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Internacional

23 de junio del 2003

Los discretos medios de comunicación no aparecen en la baraja de culpables

Norman Solomon
ZNet
Una nueva encuesta nos anuncia que, por un margen de dos a uno, los estadounidenses "usan palabras inequívocamente positivas en su descripción del presidente." El centro de investigación Pew publicó el 7 de mayo un estudio a nivel nacional en el que declara que "existen pocas dudas... de que la guerra en Irak ha mejorado la imagen del presidente" en EE.UU.

Tales valoraciones contrastan bruscamente con la imagen de George W. Bush en el extranjero. A mediados de marzo el centro Pew publicó los resultados de una encuesta mostrando que "el nivel de apoyo a EE.UU.

había caído en picado en los últimos seis meses", no sólo en países que se oponen a la guerra activamente, sino también en países que forman parte de la coalición de los voluntariosos." Así que, ¿por qué la mayoría de los estadounidenses se muestran, al menos, algo positivos con respecto a Bush, mientras que las cifras que indican "una visión favorable de EE.UU." son bajas en un país tras otro (48 por ciento en Gran Bretaña, 31 en Francia, 28 en Rusia, 25 en Alemania, 14 en España y 12 en Turquía)? En gran medida, la respuesta se puede resumir en pocas palabras: los medios de comunicación.

En conjunto, los medios informativos estadounidenses hacen un gran trabajo cuando nos dicen lo maravillosos que son los máximos líderes estadounidenses en dirigir los grandes progresos del Tío Sam por todo el planeta. El contraste con los malhechores, especialmente en nuestros televisores, no podría ser más claro.

Meticulosos investigadores en el grupo de observación mediática FAIR, del que soy miembro, señalaron recientemente que las cadenas de noticias estadounidenses "han sido rápidas en declarar la guerra de EE.UU. contra Irak un éxito, pero que investigaciones más a fondo sobre las posibles consecuencias de salud y medioambientales de la guerra han sido escasas." Durante la guerra, según el periódico londinense The Guardian, el Pentágono lanzó 1.500 bombas de racimo, armas horrendas que disparan pequeñas piezas de metal que rebanan el cuerpo humano. Bombas de racimo sin explotar están detonando ahora, a veces en las manos de niños iraquíes. Y, como hiciera durante la primera Guerra del Golfo, esta primavera el gobierno de EE.UU. ha reforzado alguna munición con uranio empobrecido, el cual deja finas partículas de polvo radioactivo que se han relacionado con el cáncer y deformidades en el nacimiento.

Estas son historias importantes, conocidas por la mayoría de la gente que sigue las noticias en muchos países, pero no en EE.UU. Buscando en la completa base de datos Nexis sobre medios de comunicación, hasta el 5 de mayo, los investigadores de FAIR encontraron que "no ha habido reportajes a fondo sobre bombas de racimo desde el comienzo de la guerra en los informativos de por la noche de ABC, CBS o NBC".

Estos espacios informativos sólo "mencionaban de paso las bombas de racimo".

La cobertura de los programas informativos de la tarde fue aun peor en cuanto a información sobre uranio empobrecido. "Desde comienzos de año", según ha descubierto FAIR, "las palabras uranio empobrecido no han sido pronunciadas ni una sola vez en World News Tonight de ABC, CBS Evening News o NBC Nightly News, según Nexis".

Mientras tanto, la baraja de cartas con los 52 iraquíes malos, con Sadam Husein como el as de picas, se ha convertido en una de las grandes innovaciones mediáticas de la guerra contra Irak. Por casualidad, el mismo día que FAIR terminó su investigación, "cinco especialistas de inteligencia del ejército", los que diseñaron las cartas, fueron venerados en Washington.

Un portavoz de la Comandancia Central dijo que no había "una sola palabra en las cartas que ayudase a encontrarlos". Pero la baraja del Pentágono ha resultado ser una pincelada de genio mediático. Se aprovecharon del apetito del público estadounidense por las formas divertidas de identificar a los hombres malos a los que se daría caza.

Los medios informativos continúan animándonos a creer que los líderes de EE.UU. están hechos de un material totalmente diferente al de los malhechores iraquíes de la baraja de los más buscados. Pero no lo creo.

En algunos aspectos, las iniciativas tomadas por esos hombres y mujeres tienen más explicación que las adoptadas rutinariamente en la política estadounidense.

Muchos de los afiliados del partido Baath tenían buenas razones para temer por sus vidas, y las de sus allegados, si se burlaban de Sadam. Por el contrario, muchos políticos y funcionarios electos en Washington han optado por políticas nefastas por el simple hecho de temer que la fuerza disidente les costara prestigio o poder. ¿Por qué denunciar el uso de bombas de racimo o de uranio empobrecido y arriesgarse a perder un cargo importante en Washington? ¿Por qué posicionarse moralmente contra una guerra que ya ha empezado y arriesgarse a perder las próximas elecciones? Puede que algún día se imprima una baraja de cartas con las caras de ciertos altos cargos de los partidos republicano y demócrata de EE.UU. Por supuesto, no habrá invasores alrededor que impongan la operación de captura. Y, ante la ausencia de medios informativos independientes, las cartas necesitarán largas anotaciones en el revés para explicar el coste humano de las decisiones tomadas por esos altos cargos.



Norman Solomon es coautor de "Target Iraq: What the news media didn't tell you".

Traducido por Fran Bastida y revisado por Mateu Llas