VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Internacional

Poemas de Bagdad y de mentira



Wu Ming 6
Cádiz Rebelde

Un poema no puede aumentar la renta de una de las ciudades más pobres del país, escasos siete mil euros, ni puede evitar que los suizos elijan a un millonario que propugna y financia la xenofobia más directa y, en secreto, alienta la indirecta, esa que es larva y que luego acaba siendo pulsión de linchamiento y destrucción del otro como aquel pogrom –o caza al marroquí- de El Ejido hace tantos editoriales o el reciente golpe de Maremagnum. Un poema tampoco puede destruir el muro que separa a palestinos de israelíes, ni puede arrebatar de las garras de las parcas a Manuel Vázquez Montalbán. No obstante, el vergonzante muro puede contener la rabia en grafiti de un pueblo aplastado y acoger una palabra que denuncie bajo un cielo partido por la estela de un caza como un trazo de sangre derramada.
Los poetas chilenos bombardearon con millones de poemas el palacio de la Moneda hace unos años. George Bush, después de bombardear con racimos de bombas Irak y tras asesinar a Couso de un poco lírico cañonazo, escribió un poema que su mujer (la que lo sacó del alcoholismo a fuerza de amor y rezos o amenazándole con la abstinencia sexual –según las versiones) hizo público hace unas semanas; tiempo antes de que la cifra de muertos de las tropas ocupantes se elevara a 116. Roses are red Violets are blue/ Oh my, lump in the bed/ How I've missed you. /Roses are redder/ Bluer am I/Seeing you kissed by that charming French guy./ The dogs and the cat, they missed you too Barney's still mad you dropped him, he ate your shoe. The distance, my dear, has been such a barrier Next time you want an adventure, just land on a carrier. Las rosas son rojas/ las violetas azules/ Oh, mi bulto en la cama, cuánto te he echado de menos/ presenciando el beso de ese cariñoso chico francés/ los perros y el gato te echan de menos/ (...) Culmina el poeta con un arrebato militarista, con ese «La próxima vez que quieras una aventura, sólo aterriza en un portaviones».
Por su ingenua lírica y manida fórmula de Roses are red... sabemos que fue el propio George el que garabateó esas líneas para su esposa, a la que Chirac besaba la mano en un revisitado french kiss como acto simbólico de una normalidad en las relaciones entre ambos países (Los franceses además apostaron por Woody Allen que no se resistió a la llamada de la France). No existe negro, ni nigger, que le hiciera tan flaco favor a la obra del presidente americano, aunque al fin y al cabo, esta posibilidad es común ya que todos hemos visto a algunos de los mejores cerebros de nuestra generación destruidos por la televisión, la publicidad, el dinero, vagando por las ostentosas calles de los mecenas mediáticos. Otros acaban destruyéndose para saber que son ellos mismos y no todos los otros que les venden cada día.
Parece que a los poderosos les gusta darse un bruñido de sensibilidad y tienden a considerarse buenos lectores de poesía. Ejemplos patrios los tenemos en Aznar en el programa-loa de Sánchez Dragó y a Zapatero diciendo en un programa de televisión que admiraba a Gamoneda. Ninguno se ha decidido a publicar sus versos garabateados en la soledad de los despachos y las reuniones para repartirse el mundo ya que estas aficiones apestan a tareas y deberes impuestas por asesores e institutrices. Sólo el inefable George, vía Laura Bush me-duele-la-cabeza-cariño, ha sido capaz de tamaño muestrario de lírica.
El poema sobre un bulto saltó a los medios y el onumaratón de la comisión de donantes hace bulto en el orquestado expolio de Irak. Se maquilla con hermosas metáforas de la reconstrucción bajo el fuego resistente de los iraquíes, se piden limosnas y las madres de los soldados americanos abren el sobre con la idéntica carta que les manda el gobierno donde se asegura que todo va bien, que no hay peligro... para sus bolsillos, claro. A dónde irán las palabras que no se quedaron, a dónde los 4.000 millones de dólares... Así mismo, el presidente de este país también hace bulto en el pelotón de pelotas y Madrid acoge a los donantes, ciudad ensombrecida por la dosificación mediática de los resultados de las elecciones para que la victoria de los honrados del ladrillo sea más simbólica y aparezcan como invencibles.
Insistimos. Un poema no puede devolver la vida a los muertos civiles en esta postguerra injusta. Ni puede limpiar la sangre iraquí que se irá guardando en las cajas de seguridad de la reserva federal. Pero entre el poema de Bush y las letras de un hipotético grupo de rap palestino o de la vanguardia cultural de la resistencia iraquí hay un lirismo que debe fascinarnos: el de la resistencia ante tantas odas a las etéreas armas de destrucción masiva, los sonetos al prometeico soldado americano y las sextinas a la sexta flota.
Cuando Antonio Machado encabeza la lista de los 40 poetas principales del siglo que ha editado Visor- ahondando en ese afán del listismo que siempre uno echa de menos que repasen el directorio de los asesinatos de los sátrapas- sabemos que el vate George W. seguirá escribiendo su volumen de poesía bélica, los cantares de gesta que ensalcen su lucha contra el Mal a sangre y fuego. Obnubilarán a los que no les haga falta atarse al mástil del palo mayor para oír los cantos del tejano y sus trovadores del telediario. A nosotros se nos deshará la cera cuando recordemos a las muertes de niños heridos, las madres destrozadas. ¿Quién ha de helarte, flor de sangre, dime?/ hay en la pobre alcoba un olor a espliego;/ fuera la oronda luna que blanquea/ cúpula y torre a la ciudad sombría. Invisible avión moscardonea/ -¿Duermes, oh dulce flor de sangre mía?/ el cristal del balcón repiquetea/ ¡Oh fría, fría, fría, fría, fría!