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Latinoamérica

Carta abierta al presidente y al pueblo de Bolivia

Rigoberta Menchú Tum

ALAI


Estimado amigo, hermanos y hermanas:

Luego de conocer el feliz desenlace de la prolongada crisis que vivió Bolivia en las últimas semanas, deseo sumarme a la esperanza que se abre con la restitución de la paz y el cese de las inaceptables acciones de violencia con que, por tantos días, respondió el Estado a la movilización legítima de los pueblos indígenas y la ciudadanía, en defensa del patrimonio nacional, la dignidad y las libertades democráticas.

Celebro que el primer compromiso que ha asumido el nuevo gobierno haya sido el de que NUNCA MÁS ése sea el camino para dirimir las diferencias y su disposición a escuchar al pueblo y asumir el diálogo fraterno con todos los sectores como el principal capital político en el que fundará una gestión que, aunque transitoria y frágil, puede darle a la historia de ese sufrido corazón del Continente el giro de equidad, inclusión y respeto por sus mayorías y su diversidad que la historia –hasta ahora- le ha negado, sentando el sólido cimiento que requiere la edificación de un nuevo Estado.

La vida me ha enseñado que, en medio del dolor, los pueblos no pueden dejar de soñar ni de reconocer las oportunidades que se les abren. Creo que ése es el sentido profundo de este singular momento abierto con la sangre y la entrega de los bolivianos. Por ello, hago un llamado a los nuevos gobernantes a ser fieles a este mandato y a los líderes populares, a los partidos políticos y a las organizaciones sociales a sumar esfuerzos para dejar atrás el oprobioso camino de exclusión, discriminación y racismo que usurpó hasta ahora la democracia, y valerse de esta oportunidad para avanzar en este desafío, sin maximalismos estériles ni la intolerancia que sólo reaviva el conflicto.

Hoy como nunca, el escenario continental y global está marcado por las imposiciones y el desconocimiento del derecho de los pueblos a definir su destino. La brecha entre los poderosos y los desheredados no ha hecho más que crecer, alimentada por las políticas unilaterales impuestas por los poderes fácticos, desconociendo el orden internacional creado para hacer posible un mundo de paz. Sin embargo, la lucha de los pueblos no ha cejado en su ilusión de abrir nuevos y creativos caminos que alimenten la esperanza y sólo donde ha sido posible la unidad ha sido posible la victoria. La expectativa y reconocimiento que en el mundo han acompañado la causa de los indígenas de Bolivia es otra vez un faro de orgullo para los pueblos indígenas del mundo. Valoro, pues, la lección que una vez más nos ha dado la inclaudicable lucha del pueblo boliviano y ofrezco mi humilde disposición a la búsqueda del entendimiento intercultural, la construcción de una nueva democracia y la forja de los consensos que sustenten el progreso, bienestar y la felicidad de ese pueblo que ha hecho todo para merecerlos.

Con aprecio fraternal,

Rigoberta Menchú Tum
Premio Nobel de la Paz