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La vieja Europa

¿Y SI ESTO FUERA EL FASCISMO?


Cyntia Marin
cadizrebelde.com

Hay personas y analistas, que más allá del exabrupto natural ante una acción injusta y arbitraria, no se atreven a llamar fascista a nada de lo que nos rodea. Puede que estén esperando a ver por la avenida de sus ciudades el desfile de jóvenes paramilitares, banderas con cruces gamadas, salidas de fieles de las iglesias con los brazos efectuando el saludo romano, y un campo de concentración con cámaras de gas en las afueras donde se amontonen comunistas, gays, independentistas, feministas, ecologistas, anarquistas y hasta socialistas, estar esperando, a la postre, que la Historia se repita para entonces sí en tono solemne decir: ha llegado el fascismo. Esto supone negarle al fascismo la posibilidad de adaptación a las nuevas realidades, porque este movimiento político, social, económico y cultural es falso que haya muerto con el avance del ejercito rojo ni con el desembarco de Normandía. Es evidente que no nos referimos a los grupúsculos de ultraderecha pegados a la nostalgia mitológica ni a algunas hinchadas futboleras, ni tan siquiera a la xenofobia y el racismo con rédito electoral en países como Francia o Austria, sino a la misma naturaleza del sistema en el que vivimos.
El tema no es baladí, porque definir con exactitud el escenario donde nos movemos, comprender la realidad que nos rodea, significará disponer la respuesta y los métodos de lucha a aplicar. José Ignacio González Faus, responsable de Cristianismo y Justicia, publicaba un artículo en La Vanguardia el pasado 11 de Agosto titulado "El fascismo que viene", donde hacía una aproximación muy lúcida al problema, y es necesario que todas y todos reflexionemos sobre ello, ya que no se trata de buscar en los parámetros clásicos del fascismo, porque éste ya existe/gobierna/avanza a nivel mundial, y por tanto el combate hay que afrontarlo desde esa misma escala, y este es un cambio cualitativo de importancia. Ya no veremos a Hitler invadiendo Polonia y Francia sino a la elaboración mediática de inseguridad para que luego una democracia occidental (con pedigrí y denominación de origen) nos salve y nos devuelva la tranquilidad a costa de muertos y miseria, por cierto una explicación muy similar a la dada por los responsables nazis para invadir Europa. Un gendarme mundial con sus aliados controlando el planeta en el terreno militar, pero también en el económico, quién puede sobrevivir sin las recetas del Banco Mundial y el FMI, la política así aparece no sólo subyugada al integrismo del mercado, sino convertida en mera referencia y justificación para que no veamos en el hecho la mano ¿invisible? del fascio. Claro que esa virtualidad les resulta difícil esconderla, quizá por falta de necesidad ante la respuesta tan cómoda que ofrece la denominada izquierda institucional, tal es el caso de la evidente eliminación de una conquista de la revolución burguesa, como es la separación de poderes, hoy todo el mundo sabe el poder que tiene una llamada a tiempo de un ministro o de un jefe de gobierno a un juez, todas sabemos que Partido colocó a uno de los suyos en tal o cual tribunal, en una palabra, se acepta el fascismo con naturalidad, sólo se exige que no se mente, para que los dueños del poder no vean amenazadas sus actuaciones con epítetos desagradables. Hay que hablar de democracia y libertad para no practicarla y hay que mentar el fascismo como una ideología totalitaria pero sólo y exclusivamente asociado a Mussolini y Hitler, para nada a la vida cotidiana de nuestras lustrosas democracias, y de esto bien se encargan los falsimedia*, los medios de información que van trabajando en el perfil del ciudadano perfecto, es decir, el que cree que vive en libertad porque vota cada cuatro años, se aleja de cualquier tejido social y reivindicativo, para vivir como propia la vida tormentosa de algún famoso cocainómano, siempre dispuesto a cobrar por entretener al prójimo, y hacer con eficacia el trabajo diseñado por el sistema, que el que lo ve y lo oiga no piense, ni tan siquiera en si mismo, el ser humano definitivo: amnésico e inmovilizado.
Es evidente que no faltarán voces que ante la desaparición vertiginosa de lo público (la enseñanza, los servicios, la salud...), el aumento de la xenofobia, el rechazo de la emigración, el empleo basura, el auge del capitalismo financiero a costa en buena medida del capitalismo industrial, la política escaparate y de diseño para ocultar la falta de ideas, el consumismo como única lógica vital, la competitividad y el individualismo como ideología base, argumenten que eso es por el neoliberalismo imperante, por la derecha pura y dura que nos gobierna, y que ahí, en medio del éxtasis y la verborragia, nos inviten a combatirlo con un programa socialdemócrata agresivo, que es lo mismo que lo anterior pero con una sonrisa perenne y un gesto tipo "¿qué otra cosa podemos hacer?". La respuesta es nada porque de la nada vienen, porque el fascismo tiene adoctrinada a sus criaturas, incluso prepara en camerinos a los actores que van a ir vestidos de rojo en esta gran opereta. De todos modos hay esperanza en quienes entraron al teatro y se salieron, entre los que no entraron por convicción, entre los que aún dentro huelen a podrido y buscan luz en el exterior, y en quienes simplemente nacieron fuera. Al fascismo le preocupa lo que no controla, por eso siempre le puso más nervioso un acto callejero espontaneo que un parlamentario excelso, y eso deberíamos tenerlo en cuenta, incluso nosotras y nosotros, los comunistas.

* falsimedia: sustantivo creado por Antonio Maira y que ilustra la manipulación, falsedad y negocio vil de los medios de comunicación al servicio del sistema capitalista y/o el fascismo.