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La vieja Europa

9 de agosto de 2003

La ampliación de la UE provoca una crisis económica en Portugal

Pablo García
Revista Amanecer

Durante el primer trimestre de este año, la economía de Portugal se contrajo en un 1,2% en términos reales, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Esta caída fue debida en gran medida a la débil demanda interna, que se redujo aún más en dicho trimestre, tras una caída ya importante en el anterior.

En las recientes semanas, casi todos los informes diarios señalan que la economía portuguesa se encuentra en una situación de caída libre. Las cifras publicadas por el Banco de Portugal sugieren que la confianza empresarial se encuentra en el punto más bajo desde 1993, año en que tuvo lugar la última recesión importante.

El desempleo creció en un 26,3% el pasado año en relación al año 2001. La tasa oficial de paro se halla actualmente en el 6,7%, en comparación con el 4,3% del 2002, aunque, según los observadores, la cifra real sería de un 7,6%.

El origen de la crisis se remonta a poco antes de entrar en vigor el euro. En ese momento, los tipos de interés del país estaban por encima de los de Francia o Alemania. Los bancos portugueses creyeron que había una oportunidad de obtener beneficios debido a la diferencia de tipos y comenzaron a pedir préstamos de grandes cantidades de francos franceses y marcos alemanes. Estos préstamos fueron convertidos luego en escudos portugueses y utilizados para alimentar un boom crediticio. Esta masa de dinero que circulaba por el país hizo que los tipos cayeran y tendieran a equipararse con los de Francia y Alemania, incluso antes de que el euro entrara en vigor. Mientras tanto, la disponibilidad de dinero barato llevó a que un gran número de empresas y hogares pidiera créditos a un ritmo que era, ni más ni menos, que insostenible. El sector de la vivienda experimentó también un fuerte crecimiento.

Este boom crediticio llevó a un fuerte incremento del déficit comercial y la inflación, lo cual comenzó a preocupar al Banco Central Europeo (BCE). La inflación portuguesa fue uno de los factores que motivó que el BCE mantuviera los tipos de interés altos, pese a esto perjudicaba a Alemania, Francia e Italia, entre otros países.

En la actualidad, el boom crediticio ha terminado y la economía ha entrado en una fase de ralentización. Por su parte, las autoridades del Banco Central Europeo han criticado públicamente las políticas fiscales adoptadas por el gobierno portugués y han declarado que Portugal ha roto el Pacto de Estabilidad y Crecimiento que dio lugar al nacimiento del euro. A finales del año pasado, el país tenía un enorme déficit de un 4,1%, bastante por encima del límite establecido en el Tratado de Maastricht que era de un 3,0%. Dado que los bancos portugueses están utilizando estos préstamos internacionales para financiar los suyos propios, se teme que el país no tenga fondos suficientes para pagar todas sus deudas.

En realidad, la fuente real de esta crisis tiene que ver con el cambio en la posición global de Portugal. En los años noventa, Portugal tomó el relevo de España como fuente principal de mano de obra barata en Europa. Esto hizo que se instalaran en el país numerosas empresas multinacionales, hecho éste que favoreció el crecimiento económico del país (una media del 3,5% anual), que se situó bastante por encima de la media de los países de la Unión. Esto dio lugar a una caída en la tasa de paro y una mejora de los servicios públicos. Estos factores dieron en 1999 al Partido Socialista, liderado por Antonio Guterres, la victoria más abrumadora lograda por un partido en la historia de la reciente democracia portuguesa. Dos años después Guterres hubo de dimitir tras la humillante derrota de su partido en las elecciones municipales.

En realidad, los planes de la Unión Europea para llevar a cabo una ampliación hacia el Este han supuesto un duro golpe para Portugal. La mayoría de esos países poseen una mano de obra más barata que la portuguesa y legislaciones fiscales mucho más favorables para los inversores extranjeros. A esto hay que añadir que la Unión Europea paga subvenciones a las empresas que se instalan en los países más pobres de la Unión, que pasarán a ser en breve los del Este, una vez que se hayan adherido a la Unión. El salario medio de un portugués es de 750 euros, en comparación con los 350 de un checo o los 100 de un búlgaro. En la actualidad, una media de dos compañías al mes cierran sus instalaciones y se van de Portugal para instalarse en el Este.

Esto allanó el camino para que el Partido Social Demócrata (de centro derecha, pese a su nombre), liderado por Jose Manuel Durao Barroso, consiguiera el poder tras haber pasado siete años en la oposición. El actual gobierno encabezado descansa sobre una coalición entre el PSD y el conservador Partido Popular.

El nuevo ejecutivo ha aprobado un programa caracterizado por fuertes medidas de austeridad, que incluyen un incremento del IVA de hasta el 19%, el recorte de los subsidios a los jóvenes en el tema de la vivienda y la reducción de hasta 50.000 empleos en el sector público. El gobierno ha permitido también a las compañías aseguradoras privadas operar dentro de la esfera de la Seguridad Social. Paralelamente, se ha aprobado una reducción de la tasa del impuesto de sociedades desde el actual 30% a un 25% en el 2004 y un 20% en el 2006.

Pese a todos estos esfuerzos, Portugal va a tener que hacer frente, junto con España y Grecia, a las negativas consecuencias de la adhesión de los países del Este, en especial aquellos, como Polonia, que poseen una gran masa de mano de obra barata y una importante agricultura, que pasará a absorber dentro de poco gran parte de los recursos que estuvieron dedicados en su día a aquellos países.