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La vieja Europa


25 de julio del 2003

El Trabajo en el supermercado

Federico de la Fuente
Rebelión
En un contexto de luces, música, maquinas que expiden toda clase de ruidos tortuosos, muchedumbre de gente que pasea alegremente, en búsqueda del precio más bajo y la satisfacción mas alta, jefes que vigilan, muy bien vestidos, peinados y haciendo exhibición de múltiples signos de su poder, handis, medallitas, y su paso altanero, seguro, como dueño del feudo, ante los trabajadores de menor jerarquía, claro está que ante un otro superior las reverencias jenuflecsas se realizan de forma inmediata pues el semidiós puede enfurecerse y castigar. La estructura funciona de forma piramidal, si el director se enfurece, se enfurece el gerente, luego el jefe de cada sección, así, la presión total se desata contra nosotros. Es el momento crucial, el discurso pedorro y ridículo disfrazado de democrático empieza a desvanecerse, un duro sábado acaba con todo, gritos, corridas de un lado para el otro, lagrimas de compañeras que no logran llegar con todo lo requerido, más presión, más y más, e incluso hay que sonreír pues la gente se tiene que sentir feliz, al vernos nuestra imagen lo es todo, aunque nuestra bronca ante la opresión nos desborde.

¿Dónde quedó eso de la gran familia, donde todos jugamos en el mismo equipo?. ¿Por qué ayer nos dijeron que éramos los mejores y hoy nos maltratan?. ¿Que es esto de esfuérzate que llegaras a la cima?.

Tendremos que esforzarnos aun más todavía, trabajar aun más horas, denunciar al que no lo hace, sonreír ante la explotación, llorar... ¿Qué tenemos que hacer compañeros?¿Cómo podremos llegar a la cima?.

La cima está llena de barro para nosotros, nuestro camino no creo que sea la competencia, el sistema económico reinante utiliza estas artimañas para dividirnos cada día más, y hundirnos más y más en un poso difícil de escalar por sí solo.

Nuestra gran tarea deberá ser ante todo, recuperar la conciencia de clase entre nosotros, la solidaridad y la unión fraternal, aquellos valores que una vez hicieron fuertes a los trabajadores (como a principios del siglo XX, diferentes corrientes políticas clasistas, conformadas por obreros españoles, italianos, alemanes, rusos, llegados al continente americano, ayudaron al desarrollo de esta conciencia) los unificó como clase social, es decir, pudieron identificar sus intereses, reconocer a sus enemigos, pero principalmente ganar cada vez más el respeto entre los compañeros de trabajo, la unificación entre los mismos y la confianza en su propia fuerza.

Tarea que se torna imprescindible en nuestro tiempo, en el cual, la fragmentación, el individualismo y, sobre todo, la competencia ha calado hasta los huesos, más aun, la desintegración social, la desocupación, y el huerfanismo político-sindical en que nos hallamos, es decir la falta de partidos políticos que colaboren en nuestra lucha por una mejor calidad de vida y de sociedad, (ya que los actuales no logran dar respuestas ante esta situación, ni que hablar de los sindicatos que fueron, ya hace tiempo despojados de todo elemento obrero).

A este contexto, hay que sumarle la pérdida del valor real del salario, o sea, que la crisis económica vino de la mano de una disminución de nuestros ingresos (la inflación aumentó tres veces mas el costo de vida, paradójicamente nuestros ingresos siguieron en disminución, desde los años 70 hasta nuestros días, en términos generales) en desmedro de las colosales ganancias obtenidas por los dueños y señores de nuestro país, industriales, banqueros, políticos patronales y poderosas firmas extranjeras ligadas al boom hipermercadista.

Para hacer cumplir la famosa ecuación empresarial, reducir el costo laboral, para aumentar la rentabilidad, o sea, en castellano, bajar y bajar los sueldos para engordar y engordar los bolsillos de nuestros patrones, fue necesario este golpe económico al bolsillo de los que menos tienen.

Todo por 500 $, limpiar, barrer, reponer, hacer pedidos, congraciarnos con nuestros jefes, primero para que no nos echen, luego para poder incrementar el volumen de venta, competir y denunciar al que se queje, tener buena presencia, estar capacitado, mejor si sos universitario, vas a entender y responder mejor las órdenes, ah, y me olvidaba, de que debemos aportar con todo nuestro conocimiento, sugerencias y aportes dirigidos para que la empresa crezca y crezca todos los días un poquito mas; de no organizarnos las cifras de nuestros sueldos caerán aun más en picada y nuestras funciones se elevarán hasta las nubes, de esto se trata el discurso reaccionario del sistema, llamado polivalencia, multifuncionalidad, flexibilidad o como puta sea, trabajar más y más y cobrar cada vez menos.

Las leyes de flexibilizacion laboral, impartidas durante el gobierno justicialista de Menen y avaladas por el radicalismo, con sus contratos basura, acabaron con gran parte de nuestras conquistas sociales, logrado gracias a la colaboración de los sindicalistas que no opusieron la menor resistencia y en gran medida a la debilidad en que nos encontramos hoy por hoy los trabajadores, amenazados y presionados por la desocupación, la falta de organización política y la inexperiencia.

La búsqueda de nuevas formas de resistencia y de lucha que vayan coayudando lentamente al desarrollo de nuestra conciencia política, es decir, darnos cuenta qué rol cumplimos dentro de la sociedad, a qué clase social pertenecemos, y cuáles son nuestros intereses inmediatos, la lucha económica, por la cual no solo debemos pelear, sino en ver, el problema de fondo, la desigualdad que genera este podrido sistema económico mundial, llamado capitalismo.

Hace tiempo atrás observaba los diferentes grupos que se conformaban a la hora de comer, en un supermercado, por un lado, la parte jerárquica, hablando de negocios, los jefes, gerentes, etc., y por otro, diferentes compañeros de trajo, internos, repositores externos, empleados de limpieza, promotoras, todos ellos agrupados acorde a su sector en el cual desempeñan sus tareas. Incluso los mismos trabajadores internos se discriminan en sus diálogos, según la tarea que realizan, determinando una escala de valores en la cual, barrer y fregar es la más baja, reponer papas está por debajo de vender electrodomésticos, acomodar fideos es menos o igual a estar sentado en una caja facturando.

¿Por qué ocurre esta situación de fragmentación general, división particular y discriminación entre los mismos asalariados? . ¿Qué es lo que impide integrarnos, en cooperación con el otro?.

¿Quiénes son los propulsores de esta situación? Para dar alguna posibilidad de respuesta sería necesario señalar primero:

-La influencia directa de las diferentes políticas llevadas adelante por parte de las propias empresas, en sus diferentes meating, reuniones, cursos o capacitaciones, (en una oportunidad pude observar cómo diariamente se obliga, directa o indirectamente, a los trabajadores en esas reuniones a realizar todo un ritual, basado en cánticos apologéticos hacia la empresa, acompañado con un leve movimiento corpóreo y aplausos, al son de ritmos similares a una marcha militar, en algún sector del salón de ventas destinado por el gerente, en pleno horario de trabajo) se les inculca todo un conjunto de ideas que juegan un papel crucial en la conformación sicológica de los trabajadores, es decir, que la búsqueda de maximizar sus ganancias depende en gran parte de este mecanismo de sujeción del individuo a las órdenes de la empresa que les dice, hay que esforzarse, "competir sanamente", cumplir, no hablar con otros, no hacer amistad con ellos, obligarlos a que trabajen más, dotándolos de un poder especial del cual no reciben ninguna retribución, o sea, el trabajador interno es mas que el externo y se suele generar odio a partir de la idea inculcada de que los primeros ganan mucho menos dinero que los segundos.

-Para que la compañía supere infinitos momentos de crisis, latiguillo utilizado para acallar cualquier reclamo, se necesita fundamentalmente el compromiso del trabajador con ella, que muchas veces representa, reducciones salariales, incremento de la jornada laboral, etc.

-Juegan siniestramente con la falta de reconocimiento (en momentos en que reina el maltrato social y la falta de solidaridad, una palabra amable, una palmadita en la espalda lo es todo) por parte de la empresa sobre el desempeño personal, es decir no pasa de lo declarativo y motivador para seguir trabajando con más ganas pero al mismo precio. Provocando así una extraña relación sentimental, afectuosa que se me hace difícil describir, por un lado el trabajador se alegra de que alguien le reconozca su desempeño y de pronto esta sensación lo hace comprometer más y más su vida con su empleo, consolidando la premisa empresarial basada en la idea fuerte de que la empresa pasa a ser parte fundamental, antes que tu propia familia, e incluso su fórmula llega a hacer que la empresa es tu familia. Por lo tanto la opresión, la explotación y el maltrato toman forma oculta dentro de este cuadro psicológico que nos hace sentir todos estos efectos como un problema familiar, donde siempre el error es culpa nuestra y que si nuestros jefes se enojan es porque sus hijos están haciendo mal las cosas, de allí, nuestro castigo está justificado.

-Este sistema económico funciona así, primero te genera necesidades, de las cuales te hace su esclavo, luego te contrata al menor precio en competencia con otros y si no llegas a satisfacerlas es por tu culpa y no por la desigualdad social que engendra este modo de producción, que va enriqueciendo cada vez más a una clase social (la dueña de los medios de producción) en desmedro de la mayoritaria clase trabajadora (que carece de tales medios productivos, industrias, cuantiosos capitales, tierras, bancos, poderosas firmas internacionales dedicadas a la producción de servicios como es el caso de los hipermercados, los macdonal, etc.), que solo posee su fuerza laboral, física e intelectual que debemos vender al mercado para poder vivir, por un salario.

-De nuestro salario gran parte queda destinado a la subsistencia y el resto se evapora en otras cosas de menor o igual importancia, pero nunca alcanza. Por lo tanto la idea canalla y siniestra de que si nos esforzamos individualmente, entre nosotros, podremos cambiar nuestro nivel de vida, es enteramente falsa. Es solo otro elemento aportado desde la psicología empresarial que se sustenta en la fantasía, que nos hace creer otra vez, en el esfuerzo individual como ardid para el progreso y que el fracaso es producto de nuestra incompetencia, inutilidad, falta de compromiso, o sea, no nos esforzamos lo suficiente, no nos capacitamos, somos muy viejos, problemáticos, no agachamos suficientemente la cabeza, hasta la idea racista, creída no por pocos, de que somos todos negritos y que nuestros amos son seres superiores.

Muy bien, ahora nos toca para ir concluyendo, una mirada a nuestra situación gremial-laboral:

Nuevamente nos topamos con un conflicto muy agudo, la fragmentación, pero esta vez determinada por la posibilidad de trabajo contratado en forma directa con las empresas o indirectamente por medio de las agencias.

El rol de las agencias hoy por hoy vendría de la mano con lo ya citado, reducir los costos y los riesgos laborales para maximizar las ganancias empresariales, quedando los obreros ante una situación de mayor desamparo y coerción por sus agencias ya que las mismas están exentas de brindarnos un montón de beneficios y derechos, que van desde los elementos mínimos para el trabajo, como ropa, calzado, fajas, etc. ; hasta los viáticos, libretas sanitarias, (indispensable para trabajar) disponer libremente sobre nuestros tiempos, francos, vacaciones, feriados e incluso sobre nuestra antigüedad, en la agencia dada la situación de que muchas veces los contratos entablados son de carácter transitorios, eventuales lo que provoca es una situación eterna de renovación de los mismos para evitar la efectivizacion del empleado y así nuestro tiempo dentro de la misma no transcurre como base para incrementar nuestro salario ni la cantidad de días por vacaciones.

Muchas veces, las agencias cambian de nombre, se fusionan con otras, o se declaran en quiebra y la poca o mucha antigüedad lograda se pierde, todo vuelve a empezar de cero, como si recién llegáramos.

Las presiones se multiplican por un lado, los jefes del mercado, los jefes de las agencias y los jefes de propia empresa que contrata a la agencia.

Todos ellos se unen a la hora de estrangularnos por las ventas a la par de dividirnos cada vez más. ¿Qué vamos hacer nosotros?. ¿Seguir desunidos, desorganizados, será el camino? La posibilidad de un cambio está en nuestras manos, tenemos que ser protagonistas del mismo, pues muy pronto, a esta velocidad no habrá nada más que perder.

Colaborar en este sentido por enriquecer este trajo, para ir dando respuesta conjunta a todos estos interrogantes que fueron quedando sueltos es empezar.

Hay que pensar en función de lo que nos está pasando para ir vislumbrando alguna posibilidad de resistencia en conjunto que nos permita mejorar nuestra situación.

NOTA :

Todo este conjunto de miradas que expongo de manera desprolija son elementos a tomar en cuenta para un mejor desarrollo y enriquecimiento que aporte al logro de los postulados antedichos, es decir, a la formación y recuperación de los principios de clase que hicieron fuerte a los trabajadores como conjunto, les permitió el arranque de un montón de conquista laborales, gremiales y políticas al orden social, que hoy estamos perdiendo.

Tendremos que ir, a la par, conociendo poco a poco nuestra historia, pues tenemos una, y esa es, la historia de la de clase trabajadora.

Sus luchas, triunfos, fracasos, cómo pudieron organizarse y unirse, para afrontar la explotación.

Los desafíos están vigentes nuevamente, podemos seguir encadenados o tratar de liberarnos.

Trabajador y estudiante de Ciencias Sociales.
federiconietche@hotmail.com