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Latinoamérica

TENSA TREGUA EN BOLIVIA: HAY TANQUES Y BARRICADAS

Redacción de Econoticiasbolivia.com
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La Paz, octubre 14, 2003 (Hrs. 09:30).- Las ciudades de La Paz y El Alto lucen, en las primeras horas de hoy, martes, casi desiertas. No hay transporte público, los comercios y negocios están cerrados y rige una total suspensión de actividades públicas y privadas, decretadas tanto por la Central Obrera Boliviana (COB), que presiona por la renuncia del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, como por el propio gobierno, que no quiere que se repita lo visto ayer, cuando 28 civiles murieron a bala y un centenar quedó herido. Hoy, hay ambiente de tregua, una tregua, sin embargo, que se puede romper en cualquier momento.
El centro de la ciudad de La Paz luce fantasmal, poca gente en la calle, crespones negros en muchas puertas. En apronte, están los tanques de guerra, militares y policías en sus cuarteles y regimientos, y en los puntos estratégicos de las ciudades de La Paz y El Alto. Un anillo de metralla y fuego custodia Palacio.
En la zona sur y las áreas residenciales hay relativa tranquilidad. Todo lo contrario de lo que se ve en las laderas altas de la ciudad, donde viven colgados de los cerros los vecinos más pobres. Allí, hay barricadas y restos de fogatas que acompañaron la vigilia desde anoche. Más arriba, en la ciudad de El Alto, la historia se repite: barricadas, fogatas, llantas quemadas, vecinos en vigilia, vecinos en apronte. Muy cerca de ellos, muy cerca de la piedra y el palo, hay tropas militares y tanquetas.
En las laderas de La Paz y en El Alto, muchos lloran a su muertos, cuidan a sus heridos y maldicen al presidente Sánchez de Lozada, que tras anunciar en la tarde de ayer que no renunciará y recibir el respaldo del Departamento de Estado de los Estados Unidos, dispuso la militarización de la sede de gobierno, sacudida por violentos combates callejeros entre miles y miles de manifestantes de los barrios más pobres y efectivos del Ejército y la Policía. Era el combate de la piedra y el palo contra la bala, los gases y los tanques, tal como ocurrió el sábado y domingo en la ciudad de El Alto.
LA MAYOR MASACRE
Hasta ahora, según el recuento de la red radial Erbol y los reportes de los centros hospitalarios, han muerto en las últimas tres semanas y media en la lucha por la re-nacionalización del gas y el petróleo, por lo menos 64 ciudadanos a bala y aproximadamente dos centenares de heridos, casi todos ellos civiles. Es la mayor masacre en tiempos de una democracia enloquecida, que cada día se asemeja más a las viejas y sangrientas dictaduras militares.
El fin de semana, sábado y domingo, las tropas leales a Sánchez de Lozada intentaron quebrar los bloqueos vecinales con bala y metralla. Allí, 28 civiles fueron acribillados. Sus cuerpos aún son velados, en medios de coca, rezos y rabia.
INSURRECCIÓN ESPONTÁNEA
El lunes, la multitud enfurecida se descolgó desde El Alto y las laderas altas de La Paz, buscando sacar de Palacio a Sánchez de Lozada, abandonado ya por su vicepresidente y uno de sus ministros. Insurrectos, los vecinos, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, pelearon durante 10 horas, lucharon, sufrieron y sangraron. Otros 28 civiles ofrendaron la vida ante los francotiradores y la metralla. A las seis de la tarde, la multitud comenzó a replegarse a sus barrios y zonas de origen, mientras llegaban más y más refuerzos militares y los tanques de guerra bajaban desde El Alto a La Paz.
"Es una lucha de largo aliento", dijo el ejecutivo de la COB, el minero Jaime Solares al instruir la masificación de los bloqueos y de las marchas, la paralización de las actividades en todas las ciudades. Los líderes campesinos, como el "Mallku" Felipe Quispe, instruían también el avance de las comunidades rurales hacia la ciudades, especialmente a La Paz. "Vamos a vencer. El pueblo está más unido como nunca. Todos queremos que se vaya el gringo (Sánchez de Lozada), todos gritamos que se vaya", dice desde la clandestinidad el "Mallku".
CONFLICTO NACIONAL
Hasta ahora, la gigantesca movilización popular, que mantiene cercada a la sede de gobierno por casi una semana, no ha logrado incluir con la misma intensidad y radicalidad a los diferentes sectores y regiones. Esa es su gran debilidad.
Hasta el domingo, el peso de la batalla recaía casi con exclusividad en los vecinos de El Alto y solo el lunes se habían sumado masivamente los pobladores de la ciudad de La Paz. En cambio, no se habían incorporado con la misma fuerza a la lucha los campesinos del valle y menos del oriente. Los cocaleros tampoco habían entrado a la lucha, por lo menos hasta anoche.
Ahora, en la mañana, los informes difundidos por la red radial Erbol y Fides dan cuenta de crecientes movilizaciones y bloqueos en Cochabamba, de la mano de maestros, fabriles y cocaleros. En Potosí hay paro total, en Oruro aún es parcial. En el Altiplano, hay más cortes de ruta y avance de campesinos y comerciantes. Muchos vienen desde Oruro, dicen que 10 mil. Desde el norte de La Paz, desde Yungas, contingentes de colonizadores y cocaleros ya se ponen en marcha. Desde Achacachi también avanzan. Esa es su esperanza.
En el centro de Bolivia, en la principal carretera que une Cochabamba con Santa Cruz surgen con más fuerza los bloqueos, las patrullas militares aprietan los fusiles FAL y desbloquean. Hay escaramuzas en Chimoré, donde aún se dispara al aire. En Quillacollo, en las afueras de Cochabamba, la tercera ciudad en importancia del país, el corte es total.
En el oriente boliviano, en el norte de Santa Cruz, hay bloqueos relámpago en Yapacaní. En San Julián, en medio de la carretera que une Santa Cruz con el Beni, velan a un colonizador muerto a bala. En el pueblo no hay clases, no hay comercio, no hay nada, todos están en el camino, relata la red Erbol.
Desde toda la geografía nacional llueven los comunicados de organizaciones sociales y populares, todos piden la renuncia de Goni, casi nadie lo respalda, excepto los empresarios de Santa Cruz. Las juntas vecinales, los intelectuales, los artistas, las organizaciones de Derechos Humanos, la Iglesia de arriba y de abajo ya no quieren más matanzas, no quieren más muertes, no quieren una dictadura militar sangrienta arropada de democracia. Muchos están en vigilia, ruegan que no haya más masacre. Muchos marchan, dentro y fuera de Bolivia. En Buenos Aires, dos mil bolivianos gritan contra la muerte.Y todos miran hacia La Paz, donde confluyen más tropas militares y más pueblo y más pobres. El choque parece inevitable. En la autopista de la sangre, en la autopista de 12 kilómetros que une La Paz y El Alto comienzan las escaramuzas, media hora después de la nueve.