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Internacional

El Imperio y sus humanos

Antonio Maira
Cádiz Rebelde.

Humano: ente abstracto repetido unos seis mil millones de veces que sólo sufre cuando no puede ver la CNN -o cualquiera de sus versiones locales-; o no puede votar, en un mercadillo electoral que se instala de vez en cuando, a los prohombres promocionados por esa misma CNN –o cualquiera de sus versiones locales- que se gastan millones de dólares o de euros para ser electos.
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Hace pocos días Rebelión publicaba un magnífico artículo de Héctor Díaz-Polanco, "Cuba en el corazón", en el que más que expresar ese sentimiento de afinidad y de amor hacia la Cuba revolucionaria al que se refiere su título, el autor hace un análisis sobre la peculiar interpretación liberal de los derechos humanos, pretendidamente universal e indiscutible, que está justificando atrocidades tales como la criminal distribución de la renta en el mundo; la guerra antiterrorista convertida en permanente, sucia y universal; la matanza, destrucción, ocupación y despojo de Irak; así como el bloqueo continuo, la guerra de "baja intensidad", el terrorismo permanente, las amenazas de agresión al modo masivo y preventivo, y la campaña de EEUU y sus aliados contra Cuba..
Díaz-Polanco invita al análisis crítico de ese imperativo ideológico del Imperio sobre los derechos humanos, que ha ganado terreno aceleradamente y que permite el sosiego de los intelectuales ante matanzas como las de Irak o Palestina, o ante hechos tan vergonzosos como el que la Comisión de Derechos Humanos de la ONU sesione pocos días después de iniciada la criminal guerra de Irak y no trate del asunto –lo que supone afirmar que la guerra no ha representado violación alguna de los derechos humanos- por no inquietar a los EEUU, el país que con el Reino Unido ha lanzado esa guerra violentando todas las leyes internacionales; o que pocas semanas después de finalizados los feroces bombardeos el Consejo de Seguridad de la misma ONU legitime, por unanimidad, la ocupación y gobierno de Irak por las potencias ocupantes –y por lo tanto la guerra- para un tiempo indefinido, y de paso la destrucción del sector público y el expolio de sus riquezas. Dicho sea de paso y ya que hablamos de derechos humanos, la resolución legitima también un modelo represivo que se va a establecer con dos tipos de tribunales: los militares que ha establecido Bush hace unos meses para su "guerra antiterrorista", y otros civiles presididos por jueces llegados desde el exilio y "entrenados por los EEUU" según señalan los voceros oficiales de Washington. Consecuentes con la absoluta arbitrariedad de su guerra los EEUU se niegan a aceptar cualquier modelo de tribunal internacional que pueda atenuar su inevitable opción por una justicia parcial de vencedores. De ese tema de la represión no ha hablado nada el Consejo de Seguridad pese a que hay miles de personas detenidas en campos de prisioneros y pese a los gravísimos antecedentes que por el mantenimiento de detenciones permanentes sin cargos en régimen de aislamiento total, la ausencia de toda clase de garantías y la realización reconocida de torturas, supone el centro instalado en Guantánamo. Hace pocos días se ha filtrado una noticia alarmante sobre el estado de detención de los miles de prisioneros iraquíes, amordazados con las manos amarradas a la espalda y encerrados en barracones en condiciones extremas de temperatura -"calor sofocante", decía la noticia-. Recodemos que la permanencia durante largos períodos de tiempo en posiciones incómodas y en condiciones ambientales extremas es una de las técnicas de "tortura limitada" cuyo empleo han reconocido las autoridades de los Estados Unidos. .
Tal vez la parte más urgente de la denuncia que hace Díaz-Polanco, se refiere a la progresiva aceptación por una parte de los intelectuales de izquierda de ese esquema de derechos, pretendidamente universal, que en realidad supone una enorme mutilación de todo lo que significa la reclamación de una dignidad humana para todos, y también a la gigantesca impostura de unos derechos que implican la perpetuación e incremento de la enorme desigualdad que mantiene en la pobreza y la marginación a cientos de millones de personas. .
Díaz-Polanco nos advierte sobre la progresiva, y en cierto modo y hasta cierto punto casi inconsciente, asimilación por los intelectuales de izquierda de la diferenciación radical entre derechos "civiles y políticos", por un lado, y derechos "económicos, sociales y culturales", por otro. Los primeros serían universales, obligatorios, efectivos y absolutos dentro del modelo y formas de realización que postula Occidente, y los segundos serían meras aspiraciones, cada vez más alejadas de la realidad y más cercanas a la utopía. El ciudadano universal exige –o más bien otros exigen en su nombre- la concreta libertad de información y de opinión que según se supone le "garantizan" las grandes multinacionales privadas de la comunicación, y también la posibilidad de colocar una papeleta en una urna precisamente en esos gigantescos mercados electorales que se celebran en las llamadas democracias liberales, pero no puede expresar, más que como deseo con mucha frecuencia cercano a la utopía, ninguna exigencia en relación con el derecho a la vida, al trabajo, a la seguridad en la lucha contra el hambre, la enfermedad, la ignorancia, la marginación social o la pobreza. ˇPuede usted votar y después cante un tango!.
Los derechos humanos según esta interpretación liberal generalizada por los intelectuales vinculados al poder y admitida por una parte de los intelectuales progresistas se han desconectado unos de los otros y todos ellos de las condiciones reales de la vida, y de las exigencias que derivan de esas condiciones cuando afectan gravemente a la dignidad de las personas.
A Cuba, por ejemplo, se le exige el establecimiento de "libertad de información" y "elecciones libres". Por un lado la libre actuación sin interferencias de las grandes empresas de fabricación de opinión, y por otro la organización de la cosa electoral como un mercado oligopólico gobernado por los grandes intereses económicos. Oculta detrás de esa limpia demanda de derechos está la planificación concreta y a certeza de la liquidación de todos los sistemas públicos que garantizan el cumplimiento universal de los derechos humanos sociales, económicos y culturales: la integración social y la seguridad vital de los niños, la salud y la educación, la suficiencia alimenticia, la seguridad social completa, el derecho efectivo al trabajo. Así funciona la separación y la jerarquización de los derechos humanos. Lo que resulta más asombroso en la aceptación de este esquema criminal de separación de derechos y de desvinculación de los mismos de las condiciones reales de ejercicio, es que cuando los políticos e intelectuales del liberalismo son reclamados por los desastres sociales que están provocando, ellos se limitan a señalar con el dedo a la nueva providencia-mercado..
Díaz Polanco animaba a que todos los intelectuales críticos participasen de un trabajo necesario y fundamental que rescatase la concepción de los derechos humanos basado en la dignidad de las personas, y que los interprete no cómo derechos abstractos, ahistóricos e independientes del contexto en el que se realizan, sino como logros y objetivos colectivos basados en la situación real de las personas y los grupos. Porque la observación fundamental del artículo era precisamente, como ya se ha dicho, la progresiva aceptación de ese discurso liberal de los derechos humanos por una parte importante de los intelectuales de izquierda. El "hasta aquí he llegado" del desapego de Saramago frente a Cuba, resonaba como incitación y advertía sobre la necesidad urgente del análisis que en parte realiza y al que invita Díaz-Polanco..

Hacia un derecho humano único

Creo que el tema que plantea y resume Díaz-Polanco es fundamental y que es necesaria una reacción inmediata y rotunda que impida la consolidación ideológica de la doctrina de los derechos humanos que propugnan los Estados Unidos.
Hay una parte del análisis que no toca nuestro amigo más que de forma indirecta. Es precisamente el del ejercicio de los derechos que la doctrina liberal aísla y proclama como "verdaderos derechos humanos", los "derechos civiles y políticos", en particular "la libertad de expresión y prensa y la participación política". Falsimedia como instrumento para la realización de libertades ciudadanas de información y expresión es una verdadera broma –véase, como ejemplo, el caso de Venezuela, o la manera como ha tratado en EEUU la guerra de Irak, falseando y ocultando la información más pertinente-. En cuanto a la participación política los procesos de mercantilización de los procesos electorales y de manipulación de la "opinión pública" van definiendo un modelo de control oligárquico que vacía por completo el supuesto contenido de esos derechos civiles y políticos.
Por otro lado la absoluta y arbitraria conculcación de esos derechos humanos proclamados como "necesarios" y de los que se colocan en el campo de los "deseos utópicos" que está realizando el Imperio. .
Por eso, para ampliar el trabajo de Díaz-Polanco hay que empezar diciendo que no sólo se trata de la reducción y jerarquización de los derechos humanos que realiza la doctrina liberal –la doble operación de cirugía a la que se refiere el autor de "Cuba en el corazón"- sino también de la absoluta mutilación de esos derechos "preservados" tan caros para los doctrinarios liberales. En rigor lo que está ocurriendo es una reducción de los derechos "civiles y políticos" que proclaman los liberales hasta la única postulación de un derecho colectivo, considerado como providencia de los demás derechos humanos: la libertad de Mercado o, con más precisión, la libertad de elegir en el mercado..
La situación es, en realidad -y ésta es otra puntualización al análisis de Díaz-Polanco-, muy trágica. Los derechos económicos, sociales y culturales que los liberales consideran como derechos no sustantivos –y por lo tanto postergables, situados en el terreno de lo "deseable", por no decir en el de las "quimeras"- han sido ahora colocados en el campo de los derechos no sólo no exigibles, sino no realizables, de ninguna manera, por el estado. La doctrina liberal de los derechos humanos no sólo define como "quimera" el derecho a la vida –alimentación suficiente, atención sanitaria, trabajo, cultura, vivienda- de la inmensa mayoría de sus humanos sino que establece la prohibición de que la "quimera" de vivir dignamente sea incluida en los programas de actuación de los estados. La posibilidad no sólo es postergada a tiempos más venturosos sino prohibida.

Participar del "sentimiento público" que fabrica y propaga Falsimedia, y seleccionar entre unas pocas papeletas electorales para elegir a unos cuantos expertos en manipulación, parecen ser las únicas "exigencias" admitidas en relación con los derechos humanos.
La irracionalidad de la situación es extrema: causa absoluta indiferencia, cuando no desdén, la reclamación de los derechos humanos básicos, por ejemplo el derecho a la alimentación y a la asistencia médica, por miles de millones de personas hambrientas y desamparadas; mientras parece encolerizar que once millones de cubanos suficientemente alimentados y con excelente atención médica, no puedan tener acceso a los medios de comunicación de grandes empresas. .
La reducción de todos los derechos humanos a la construcción de un espacio de Libertad para el Mercado tan amplio como el planeta, aparece en los grandes documentos y las grandes decisiones del Imperio.
La Nueva Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, el documento doctrinal más importante de los últimos años, lo dice reiteradamente con absoluta claridad:.
"Las grandes luchas del siglo XX entre la libertad y el totalitarismo terminaron con una victoria decisiva de las fuerzas de la libertad - y en un solo modelo sostenible de éxito nacional: libertad, democracia y libre empresa"
"En cambio, buscamos crear un equilibrio de fuerzas que favorezca la libertad humana: condiciones en que todas las naciones y sociedades puedan elegir por sí mismas las recompensas y los retos de la libertad política y económica"
"Por último, Estados Unidos aprovechará este momento de oportunidad para extender los beneficios de la libertad al mundo entero. Trabajaremos activamente para llevar la esperanza de democracia, desarrollo, mercados libres y libre comercio a todos los rincones del mundo.
El libre comercio y los mercados libres han demostrado su capacidad de levantar a sociedades enteras fuera de la pobreza -- por lo tanto, Estados Unidos colaborará con países individuales, con regiones enteras y con toda la comunidad del comercio mundial para crear un mundo que comercie en libertad y, por lo tanto, crezca en prosperidad".
"Hoy, la humanidad tiene en sus manos la oportunidad para hacer que la libertad triunfe sobre todos estos enemigos. Estados Unidos acoge con beneplácito nuestra responsabilidad de encabezar esta gran misión".
"Estados Unidos posee en el mundo poder e influencia sin precedentes - y sin igual. Esta posición, sostenida por la fe en los principios de libertad y por el valor de una sociedad libre, viene acompañada de responsabilidades, obligaciones y oportunidades sin precedentes. Se debe usar la gran fuerza de esta nación para promover un equilibrio de poder que favorezca la libertad".

"Estados Unidos debe defender firmemente las demandas no negociables de la dignidad humana: el imperio de la ley; límites del poder absoluto del estado; libertad de expresión; libertad de culto; justicia igualitaria; respeto a la mujer; tolerancia religiosa y étnica; y respeto a la propiedad privada".
"Estados Unidos debe partir de estas convicciones esenciales y mirar hacia el exterior en busca de posibilidades de expandir la libertad".
"El crecimiento económico, apoyado por el comercio libre y los mercados libres, crea nuevos empleos e ingresos más altos. Permite al individuo salir de la pobreza, acicatea la reforma económica y jurídica y la lucha contra la corrupción y refuerza el hábito de la libertad".
"El concepto del "libre comercio" surgió como un principio moral aún antes de convertirse en un pilar de la ciencia económica. Si uno puede hacer algo que otros valoran, uno debe poder vendérselo a ellos. Si otros hacen algo que uno valora, uno debe poder comprarlo. Esta es la verdadera libertad, la libertad de una persona -- o una nación -- de ganarse la vida"..

Los hechos corroboran también tanto la intención de construir un mercado libre de interferencias estatales para las multinacionales, como la consideración prioritaria de este objetivo por encima de cualquier otra consideración.
El administrador de Estados Unidos y el Reino Unido en Irak, Paul Brener, ha proclamado en su primera rueda de prensa al llegar al país, la persecución inmediata de dos objetivos prioritarios, uno de ellos "aligerar la deuda externa de Irak" –sin duda para castigar a Francia, Rusia y Alemania, principales países acreedores-, el otro "transformar la economía hacia un sistema liberal".
Bremer está dispuesto a realizar un cambio tan fundamental en el sistema económico sin consulta popular alguna.
La identificación subordinada entre democracia y mercado es sin duda la base justificatoria de medidas tan escandalosas como esa. Se trata del expolio como botín de guerra de todo el patrimonio social, colectivo de los iraquíes.
Para "justificar un hecho como este –que por cierto no ha provocado el menor comentario de tanto intelectual irritado con Cuba- habrá que convenir que la democracia no es el sistema de "gobierno del pueblo" ni tan siquiera un método mercantil de selección de "representantes", sino simplemente la situación social de poder que implica una "economía libre"..