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La vieja Europa

27 de julio del 2003

Cuba y el desconcierto de Occidente
Del iluminismo francés al primitivismo estadounidense. Una otra forma de lo sublime a lo ridículo

Roberto Cobas Avivar
Rebelión
Se llegó a pensar e incluso a escribir no sin esperanzas que Francia era la clave. Así se proyectaba la voz discordante del Ministro de Relaciones Exteriores, D.Villespin, dentro del coro duro que en el Consejo de Seguridad de la ONU pregonaba la invasión a Irak a cualquier costo siempre que fuera ajeno. Desde la capital de la ciudad luz en el mejor estilo gaullista sonó la sentencia del Presidente de la República, J. Chirac: "Polonia ha perdido una inmejorable oportunidad para permanecer con la boca cerrada", buscando sofocar el intento de sedición Este-europeo instrumentado desde la Casa Blanca. Cuando la parodia de las Azores convirtió la comedia occidental en el drama oriental, bajo el insultante membrete de "choque de pavor y horror" con que millares de bombas de destrucción en masa made in USA cayeron sobre Bagdad (Anno Domini 2003), el eco de aquellas voces, quien sabe si presas de pavor, se apagó subrepticiamente.

Una vez retomado el aliento, después de la masacre de entre 7 y 10 mil civiles - según hoy dan cuenta investigadores independientes estadounidenses y británicos -, las mismas voces volvieron al púlpito de los medios de información hegemónica. Se saludaba el derrocamiento de un régimen opresivo musulmán inamistoso. Se exigía el restablecimiento del orden en el territorio ya ocupado, tratando de hacer creíble un sonrojo por el saqueo de las riquezas museales arqueológicas y cuidando sin sonrojos resaltar el inalienable derecho de participación en la reconstrucción de lo destruido por 12 años de bloqueo económico impuesto por las llamadas Naciones Unidas, los inclementes bombardeos aliados de 1991 y el recién concluido y premeditado ensañamiento yanqui sobre la identidad nacional y el pueblo de un nación de este mundo.

Pasada la tormenta de pólvora el fantasma de Poncio Pilatos llega desde el otro lado del Atlántico hasta la Europa otánica y recorre los recintos del poder. Cuando todas las evidencias impiden a los medios hegemónicos de información de los EE.UU. e Inglaterra seguir en el juego oportunista de la desinformación de la propia opinión publica sobre los motivos y las ambiciones de la guerra, los corifeos europeos de la invasión neo-imperialista, el Jefe de Gobierno de la Monarquía Parlamentaria Española, José M. Aznar, y el presidente de la República Italiana, Silvio Berlusconi, se sumergen en el silencio pecaminoso y la espera del curso de los acontecimientos. Francia y Alemania olfatean la oportunidad de alguna contraofensiva que les devuelva el protagonismo político mancillado y algo de los dividendos económicos pos invasión. El Sr. Coffi Anan asiste, entre la incredulidad y la pasividad, a la transfiguración de la propia Naciones Unidas en instrumento de la sin razón occidental y con ello al golpe estructurado contra el sistema de seguridad colectiva en las relaciones internacionales. Los balbuceos por una participación definitoria de la ONU en la salvaguarda del estatus de nación y país soberano de Irak se tornan intrascendentes según el descarnado precedente establecido con la ocupación de Afganistán. Para otros actores de la llamada Unión Europea la vida sigue igual. Entre la trivialidad de la opulencia, el entretenimiento de los elegidos en hacer dinero y los resquemores de los mortales simples. El establishment económico político de la Europa Occidental se trasluce coherente con su razón de ser, mientras que las ávidas elites de los candidatos de la otrora "socialista" Europa Oriental (léase: novo capitalistas, es decir, ex comunistas y ex oposicionistas ... bendecidos) se recrean entre el oportuno extravío (neo)liberal de sus estados y las frustraciones de las expectativas existenciales de las mayorías de las propias naciones. El escenario para cualquier reposición en escena del complejo de superioridad de un europocentrismo a todas luces extemporáneo no puede ser más refinado. Y Cuba se antoja la pieza ideal para un renovado libreto.

En efecto. Cuando todo parecía indicar que la manzana de la discordia caería al fin cual fruta madura, la Isla se empecinó en seguir sobre su plataforma insular. El estado-nación emergió de una de las más severas crisis económicas de que se tenga noticias en la pos guerra. Una caída abrupta del 35% del Producto Interno Bruto significa para una nación pobre la preeminencia de un colapso de la consistencia sico- social. Y así sucedió. Fueron los años 1991/1994. Pero una recuperación de la ruta del crecimiento económico en apenas 4 años puede inscribirse en los anales de la historia de la economía moderna. No sólo por lo insólito del hecho sino, ante todo, por las condiciones en que se produce y las premisas que lo determinan.

Con el desplome de las relaciones económicas externas en que se sustentaba, el sistema económico cubano enfrentó de manera dramática la extrema vulnerabilidad de un modelo de organización y gestión de la economía importado de las mal estructuradas realidades del llamado campo socialista Este-europeo y especialmente de la ex Unión Soviética. Ése fue el costo de la imperiosa coyuntura histórica para Cuba. La hipoteca por más de treinta años de la capacidad de desenvolvimiento alternativo propio. Entre el capitalismo real y el socialismo irreal. Y es el caso que "atravesado el momento de inflexión marcado por la profunda crisis económica sufrida en la primera mitad del decenio de 1990, el Proyecto Socio Político cubano emerge fortalecido de dos eventos históricos de fuerte impacto sobre el mismo: 1) de la extinción del referente doctrinario que constituía el llamado real socialismo Este europeo y de la ex Unión Soviética como su centro ideológico y para Cuba principal apoyo económico; 2) del fundamentalismo (neo)liberal que en esos ámbitos culturales llenó el espacio dejado por la fracasada experiencia socialista y que en el entorno geopolítico de Cuba minó la capacidad de sustentación de las economías latinoamericanas y profundizó las patologías estructurales de sus modelos socioeconómicos. El enfrentamiento acertado de ambos embates sienta las condiciones que le permiten a Cuba el retorno hacia las legitimidades de su propio proceso socio político. Pero se trata de un retorno que procura no dejar dudas sobre su punto de partida inicial".

¿Cuál puede ser para Cuba el referente definitorio de la evolución de su realidad?. La interrogante exige una respuesta preñada de una dosis alta de honestidad intelectual e igual conocimiento de causa. Puesto que en la sencillez del mérito de la misma estriba el desconcierto con Cuba de las elites políticas de la llamada Unión Europea y el revanchismo oportunista del establishment (neo)conservador de los EE.UU.

Para Cuba ese referente está dado por la "apreciación sobre un rumbo de la evolución de su realidad que no podrá desconocer las profundas realizaciones y expectativas de bienestar social generalizadas por la propia Revolución Cubana a toda la actual población insular, incompatibles, por naturaleza y por legítima ambición popular, con cualquier forma de ordenamiento socioeconómico interno que intente establecer y perpetuar el imperio de la exclusión y el elitismo del poder económico y político como forma de estado nacional".

Entonces, ¿qué es lo que se le exige desde los podios de la UE y los altares de los EE.UU. a la nación cubana?

La mediocridad intelectual y el enanismo político que acaban de ser refrendados por el Consejo de Relaciones Exteriores de la UE en su declaración del 20 de Julio del año corriente en relación con Cuba, hablan de un desconcierto aparentemente senil. Cuba ha de ganarse el beneplácito de las elites del poder político de la UE sí y sólo sí el libreto de la puesta en escena lleve por título: "la UE espera una por parte de las autoridades cubanas y mayores esfuerzos en las reformas políticas, económicas y sociales que ayuden a mejorar la calidad de vida de los cubanos".

Sentemos, por consiguiente, más que un desafío a la honestidad del entendimiento único de los cruzados contemporáneos de Occidente, un reto a su capacidad intelectual y nivel de inteligencia. No existe pensamiento social acumulado ni conocimiento económico establecido que pueda ignorar o descalificar - y el reto al debate abierto queda lanzado (!) - el precedente exitoso que sienta la respuesta dada por Cuba a la abismal crisis económica de principios de los años 90s. Se ha tratado de la conjugación nada ortodoxa de principios económicos y criterios sociales para evitar, valiéndose de sí misma, una crisis humanitaria de devastadoras consecuencias para una nación subdesarrollada. Un ejercicio socioeconómico llamado a fracasar en cualesquiera otras naciones del llamado Tercer Mundo. Pero, más aún, se ha tratado de un esfuerzo popular realizado por la única nación de este mundo a la que en el momento de una profunda crisis sistémica la potencia de los EE.UU. recrudece con dos leyes propias, una de ellas con extendido alcance extraterritorial (sic.), las condiciones del bloqueo económico y financiero más feroz a que la somete y que país alguno haya enfrentado por tanto tiempo en la historia moderna. Y es bajo el rigor aplastante de esa inmoral agresión que Cuba logra detener la mortal caída económica, retomar la cuesta del crecimiento y preservar y expandir los logros sociales que, extendidos a todo el universo de su población, siguen siendo paradigmáticos para el Tercer Mundo y desafiantes para el Primero.

A Cuba, lejos de reconocérsele sin ambages lo exitoso del inverosímil esfuerzo económico por frenar y comenzar a salir de una severa crisis económica estructural y destacar como ejemplo el valor de la vocación socio humanista de las reformas emprendidas para lograrlo, se le intenta privar del derecho a la autodeterminación. La prohibición parte, a despecho de la otrora Organización de Naciones Unidas, de los EE.UU. Es así por cuenta de la hegemonía mundial de un poder económico que se ha empeñado en destruir toda posibilidad de desarrollo socioeconómico alternativo en América Latina. Es así con la anuencia de gobiernos occidentales que se alinean con los EE.UU. en detrimento de los intereses legítimos no sólo de 11 millones de cubanos, sino de cientos de millones de personas que en la región siguen a la espera de que el sistema político con el que coexisten y se les legitima los inserte en la modernidad capitalista que, según el pregón, le es propia. ¿Tras cuáles subterfugios mal se esconde la propuesta para las soluciones de los males de Cuba?. Las encumbradas elites políticas de la UE se han tomado el laborioso trabajo de plasmarlo en la Posición Común contra Cuba. He aquí una de las esencias de índole aparentemente sólo económica:

El lamento por la falta de reformas económicas y la ausencia de libertad económica que hace que la vida diaria de los ciudadanos sea dura. Lo cual podría revertirse con el continuado apoyo (de la UE) a una apertura económica y a la presencia del sector privado europeo en Cuba.

El estado cubano en decisiones políticas meridianas, totalmente consciente del peligro para la soberanía y el progreso de Cuba, evitó siquiera tomar en consideración el recetario del conocido Consenso de Washington. Tampoco podían el FMI ni el BM imponerle a Cuba las políticas de reajustes económicos afines al Consenso, puesto que el gobierno cubano quedaba - y queda - fuera del alcance de sus hegemonías. Es precisamente gracias a ello, y a pesar del decidido empeño de Washington por asfixiar el esfuerzo de la débil economía cubana, que Cuba está en estos momentos ante la posibilidad soberana de darle mayor alcance al conjunto de reformas económicas que, sin precedentes que hubiesen sido sistemáticamente desenvueltos con anterioridad, ha emprendido.

Llama notoriamente la atención el hecho de que luego de una publicación cuasi definitiva sobre los maleficios de la llamada Globalización, donde el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz pone al desnudo el economicismo mediocre de la elite del Fondo Monetario Internacional y la miopía política de sus directivos, desde el Consejo de la UE salga una declaración como la que ahora vuelve a refrendar su Posición Común contra Cuba.

La UE le recuerda al pueblo de Cuba que en el año 2002 le entregó vaya suma de unos 400 mil euros de 8 millones prometidos en ayuda para el desarrollo, y le pone precio a sus renovadas demandas contra Cuba. El noble empeño por sacar a Cuba del subdesarrollo económico con las medidas cocinadas por sus políticos vale para la UE el adelanto de unos 5 millones de euros, a ser desembolsados en el 2003 de acuerdo al buen comportamiento de los cubanos y su gobierno. Los fondos serían canalizados a través de instituciones gubernamentales sólo si se garantiza un beneficio directo para la población o una contribución hacia la apertura de la economía en Cuba. Se intenta la ofensa de una nación y un estado cuando disímiles agencias de la ONU para el desarrollo - FAO, PAM, PNUD, PNUMA, UNESCO - registran y aseveran años tras años que Cuba es uno de los países que mejor uso hace de la ayuda económica que las mismas destinan a los países necesitados. No son fondos que carcome la corrupción político administrativa ni recursos que se pierden irremediablemente en el entramado de plutocracia oficialista alguna.

Pero la aparente ignorancia de la supuesta ilustración de la avanzada UE no pierde el norte ideológico al dejar claro la esencia aparentemente sólo política de la renovada Posición Común con los EE.UU. de Norteamérica en contra de Cuba:

"los fondos deberían ser canalizados para alentar un proceso de transición de democracia pluralista".

Desde la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestros días América Latina viene andando por la senda que habría de conducirla inexorablemente hacia los moldes del pluripartidismo político y la democracia representativa como cánones de la organización sociopolítica de sus sociedades. Ese ha sido su destino manifiesto. Más de quinientos años después del vasallaje del colonialismo europeo tales sistemas se debaten en el ser o no ser de las causas abrazadas. Hacia el interior de los estados sus sociedades se contorsionan entre el cronicismo de la desigualdad social y la nulidad económica que atrapa como la lava en lenta pero calcinante expansión cada vez más estratos sociales. La CEPAL le ha llamado al resultado de tales procesos "las décadas perdidas" de los 80s y los 90s. Pero los países latinoamericanos sí acumulan, por supuesto, extorsionadoras deudas con acreedores asociados en los exclusivos Clubes de París y Londres, con el FMI y el BM, prestamistas renuentes a condonar valores que ya han sido pagados con creces. Desembolsan redobladas sumas por la competencia desleal de la UE en el comercio de productos vitales para sus economías. Son víctimas de transferencias netas de capital en montos sensiblemente superiores a los capitales que llegan a atraer. Y abren sus dóciles mercados - por la razón unilateral de la libertad de comercio e inversiones extranjeras que imponen los EE.UU., la UE y Japón en el útero de la OMC - a los capitales occidentalizados, los llamados directos que son aplicados preferentemente en la compra barata de activos nacionales y los tildados de golondrinas por sus propiedades especulativas y desestabilizadoras.

La invitación compulsoria de que es objeto Cuba a sumarse sin miramientos al pensamiento político y la práctica económica únicas adolece de un craso error de cálculo. La subestimación de la inteligencia ajena y el sacrificio de todo un pueblo. Ni el pluralismo político partidista, ni la democracia representativa occidental, ni la llamada economía de mercado constituyen valores que puedan serles vendidos a la nación cubana como paradigmas incuestionables del progreso de sus naciones hermanas latinoamericanas. Pero cuidado. Sería ofensivo presuponer que al estar convencido de ello los cubanos evalúan su propia realidad como inmejorable. Lo que en realidad sucede en el seno de la sociedad cubana es justamente mucho de lo contrario. El bajo estándar de vida material que provocan las marcadas insuficiencias del modelo socioeconómico; el déficit en materia de derechos civiles; la ortodoxia política latente en el tratamiento de la soberanía ciudadana; hacen incompleta la realización socio-humana. Su lado de mayor plenitud lo marca el sentido de solidaridad, inclusión y participación sociocultural notablemente afirmativo; el amparo de los derechos sociales y el sosiego de los sistemas universales de seguridad en los servicios de salud y educación.

El avance de Cuba hacia estadios de desarrollo superiores ha de salvar las sensibles barreras de un sistema político introvertido y las profundas insuficiencias de un modelo socioeconómico que por más de treinta años permanecieron atrapados dentro de presupuestos doctrinarios propios de un enfrentamiento ideológico global que le llegaba desde mucho antes del advenimiento de la Revolución de 1959. No existe hoy tampoco nada del nuevo orden de unas relaciones económico políticas internacionales que, pos Guerra Fría, prometían la paz y la cooperación de buena voluntad entre los estados del Norte y el Sur. El atentado terrorista del 11/S y la invasión a Irak constituyen dos caras de una misma realidad. Los argumentos de la fuerza bruta se imponen por encima del entendimiento humano. Contra Cuba arremete con el sello de su ya bien conocida brutalidad la actual administración estadounidense, muy imbuida de la idea fix del "problema cubano". El primitivismo del gobierno del presidente Jeorge W. Bush se presenta como una de las últimas oportunidades, si no especialmente la última, con que la incapacidad política del poder omnímodo pudiese intentar el aniquilamiento de Cuba mediante la agresión amada directa. Ante tales realidades el traspaso de las fronteras que hoy frenan las potencialidades del Proyecto Socio Político de desarrollo de Cuba no puede más que asumir los inconmensurables riesgos y el peligro que le viene por la decisión de su actuar soberano. A la UE no le falta el ojo político para advertirlo sino la independencia política y económica para decirlo y prevenirlo. Del iluminismo al primitivismo como de lo sublime a lo ridículo descubrimos que existe también un solo paso. Es el que acaba de dar el Consejo de Relaciones Exteriores de la llamada UE. La ridiculez de un paso que si no fuese por lo lesivo para los intereses de la nación cubana podría provocar sólo ese sentimiento difuso de la pena ajena.

Superada la crisis de los 90s, Cuba ha sentado las bases para una evolución de largo alcance y promisorios resultados. El avanzado desarrollo social y la alta valorización del capital humano alcanzados la predisponen como ningún otro país económicamente atrasado para un salto cualitativo hacia el desarrollo integral. El campo de los retos no está en el afán de las soluciones que para sí han buscado las antiguas metrópolis y los actuales centros de poder capitalista. Los caminos de la emancipación histórica y el progreso definitivo estarán marcados para Cuba por las antítesis de la razón. Al pregón de la libertad económica, puede con éxito anteponerle Cuba la opción social de la democracia económica, sinónimo de participación directa de la renta en los beneficios del trabajo, es decir, presencia de equidad. Al dictado del lucro y la acumulación privada excluyente de capital propios de la economía de mercado, puede anteponerle las personas y la acumulación social de capital incluyente propios de una economía solidaria. Al dogma de la democracia parlamentaria puede anteponerle el paradigma de la democracia directa, raigal y participativa. A la apología del pluralismo político partidista puede anteponerle la herencia histórica de un partido que, de cara a la más plena autonomía ciudadana - de movimiento, asociación y participación de la sociedad -, sea refrendado por ésta de manera soberana. Al mito de la propiedad privada, la maximización del lucro y la renta del capital como únicos sostenes del progreso y la libertad, puede oponerle un sistema de propiedad social mixto urdido bajo los preceptos de la simbiosis democrática entre trabajo y capital, único camino conducente a la auto estima como dimensión más profunda de la libertad. Al oportunismo de un estado minimalista y pasivo ante la perfección de los mercados, podrá siempre anteponerle la fortaleza de un estado-nación activo en la incansable promoción de las condiciones de desarrollo material y sociocultural del conjunto de su sociedad. Puesto que sin la democratización del capital el estado no podrá jamás ejercer en toda su extensión su papel institucional de instrumento político del conjunto de la sociedad. Al individualismo de una sociedad de rivales cabe oponerle el sentido de solidaridad de una sociedad de iguales. A la indefendible libertad de prensa privada y opinión pública mediática, puede anteponérsele el principio de la plena autonomía de información y opinión de órganos de prensa públicos y cooperativos. A la cultura de las libertades individuales, determinadas en grado proporcional al estatus económico, Cuba puede anteponerle el cultivo de una expresión de equidad y soberanía ciudadana donde derechos civiles, políticos y sociales sean el fundamento más amplio de los derechos humanos de sus ciudadanos. Para la sociedad y el sistema político cubano ha de ser nítido el compromiso con una visión de estado de bienestar social de nuevo tipo. Por la senda de sus antítesis pasa el logro de altos rendimientos económicos, justa distribución de la riqueza material, plena inclusión sociocultural y extendido desarrollo humano.

La UE tiene la oportunidad de demostrar que puede ser una real alternativa multilateralista y humanista ante la unipolaridad irasciva de unos EE.UU. extraviados a medio camino entre la República y el Imperio. Cuba, es oportuno repetir, ha de seguir su marcha incólume sobre la tierra, libre y creativamente.

Brasilia, 24.07.03