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Latinoamérica

Guerra en la Paz, Bolivia

Reinaldo Bolívar

Desde hace un mes, cuando se inicio la huelga general indefinida la opinión internacional ha estado pendiente de los sucesos de ese país. Bolivia es otro reflejo del fracaso de los paquetes neoliberales en América Latina.
Tanto la tendencia que lidera el diputado Evo Morales, dirigente indígena, la que encabeza, Jaime Solares, de la Central Obrera Boliviana y Felipe Quispes, de la Federación Campesina, a pesar de diferencias de formas, han logrado catalizar el descontento de la población que se sintetiza en la editorial de la televisora privada ATB Noticias (que corre el riesgo de ser cerrada como las emisoras y diarios que en estas circunstancias ha cubierto los acontecimientos del país):
"A 21 años de la reconquista de la democracia, el país enfrenta una de las coyunturas más difíciles, fruto de la exclusión social, la corrupción y descrédito de los políticos"
Esa es exactamente la situación estructural que enfrentan diversas naciones suramericanas. La exclusión social tiene cifras alarmantes: 7 de cada 10 bolivianos son pobres; 7 de cada diez bolivianos son indígenas. Más de la mitad de los latinoamericanos están agobiado por las penurias que prometieron eliminar las elites de siempre aplicando medidas privatizadoras y excluyentes impuestas por las transnacionales y los multilaterales económicos en sintonía con las elites del poder.
Y he allí otro ingrediente sociopolítico de la situación de Bolivia. El gobierno, incluso en estos 20 años de democracia, ha sido ejercido por la minoría blanca, que se adueñó de las minas, tierras y grandes empresas básicas, en una especie de Apartheid andino. Si en Sudáfrica los negros no tenían derechos económicos ni sociales ni políticos hasta que los conquistaron y comenzaron a construir una verdadera democracia participativa; en Bolivia los indígenas y campesinos están dando un claro mensaje, nacional e internacional: Queremos darnos nuestro propio destino.
Lamentablemente, para Bolivia, la clase dirigente, lejos de alejarse de las prácticas neoliberales que han acrecentado más la miseria de las mayoría, ha optado, por la represión, por ametrallar a los que protestan sólo con palos y piedras.
Insólitamente, la declaración de la OEA ha sido para apoyar a ciegas al presidente actual sin condenar el asesinato de casi 100 personas por las balas del ejército ni menos el cierre de medios de comunicación social. La OEA de Gaviria se muestra sumisa a la administración Bush y pierde toda credibilidad internacional al no pronunciarse sobre el fondo del asunto. Obvia la OEA que en Bolivia la falta de presidente puede ser cubierta por el vicepresidente hasta completar el período, como pasó con Hugo Banzer, sin rompimiento del hilo constitucional.
No es suficiente para el pueblo boliviano la promesa de un referendo no vinculante. Es necesario una constituyente que otorgue más poder y participación a las mayorías que hasta ahora sólo están representadas; una constituyente que revierta las voraces leyes de privatización, de inversión y desregulación de la economía que están destinadas a beneficiar a los intereses foráneos, entregándoles desde los recursos naturales hasta la explotación de los servicios básicos.
El mundo debe exigir el cese de la explotación y la matanza de las mayorías bolivianas
Notas al 17 de octubre de 2003
LECCIONES DE BOLIVIA
El artículo anterior fue escrito el 16 de octubre al momento de la movilización general de todos los sectores de Bolivia, cuando Sánchez Lozada declaraba que su dimisión no era negociable. Su posición estaba sostenida por la intromisión de Estados Unidos y de la OEA. El mismo Estados Unidos que durante la campaña electoral advirtió que si Evo Morales ganaba retirarían sus inversiones de Bolivia. La misma OEA que tiene un año titubeando sobre la situación de Venezuela y en ningún momento ha condenado el terrorismo de la oposición venezolana que dejo sin escuela, sin combustible, alimentos y sin empleos a buena parte de los venezolanos por un paro empresarial subversivo contra el gobierno de las mayorías.
¿Qué pasará en Bolivia?
La Constitución de Bolivia, a pesar de negar la participación al pueblo, prevé que falta absoluta del Presidente es cubierta por el Vicepresidente (Carlos Meza) hasta terminar el período.
Las tres principales tendencias de la oposición deberán hacer un esfuerzo supremo para responder a las inmensas expectativas de las mayorías boliviana. Urge un gobierno multicultural de alianza nacional.
Ese gobierno tendrá que trabajar en dos vías paralelas: El desmontaje del andamiaje jurídico montado desde 1985 tutelado por el Consenso de Washington (neoliberalismo). Esas leyes, incluyendo la Constitución Nacional, fueron hechas para favorecer la libertad total de las empresas transnacionales para llevarse sin obstáculos los recursos naturales del país y explotar los servicios como el agua y las telecomunicaciones. La Constituyente Boliviana deberá someter a los poderes públicos a un proceso de relegitimación que incluye la elección de un nuevo Presidente de la República.
La otra vía es la social. El nuevo gobierno tendrá que responder de inmediato con planes de emergencia a las necesidades del 70 % de la población pobre, de las naciones indígenas. Agua, salud, educación, alimentación, vivienda y vías de comunicación. Para ello, Bolivia cuenta con una nueva riqueza: El gas. Este recurso debe usarse para atender al pueblo.
¿Qué pasará con Sánchez Lozada?
Todos piden que sea enjuiciado. Sánchez Lozada es uno de los principales culpables de la situación de pobreza en Bolivia. En su primera presidencia (1992 – 1997) se aplicaron con mayor fuerza las medidas neobilerales. Sánchez Lozada consolidó el Apartheid boliviano. En su vuelta al poder hace apenas un año, intentó vender completamente a Bolivia para hacerle sufrir el calvario argentino del 2001.
Pero no será enjuiciarlo por ahora, pues estos mandatarios neoliberales que gobiernan de espaldas a pueblo y son marionetas del norte, siempre tienen todo cubierto, hasta su fuga. Ejemplos recientes: De La Rua, Bucarán, Pérez, Fujimori. Se van cargados con las maletas repletas (en un símil, sería "con sus cuentas repletas) de los dólares y euros.
¿Qué significa el triunfo de los pueblos bolivianos?
La Victoria de Bolivia, la hija predilecta de Simón Bolívar, de tan sólo 8 millones de habitantes, es un nuevo icono en la guerra contra las políticas neoliberales. Bolivia se suma a Venezuela, que en 1989 reaccionó contra un Carlos Andrés Pérez que se vendió al capitalismo salvaje y ordeno matar a miles de venezolanos en febrero de ese año pero que no evitó que el pueblo tomase el poder en 1998 y lo ratificará en abril de 2002, cuando el pasado neoliberal intentó volver. Bolivia se suma a la valiente Argentina que desde el 2001 se sacude el hambre causada por el Consenso de Washington. Se suma a Brasil. Le hace un llamado a los pueblos indígenas de Ecuador para que no abandone su lucha; de Perú, de Paraguay y de Colombia.
Pero en este momento el mayor triunfo de Bolivia es haber dado una bofetada a las amenazas bufas de la potencia estadounidense. Haberle dado una lección de dignidad al sumiso Secretario de la OEA, César Gaviria. Bolivia ha dicho: La soberanía y la autodeterminación de los pueblos se ejerce sin importar a quien le duela en exterior.
¿Repercute esto en Venezuela?
En primer lugar, a aquellos que por su ceguera política celebran declaraciones de voceros de Estados Unidos que añoran intervenciones extranjera en Venezuela que ruegan a organizaciones internacionales que se expresen mal de Venezuela aunque mientan, el mensaje es muy claro: Los pueblos se hacen su destino, ante su voz el mundo entero debe callar.
No hay OEA que valga ni SIP ni prensa internacional cuando se ejerce la voluntad de un pueblo, de las mayorías de un pueblo.
Segundo. En Bolivia se levantaron los indígenas, los campesinos, los pobres (80% de la nación) contra la opresión de unas minorías dominantes. Hasta las clases altas comprendieron esa situación. Tal vez son clases altas más sensibles y más nacionalistas que las de Venezuela. En Venezuela esas mayorías se alzaron desde 1989 y lograron su objetivo en 1999. Pero ahora, las elites desplazadas, apoyadas por Estados Unidos y sus organismos sumisos, con todo el poder económico acumulado por decenas de años, con el dinero que obtuvieron del petróleo, con sus medios de comunicación, esas minorías han pretendido regresar al pasado con golpes de estado, con paros criminales. Ojala tengan los suficientes ojos y oídos para ver lo que está pasando en América Latina. Bolivia es un claro mensaje.
Finalmente, la organización cimera de América, la OEA, al igual que la ONU, debe revisarse y reestructurarse. Dejar de ser un organismo de postulados y funcionarios públicos que creen tener respuestas a todo. Integrar a la sociedad civil con voz y voto. O mejor aún, es hora de una Organización de Estados Latinoamericanos, y el primer paso ha de ser la organización de la América del Sur.