastian indymedia.org

Ultimo informe del día, por el momento.

A estas horas se contabilizan 21 muertos durante los últimos dos días y cientos de heridos y detenidos en todo el país. Durante todo el día, trabajadores, campesinos y jóvenes se movilizaron en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz. En Potosí, los trabajadores de la mina que es propiedad del presidente bloquearon caminos, y lo mismo hicieron los campesinos del Chapare, donde hubo enfrentamientos que dejaron, según las últimas noticias, un saldo de un muerto y tres heridos.
Si ayer presenciamos el quiebre del estado, con enfrentamientos entre policías y militares, y por la tarde el emerger de la movilización, hoy se expresó en las calles un sentimiento similar al que terminó con el gobierno de De la Rua en Argentina. ¡Que se vaya el gringo, carajo! (el presidente boliviano Sánchez de Lozada es famoso por hablar con un marcado acento norteamericano), puede ser interpretado como "el que se vayan todos" de nuestro país.
En todas las ciudades, las movilizaciones organizadas fueron pacíficas y ordenadas. En La Paz, los organizadores intentaron sólo una vez marchar hacía la Plaza Murillo, la misma que ayer fue escenario de los sangrientos combates y que hoy amaneció custodiada por cientos de soldados y tanques de guerra.
Solo después de que la movilización se dio por terminada, comenzaron las escaramuzas y los saqueos de edificios y bancos, con enfrentamientos y detenciones de manifestantes, que a esta hora suman unos cien sólo en La Paz. Situaciones similares se vivieron también en Cochabamba y Santa Cruz. Las tres son las ciudades más importantes del país.
El sentimiento que recorrió las calles del país era de rabia. Si bien la campaña de los medios de comunicación, agitando el fantasma del vandalismo, el feriado nacional decretado por el gobierno y el retroceso en las medidas económicas dictadas por el gobierno que dieron pie al origen de la protesta, ayudaron a restarle fuerza a la movilización, miles de personas salieron a las calles. Las reinvindicaciones no son ya parciales; que se vaya el gobierno, que cierren el parlamento, fueron las dos consignas mas escuchadas en el día de hoy.
-Balas contra el pueblo
Hasta que comenzaron las movilizaciones era un misterio como actuaría el gobierno. Ayer había llamado a "movilizarse si querían, pero en paz", y hoy la ciudad amaneció totalmente militarizada, como si fuera el segundo episodio de una guerra que seguramente no terminará con el final del día.
En El Prado (la avenida principal de la ciudad), desde donde pequeños grupos intentaban avanzar, se vivieron escenas de guerra urbana, con francotiradores apostados en los techos, haciendo gala de su puntería para herir en una pierna o para asesinar a manifestantes. Como muestra de hasta donde estaban dispuestos a ir, un reportero gráfico fue herido de bala, además de dos paramédicas, una de las cuales falleció cuando una bala de FAL le perforó el pecho, mientras intentaba rescatar a un herido.
El otro elemento que generó incertidumbre fue que actitud tomaría la policía. Si bien a las 5 de la mañana la cúpula policial había logrado un acuerdo con el gobierno, todavía varias unidades del interior no reconocían el acuerdo y mantenían el motín.
Una muchedumbre rodeó el cuartel de la policía de tránsito e indignados exigieron armas. La primer actitud de la policía no fue hostíl; "aca sólo tenemos puros silbatos" contestaron a los manifestantes, pero cuando la muchedumbre amenazó con avanzar, algunos de ellos sacaron sus armas reglamentarias.
El problema de las armas parece ser un problema central, que se planteó tanto el día de ayer como durante la movilización de hoy. La clásica consigna "fusil al pueblo, el pueblo no se calla" y "el pueblo armado jamás será aplastado" se repitieron todo el tiempo. Una señora explicaba que "no podemos enfrentar al ejército simplemente con piedras". La dinamita , que es un clásico instrumento utilizado en las protestas por los mineros, también se hizo escuchar con fuerza; cada vez que arrojaban un cachorro hacia donde estaban los militares o hacían detonar uno en la calle, el festejo y el aturdimiento eran generalizados.
Después del mediodía se sumó un nuevo elemento; la policía volvía lentamente a la "normalidad", y en La Paz dividieron tareas con el mismo ejército con el que se habían enfrentado ayer. Los militares dejaron apostados sus francotiradores y se dedicaron a custodiar los edificios públicos y la Plaza Murillo, mientras grupos de policías recorrían las calles reprimiendo los saqueos y arrestando jóvenes. Lo mismo sucedió en Santa Cruz, donde los ataques a las sedes de los partidos oficialistas, edificios públicos y los saqueos fueron la norma.
Unos de los blancos preferidos de los manifestantes fueron las sedes del MNR y el MIR, partidos principales de la coalición que gobierna el país.
Mientras tanto, los medios alternaban las imágenes de los saqueos con un mensaje de Juan Pablo II llamando a la paz en Bolivia.
También se difundieron constantemente mensajes de preocupación y apoyo al gobierno desde Washington, los presidentes del MERCOSUR, todas las iglesias y confederaciones de empresarios. El fantasma de una Argentina II rondó durante el día entre todos estos sectores.

-Bolivia y el Argentinazo
Ayer, mientras recorríamos edificios que la furia popular iba destruyendo y quemando, algunos estudiantes bromeaban diciendo "vamos a la Plaza de Mayo". En Santa Cruz, la movilización de hoy fue llamada "cacerolazo", y en todos los medios internacionales el recuerdo de la Argentina en llamas se repetía. La comparación con Argentina, la imagen del presidente escapando y el país levantado estuvo presente a lo largo de últimos dos días.
Sin embargo, poner un signo igual entre los dos procesos, sería simplificar al máximo lo que estamos viviendo aquí.
En primer lugar, el principal elemento distintivo fue el enfrentamiento y división de la fuerzas de represión, pilares fundamentales de esté y cualquier estado. La policía amotinada, la batalla de Plaza Murillo, los muertos y heridos en ambos bandos, son la representación gráfica del quiebre no ya de un gobierno, sino del propio estado. La policía, sin proponérselo, actuó como el último catalizador de la crisis, e inclusó permitió que se expresen en las calles los sectores mas aguerridos de la sociedad.
Quizás lo mas parecido al argentinazo es el sentimiento popular similar al de "que se vayan todos", que se expresó en los cánticos de hoy y, menos masivamente, durante la tarde de ayer. Sin embargo, la situación aquí es diferente; en la movilización de hoy primaron los sectores organizados en sindicatos y, por ejemplo, Evo Morales fue aplaudido por la multitud.
Si bien algunos parlamentarios fueron abucheados al grito de "que cierren el parlamento", varios sectores políticos capitalizan el sentimiento popular y, hasta cierto punto, todavía mantienen la capacidad de controlar y dirigir la movilización.
La dinámica de la situación y los sectores sociales que participaron fueron también diferentes al argentinazo. En el día de ayer, en los alrededores de Plaza Murillo, se veían mezclados hombres de traje con trabajadores y jóvenes, pero por la noche, la generalización de los saqueos, la campaña oficialista de los medios y la gran cantidad de muertos y heridos, jugaron un rol inverso que en el argentinazo, separando relativamente a la clase media de los sectores de trabajadores y campesinos. La movilización de hoy fue mayoritariamente de trabajadores, estudiantes y sectores de campesinos.
Por último, en Argentina De la Rua escapó apoyado por nadie más que por su propia familia. En el día de hoy, Sánchez de Losada recibió –a pesar de haber retrocedido- el abrazo de Estados Unidos y de varios presidentes de Latinoamérica, que saben que una salida del tipo elecciones anticipadas posiblemente catapultarían al MAS a la presidencia y abrirían una situación incierta para sus planes económicos, que incluyen la continuidad del saqueo a los recursos naturales del país.
-Bolivía, mi querida
Lo que vivimos estos dos días en Bolivia son hechos que seguramente ocuparán un lugar en el intrincado laberinto de la historia. La sangre regando las calles, las gargantas enfurecidas y el temblor del régimen, es una imagen que se nos grabará en las pupilas para siempre como un paso gigantesco en la monumental tarea de la que ninguno de nuestros países puede escapar.
El olor de los gases, las llamas que consumen al viejo sistema antes que uno nuevo pueda nacer, los llamados a la lucha callejera y las barricadas, son los primeros pasos de un pueblo que ha decidido que el destino es algo que se puede cambiar.
Bolivia es un país hermoso y lleno de vitalidad. Hoy, cuando vimos marchando a los mineros sin jubilación, junto con trabajadores jóvenes y estudiantes tirando cartuchos de dinamita y cantando ¡que se vaya el asesino! no nos pudimos dejar de emocionar. Eran los forjadores de una tradición de lucha enorme, que tiene sus antecedentes en las gigantescas movilizaciones de la COB (Central Obrera Boliviana) en los años ochenta y los aguerridos revolucionarios del 52, del que el actual partido de gobierno es heredero y traidor y los protagonistas del futuro marchando juntos, escribiendo otra vez su propia historia.
Una historia que se está escribiendo con sangre, como siempre escriben sus historias los pueblos. Una historia que no estamos dispuestos a mirar desde el cómodo sillón del espectador.
Sebastián Hacher
La Paz, 13 de Febrero del 2003