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Internacional

Armas de exterminio masivo en Washington
¡ Y estaban tan cerca !

 Miguel Ángel Untoria Pedroso / Granma

A la administración de George W. Bush las cosas no le están saliendo tan bien últimamente, como su propaganda quiere hacer ver en todo el mundo, y van quedando en evidencia sus falacias y desenmascarados sus mentiras y ocultamientos.
Por una irónica casualidad, especialistas estadounidenses descubrieron ahora un arsenal de armas de exterminio masivo nada menos que a solo 80 kilómetros de Washington, la capital del imperio, según la información aparecida en The Washington Post.
Los expertos militares descubrieron un gran arsenal de armas biológicas enterrado en el área de Fort Detrick, en el estado de Maryland.
Más de 2 000 toneladas de productos tóxicos extremadamente peligrosos dejaron estupefactos a los investigadores, en particular 100 frascos con ántrax y otros gérmenes mortales, incluso una forma no viral del ántrax.
También se descubrieron frascos con bacterias vivas que pueden provocar la brucelosis o un tipo de neumonía muy grave.
Los especialistas han calculado que esa enorme cantidad es suficiente para afectar a media humanidad.
Como parte de este "gran misterio" aún faltan por analizar medio centenar de cilindros presurizados con gases y sustancias líquidas en su interior, que podrían contener cualquier otro engendro diabólico.
Hasta el presente el oficial encargado de la investigación ha informado que esos medios de guerra biológica formaban parte de un programa de guerra bacteriológica de EE.UU. que después de ser clausurado por el entonces presidente Richard Nixon, en 1969, fue abandonado y olvidado.
Pero también causa gran preocupación entre los investigadores que todo ese peligrosísimo arsenal carece de documentación y no existen informes al respecto en los archivos.
Según lo publicado por The Washington Post, el teniente coronel Donald Archibald, director de seguridad de Fort Detrick, afirmó: "La documentación que podría aclarar de dónde proviene todo esto, simplemente no existe".
Quizás los norteamericanos se sorprendan ahora, pero nuestro país ya sufrió en carne propia en 1981, los resultados de los maquiavélicos experimentos de los especialistas norteamericanos de ese mismo centro.
Según se recoge en la Denuncia del Pueblo Cubano sobre daños humanos, en esa instalación militar, entre otros experimentos criminales, se realizaron pruebas con mosquitos contaminados con fiebre amarilla y dengue y existía la posibilidad de propagar esas enfermedades de forma artificial, según se plantea en los libros Las armas del mañana, del general norteamericano D. Rotshils, y Las armas silenciosas, del periodista inglés Clark.
La epidemia nos causó cientos de muertos, principalmente niños, y miles de personas fueron contagiadas.
Desde afuera, quizás la mayoría coincida en un mismo comentario:
¡Tanto buscaron las armas de destrucción masiva en Iraq, y las tenían tan cerca!