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Latinoamérica

22 de enero del 2003

Los dos aspectos de la izquierda

Marco Aurélio Nogueira
Jornal da Tarde

La llegada del PT al gobierno federal ha sido interpretada, por muchos analistas y estudiosos de la política brasileña, como el resultado de un viraje hacia el centro. No faltan quienes ven, en esa trayectoria reciente de este partido, una aceptación más o menos explícita, más o menos disimulada, de las tesis de la socialdemocracia, la corriente más moderada de las que históricamente se vincularon al movimiento obrero..
En esa visión, el PT expresaría el reencuentro de la socialdemocracia con la clase obrera, una especie de reposición purificada del tipo particular de socialismo practicado por esta corriente. Creo que deberíamos aceptar con muchas reservas esta opinión. No porque no se pueda vislumbrar, en los últimos años, una firme y clara opción del PT por la moderación, por el realismo y por el pragmatismo. Hay de todo eso, con certeza. El partido avanzó rumbo a la victoria electoral demostrando una inequívoca disposición a revisar muchas de sus opciones programáticas y particularmente su modo de hacer y vivir la política. No tenemos forma de saber si esta disposición ya se convirtió en una nueva cultura para todo el universo petista, pero es un hecho que pasó a orientar los pasos de la dirección del partido..
Las relaciones de la izquierda con el centro no son simples, ni lineales. ¿La opción por el entendimiento con determinadas fuerzas de centro sería prueba de "reformismo" y moderación? ¿Traicionaría sus ideales un partido que se dispusiese a dilatar al máximo los tiempos de su programa máximo (las reformas socialistas) y hacer concesiones a una amplia coalición política para conseguir gobernar o para pavimentar el camino que llevaría a cambios radicales en el futuro? ¿Qué condiciones serían indispensables para que un diálogo con el centro no se traduzca en paralización y pérdida de carácter de la izquierda? Es evidente que el PT correrá riesgos si va hacia el centro en nombre de la gobernabilidad o de la mera constitución de un "capitalismo humanizado". En verdad, la búqueda del centro necesita de un polo de izquierda claro y fuerte para servir de referencia..
El diálogo de la izquierda con el centro sólo tendrá sentido si es pensado en término sustantivos, distante de la casuística electoral o del amor por la táctica que tantos tropiezos da a las fuerzas progresistas. Para la izquierda, el centro existe como algo a ser interpelado, en vista de una progresiva alteración de los equilibrios políticos, o sea una nueva hegemonía. Es por eso que el mejor modo de reflejar la realidad del PT no es siguiendo el camino que va de la izquierda al centro. A lo que estamos asistiendo hoy es a la transfiguración de un partido que se insertaba de modo casi exclusivo en los movimientos y las luchas sociales, en un partido que se dispone a echar raíces consistentes en el Estado y en el conjunto de las instituciones políticas. Tal transfiguración contiene un elemento inevitable de "moderación": su propia progresión significa el reconocimiento de la importancia estratégica del campo organizado por las instituciones, por las normas, por las exigencias de la gobernabilidad, por los tiempos más largos de la negociación política. Hay, por lo tanto, en esta operación, un riesgo efectivo de que se termine por convertir lo institucional en el único horizonte posible, con el consecuente abandono del reformismo social..
La cuestión que estaría en discusión hoy, por lo tanto, es la de saber de qué modo el PT está transitando de lo social a lo institucional: si avanza perdiendo los movimientos sociales que están en su sangre o si avanza dejándose contagiar por ellos; si actúa para "domesticar" lo social, dejándole la espontaneidad y el radicalismo, o si actúa para imprimir a lo social una nueva cualidad, haciendo que supere su dispersión, su corporativismo y se proyecte con fuerza efectivamente transformadora. La opción de la izquierda por lo institucional no tiene por qué traducirse necesariamente en falta de combatividad y moderación, pero eso se dará inevitablemente en la medida que ella pierda sus raíces sociales. Lo social y lo institucional funcionan, para la izquierda, no tanto como los dos lados de una misma moneda sino como las dos caras de un único rostro..
La "izquierda positiva" de la que habla el cientista político Gildo Marçal Brandão no se puede afirmar si es devorada por uno o por otro de estos dos aspectos constitutivos. Una "izquierda de gobierno" no puede mantenerse en pie sin una "izquierda de valores", o sobre las cenizas de una "izquierda de lucha".