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La vieja Europa

23 de agosto del 2003

Los jóvenes españoles sufren las mayores tasas de desempleo y precariedad laboral de la UE


Rebelión
En el estado español, cerca del 60% de los 8,4 millones de menores de 30 años en edad de trabajar, forman parte del mercado de trabajo como ocupados o parados. Esta tasa de actividad es inferior a la registrada en la Unión Europea, lo que sitúa a los jóvenes españoles en peor situación en cuanto al acceso al empleo se refiere. De hecho, prácticamente la mitad del total de parados son jóvenes entre 16 y 29 años.

Los jóvenes menores de 30 años (junto a las mujeres) son el colectivo con mayor incidencia de desempleo. Uno de cada cuatro jóvenes incorporado a la actividad laboral está en paro, una tasa que está nueve puntos por encima de la registrada en la UE (el 40% de los jóvenes parados lleva más de un año buscando trabajo, por lo que puede considerarse parado de "larga duración"). Esta situación es aún peor entre las jóvenes trabajadoras, ya que una de cada tres está en paro. El desequilibrio entre sexos se ve con más claridad si cabe cuando se compara con la UE: mientras que la tasa de paro de las jóvenes europeas (17%) supera en dos puntos a la de los hombres, las jóvenes españolas sufren una tasa de paro (32%) casi trece puntos por encima de la de los hombres.

Según CC.OO., junto a la escasez de empleo para jóvenes (sobre todo mujeres), la temporalidad excesiva es otro de los grandes problemas de los jóvenes trabajadores.

Si bien uno de cada tres asalariados en España tiene un empleo temporal, con lo que la tasa de temporalidad española (30%) casi triplica la media europea, los jóvenes sufren en mayor proporción la precariedad laboral: la mitad de los trabajadores con contrato temporal son menores de 30 años, de manera que la tasa de temporalidad de los jóvenes es del 57%, treinta y cinco puntos más que la de los mayores de 30 años.

Como consecuencia de la temporalidad, los trabajadores se ven sometidos a una elevada rotación laboral, ya que los contratos son de duración muy corta (la mayoría tienen una duración inferior a tres meses), que se convierte en fraude de ley cuando en una misma empresa y para un mismo trabajador se encadenan contratos temporales para cubrir actividades permanentes. La mayor presencia de jóvenes en las plantillas de empresas de trabajo temporal (el 65% de los ocupados en estas empresas tienen menos de 30 años) hace que los jóvenes sean los "candidatos idóneos" a padecer este tipo de abusos y una mayor precariedad en el empleo.