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Latinoamérica


18 de diciembre del 2003

Entrevista a Felipe Quispe, dirigente indígena y líder de la movilización popular que derrocó al presidente de Bolivia
"Los indios de Bolivia estamos decididos a cambiar el sistema capitalista por nuestro sistema comunitario"

Arturo Jiménez
La Jornada

El dirigente aymara Felipe Quispe, candidato a la Presidencia de Bolivia en 2002, actual diputado y uno de los líderes más importantes de la movilización popular que en octubre pasado provocó la renuncia del presidente del país, Gonzalo Sánchez de Lozada, plantea sin rodeos que el objetivo central del Movimiento Indígena Pachacuti es fundar la República de Qullasuyo, una nación indígena independiente y soberana:

''Los indígenas somos mayoría en Bolivia (entre 60 y 80 por ciento de la población), y como mayoría histórica estamos decididos a autogobernarnos, a dictar nuestras propias leyes, a cambiar la Constitución política del Estado por nuestra Constitución, a cambiar el sistema capitalista por nuestro sistema comunitario, a cambiar la bandera boliviana tricolor por nuestra bandera de siete colores."

Sería, abunda el dirigente en entrevista, una nueva República, con su propio himno nacional, sus símbolos e insignias, una República comunitaria donde no haya pobres ni ricos, en la que se utilizaría el trueque y se cuidaría el medio ambiente. ''Tal como ya estamos viviendo en algunas comunidades, pero sin rechazar la modernidad y las nuevas tecnologías", precisa.

Sin embargo Quispe, controvertido y caracterizado por algunos como portador de un discurso radical y casi inflexible, además de poseedor de una determinación férrea y de un liderazgo fuerte y concentrado, sabe del costo real de esos ideales independentistas:

''Ese es el proyecto central, aunque estamos conscientes de que los gringos de Estados Unidos seguramente nos van a bloquear. Pero vamos a resistir porque Bolivia tiene riqueza, diferentes pisos ecológicos y no somos tan pobres. Para eso estamos preparados los aymaras, los quechuas y los guaraníes.

''Para lograr ese cambio se requiere mucha sangre y sacrificio, pues no vamos a lograrlo mediante las elecciones. Hablando en el Parlamento no vamos a resolver nada y más bien vamos a robustecer al sistema. Lo que tenemos que hacer es trabajar para el cambio. Sólo con ese cambio Bolivia no sería ya ni siquiera Bolivia, sino la República del Qullasuyo."

Un cóndor en México

Para entender -se compartan o no- estos objetivos, Quispe refiere la situación de racismo y marginación padecida por los pueblos originarios de Bolivia desde la llegada de los españoles, y comienza con un ejemplo: ''En Europa el patrón es gringo y el peón es gringo. En Bolivia el patrón es gringo y el peón es indio".

En el Ejército boliviano, prosigue, los indígenas no pasan de subtenientes y sólo los utilizan de ''carne de cañón". Y las instituciones de gobierno, las empresas privadas y la Iglesia las controlan los gringos (criollos), no los indios.

''Los que construyen los edificios, barren, lavan, planchan, cargan, cultivan, producen, sudan, manejan los camiones y ponen la sangre en las guerras, son indios. En la llamada Bolivia los indígenas hemos perdido nuestros territorios y tierras, nos han discriminado y nos tratan a patadas. Por eso queremos tomar el poder político, para reivindicarnos como nación indígena, recuperar nuestros territorios y ser dueños de sus riquezas."

También llamado el Mallku -cóndor en aymara, que simboliza el mando comunitario superior-, Felipe Quispe estuvo hace unos días en la ciudad de México para intervenir en el encuentro América Profunda, en el que participaron dirigentes e intelectuales indígenas y no indígenas.

En un patio del Antiguo Colegio de San Ildefonso, el dirigente indio ofrece unos minutos durante un breve receso de las sesiones de trabajo de América Profunda. Como no tiene a la mano la jarra de plástico en la que prepara su té de hojas de coca, coloca éstas en su boca y las comparte.

Aunque casi inexpresivo, Quispe cede un instante y hace una pequeña broma. ''Yo soy cafeinómana", había comentado la fotógrafa María Luisa Severiano. ''Yo soy cocainómano", responde él, en referencia al consumo ritual, cultural y ancestral de esa planta por los pueblos andinos.

El líder aymara suma una vida de lucha sindical, guerrillera y social que le ha costado persecución, cárcel y tortura física. En los años 80 participó en el Ejército Guerrillero Tupac Katari, en los 90 estuvo preso cinco años y ahora es dirigente de la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia y del Movimiento Indígena Pachacuti, el cual tiene presencia sobre todo en las provincias del departamento de La Paz.

Aunque existen coincidencias en la demanda de respeto y reconocimiento a la autodeterminación de los pueblos originarios, el Movimiento Indígena Pachacuti es en muchos aspectos divergente de la otra organización india importante del país, concentrada en el partido Movimiento al Socialismo, que encabeza el líder cocalero Evo Morales, segundo lugar en las elecciones presidenciales del año pasado.

Gota de aceite en la piedra

Acerca de la disyuntiva de algunos movimientos indígenas de América Latina de buscar o no la toma del poder político para transformar las relaciones de dominación -esta última posición planteada, por ejemplo, por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)-, Quispe comenta:

''Los zapatistas tienen su forma de pensar y de filosofar sobre la toma del poder. Nosotros no somos quién para enseñarles. Seguramente ellos están pensando primeramente tomar el poder en las comunidades. Nosotros también tenemos esa forma de accionar: primero limpiar toda la basura colonial que han introducido en nuestras comunidades. Eso estamos haciendo en algunas provincias del norte de La Paz, como Omasuyos y Los Andes.

''Ahí va emergiendo esa forma de sustituir todas las autoridades estatales con nuestras propias autoridades originarias. Es un autogobierno que estamos ensayando ahí. Es algo pequeñito que está renaciendo, pero es como una gota de aceite sobre una piedra, que con el calor del sol toda la piedra se manchará de la grasa.

''Pero no estamos conformes con eso. Hemos hecho las movilizaciones de septiembre y octubre hasta tumbar al representante de Estados Unidos, el neoliberal Gonzalo Sánchez de Lozada. Lo que no podemos sacar de nuestras comunidades y que está anclado es el Ejército, aunque con el tiempo lo sacaremos.

''Nosotros tenemos la intención de capturar el poder político y autogobernarnos. Bolivia no es como México, es diferente. Aunque entre hermanos indígenas nos hemos conocido en encuentros como América Profunda y tenemos muchas cosas en común, nuestra forma de accionar en México, Ecuador, Guatemala, Perú, Chile, Bolivia y otras partes es diferente."

Dice que en Bolivia el movimiento se ha reactivado. ''Pero ya con otra mentalidad, ya no con unos cuantos jóvenes voluntariosos que nos poníamos como vanguardia del movimiento popular, sino con la lucha de todo un pueblo, donde había estado esa riqueza de lucha."

Después de varias luchas, la más reciente con la ''guerra del gas" de septiembre y octubre pasados, ''hemos dado varios pasos y subimos a una instancia superior. Pero ahora, como son los primeros ensayos, estamos viendo qué nos faltó. Y nos faltaron los cuadros políticos, los cuadros militares.

''Ahora hay que trabajar por ese lado, ya no estar ahí solamente hablando en lo político, legal, democrático, sino imbuirse de otros brazos que nos corresponde hacerlo. Porque un movimiento indígena debe tener varios pilares, no sólo uno. Y eso tenemos que hacerlo, como dirigentes políticos, como responsables, como la cabeza de este tipo de movilizaciones."

Podríamos haber tomado el poder

-Entonces, ¿están formando cuadros guerrilleros?

-Creo que vamos a ir por ese lado. Voy a hablar de los casos de Perú y Bolivia: los españoles no llegaron trayendo flores, sino sables, pólvora, arcabuces, caballos, la Biblia; trajeron todo para aplastarnos. Vemos que ellos lograron la invasión con la lucha armada.

''Simón Bolívar y Antonio José de Sucre llegaron luchando, matando hasta a sus abuelos, hasta a los criollos. Ellos republicanizan al país, y a nosotros los indígenas nos bolivianizan. En la época de Víctor Paz Estenssoro hubo la revolución de 1952, y tampoco esos movimientistas llegaron con un ramo de flores en las manos."

En esa línea, comenta sobre las movilizaciones de septiembre y octubre: ''En Warisata hemos respondido (a los ataques) con armas, aunque eran armas viejas. Y viendo todo eso, decimos que nos ha faltado ese brazo y tenemos que construirlo, estamos en eso. Esto será un proceso, no voy a decir que vamos a hacerlo de la noche a la mañana. Para hacer una lucha seria se tiene que seleccionar gente, no vamos a empujar como rebaños de ovejas, no vamos a llevar al matadero a la gente.

-¿Se organizarán como lo hizo el EZLN, poco a poco?

-Recuerdo que en los años 90, cuando estábamos en la cárcel, escuchamos de la insurgencia de los zapatistas de acá, y para nosotros ha sido una alegría. Ellos han estado trabajando mucho tiempo. Si nosotros hubiéramos estado a esa altura, creo que ya estaríamos cantando la victoria.

-¿Cómo observa el actual estado de cosas en Bolivia?

-Allá reina la calma, pero también hay tensión y muchos creen que Carlos Mesa (presidente boliviano sustituto) podría cumplir las cosas, porque hace sus discursos bonitos, con palabras dulces. Sin embargo, nosotros como políticos ya conocimos a Mesa, sabemos exactamente que no va a cumplir y, a la vez, estamos a la espera de que cometa errores y desde eso vamos a alimentarnos como movimiento indígena.