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Internacional

Armas letales en Panamá

(Gilberto Marulanda*) .

Panamá - La guerra contra Irak podría iniciarse de un momento a otro como respuesta de George W. Bush a la supuesta fabricación y posible empleo de armas químicas y radiactivas por parte de esta nación. Miles de soldados estadounidenses y equipos de guerra, de lo más sofisticados, han sido trasladados hasta el Medio Oriente, considerándose inminente la conflagración..
Pese a no pretender analizar las causas y posibles consecuencias de esta situación, las menciono con el objetivo de resaltar la doble moral de la política internacional del Gobierno estadounidense, ya que por un lado, se erige como defensor del mundo ante el peligro de la fabricación, experimentación y empleo de armas químicas y radiactivas, y por el otro lado, no cumple eficientemente con su responsabilidad de sanear las áreas que contaminó durante décadas en el istmo de Panamá..
El caso investigado más recientemente por especialistas panameños, y hallazgos realizados por expertos de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas fue el de la isla San José en julio de 2001 y enero de 2002, confirmando la existencia de contaminantes derivados de la ocupación del Ejército estadounidense en este sitio, entre los años 1943 a 1948. La respuesta de Washington ante la solicitud oficial de Panamá para la limpieza de estos materiales peligrosos para la vida, ha sido menos que tibia, no comparable con la celeridad de sus intenciones de desalojar del poder a Sadam Husein, presidente de Irak, y limpiar de armamentos de destrucción masiva ese país y el resto del mundo..
Isla San José es la punta del iceberg del grave problema de la contaminación por municiones vivas, armas químicas y radiactivas empleadas en campos de experimentación y entrenamiento por parte del ejército de las barras y estrellas. La devaluación de cientos de hectáreas en las áreas revertidas (polígonos de tiro y campos de bombardeo) asciende a millones de dólares, daños a la fauna y la flora, y qué decir de la veintena de panameños muertos por los desafortunados encuentros con estas municiones durante las últimas décadas del siglo pasado. Es preciso destacar que alrededor de esas armas letales en Panamá viven miles de personas expuestas a contaminantes, desechos y municiones sin detonar, algunas de las cuales duermen un largo sueño que podría ser interrumpido por un agricultor, pescador, obrero de la construcción o ¿por qué no?, espontáneamente, por causas naturales de movimientos exógenos o endógenos de la tierra..
Desde su establecimiento en Panamá, las fuerzas militares de Estados Unidos contaminaron nuestro suelo, aguas y espacio aéreo; los casos más graves han sido documentados y tanto el gobierno pasado como el actual, por medio de la Cancillería, ha solicitado a Estados Unidos cumplir con el saneamiento de esas áreas. Los resultados de esas gestiones diplomáticas no han dado los frutos esperados y esa potencia mundial ha evadido, de una forma u otra, su obligación. Según el licenciado Juan A. Tack, ex canciller de la República, "el tratado de 1977 no exoneró a Estados Unidos de la responsabilidad que le compete de limpiar lo que ensució con desechos, experimentos o entrenamientos con municiones vivas, armas químicas y radiactivas en las riberas del Canal"..
Sumado a lo anterior, considero como un deber moral de ese país responder por las pérdidas de vidas causadas, directa e indirectamente, por los efectos contaminantes y explosivos dejados por ellos. En este contexto, es oportuno realizar las debidas investigaciones dados los elevados índices de muertes por cáncer y otras afecciones en algunos lugares del país, en donde establecieron sitios de defensa, tal como en Monagrillo, por dar un ejemplo, en la península de Azuero..
El Gobierno de la república de Panamá debe insistir, por la vía diplomática y del derecho internacional, para que Estados Unidos se haga cargo de resarcir los daños causados al medio ambiente panameño e indemnizar a las docenas de hogares que han perdido familiares o cuyos miembros han quedado lisiados como consecuencia de los efectos de estas armas de guerra. Adicional a lo anterior, se debe pedir a las entidades idóneas, en el ámbito nacional e internacional, que investiguen las posibles repercusiones que contra la salud pública pueden provocar los desechos tóxicos o armas químicas empleadas por las fuerzas armadas de Estados Unidos durante los casi 100 años de su presencia en Panamá..
*El autor es profesor investigador de la Universidad de Panamá gilbertomarulanda@hotmail.com.