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Internacional

6 de junio del 2003

Una alianza por la humanidad

Angel Guerra Cabrera
La Jornada

Desde que el grupo de Bush junior asaltó ilegalmente la Casa Blanca y puso en práctica su irracional proyecto de dominio mundial la humanidad se enfrenta a una situación tan peligrosa como ninguna anterior en la historia. Bush aprovechó el clima solidario con el pueblo estadunidense creado por el atentado del 11 de septiembre para instrumentar rápidamente su agenda, que consiste en la destrucción de valores morales, jurídicos y culturales edificados a lo largo de milenios, de lo que no escapa Estados Unidos, donde ha suprimido históricos derechos constitucionales e iniciado una ola represiva xenófoba, implanta el control policial generalizado e institucionalizó la mentira como práctica gubernamental. Simultáneamente, arrasó y ocupó sin justificación alguna dos naciones imponiéndoles un orden colonial clásico y amenaza con hacer los mismo en más de sesenta países. A la vez, impulsó el proceso de extinción de nuestra misma especie y de toda forma de vida sobre la Tierra, al rechazar el Protocolo de Kyoto y proclamarse partidario de aumentar el consumo por su país -ya estratosférico- de los hidrocarburos del mundo. Si no se les detiene a tiempo, los bushistas arrastrarán al género humano a su fin, sea mediante la acción expedita de sus bombas inteligentes o la más lenta, pero implacable, del ecocidio.

Hoy no existe, como frente la Alemania de Hitler, un poder militar que pueda frenar estos planes, pero cruzarse de brazos ante ellos implicaría admitir que nuestros hijos, nietos y bisnietos vivan en un mundo de tinieblas e intolerancia y condenarlos a una muerte segura. ¿Qué hacer entonces frente a esta amenaza apocalíptica? Es evidente que sin renunciar al derecho sagrado de los pueblos a la resistencia armada contra la guerra de agresión, hoy es posible articular una alianza por la salvación de la humanidad de una amplitud sin precedentes, cuyo escenario de lucha sería político y sus armas las ideas humanistas universales: el derecho de los pueblos a su soberanía y autodeterminación, a la justicia social y la equidad, a la paz, al respeto de las minorías étnicas y de la diversidad cultural, a un mundo ético basado en el ejercicio de la libertad y la solidaridad entre las personas sin importar su raza, credo, ideología o jerarquía social.

Hasta aquí, en mis palabras, el preámbulo de la propuesta presentada por varios intelectuales mexicanos en días pasados en La Habana ante unos cuarenta colegas cubanos. La propuesta se basa en esta conclusión previamente expuesta al grupo en México por Pablo González Casanova: una vez derrotada la reciente campaña mediática contra Cuba con el apoyo de gran parte de la intelectualidad latinoamericana, de estadunidenses y europeos al manifiesto A la conciencia del mundo, lo que sigue -como la mejor manera de defender a Cuba- es frenar la política agresiva y depredadora que hoy amenaza al mundo entero. El sociólogo argumentó la necesidad y la urgencia de crear un frente internacional, que -subrayó- no debiera conformarse con resistir, sino pasar a la ofensiva y proponer formas de organización social y de hacer política alternativas a las hegemónicas. Planteó que los pilares de esa empresa están en el movimiento internacional contra la globalización neoliberal y en el que se opuso a la agresión contra Irak, sin excluir a nadie dispuesto a sumarse.

En La Habana, Víctor Flores Olea, al presentar la propuesta, enfatizó en que esta alianza, para triunfar, necesita del concurso de los estadunidenses, de sus reservas morales inspiradas en su tradición democrática y su auténtica cultura, hoy marginadas. Ellos, dijo, han sido la primera víctima de la guerra contra el "terrorismo" y merecen nuestra solidaridad. El poeta Juan Bañuelos destacó la riqueza y la fortaleza que aportaría al empeño la presencia indispensable de los pueblos indígenas, "quienes sufren tal vez como ningún otro grupo social las políticas neoliberales". El historiador Horacio Labastida afirmó: "Estamos en Cuba para reiterar nuestro compromiso con su defensa; Cuba es la antítesis del imperialismo y por eso mismo está amenazada como ningún otro país. Al defender a la humanidad, debemos defender a Cuba porque es aquí donde el ser humano ha conseguido alejarse de la bestia en que quiere convertirnos el capitalismo".

Estos planteamientos dan la tónica prevaleciente en la reunión, donde a mi juicio lo más notorio fue la identidad de criterios entre los hijos de las patrias de Juárez y Martí, dos hombres unidos en el siglo XIX por ideales muy semejantes a los que marcaron de principio a fin esta cita a inicios del siglo XXI. Acaso la propuesta mexicana sea la chispa que haga combustionar el motor de este gran movimiento. Allí se escuchó citar a Juárez y su firme postura contra la injerencia y la intervención imperial y al señalar una postura común de los cubanos, uno de ellos recordó este pensamiento tan actual de Martí: antes que la patria está la humanidad.

guca@laneta.apc.org