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La vieja Europa

22 de julio del 2003

Periodismo y canalla

Irene Amador y Carlo Frabetti
Rebelión
No es muy difícil parecer progresista cuando el referente es Franco o Pinochet (hasta un Garzón puede intentarlo), y tampoco es muy difícil parecer un periódico serio cuando la competencia es "El Mundo", "ABC" o "La Razón". Tal vez por eso muchas personas de izquierdas hemos visto en "El País", durante años, nuestra única opción dentro de la prensa española de gran tirada. Pero su rápida degradación tras el 12-S, que culminó con su canallesco apoyo a los golpistas venezolanos, nos ha llevado a repudiarlo con una mezcla de consternación y repugnancia. Consternación y repugnancia que desde entonces no han hecho más que crecer, y que han alcanzado un máximo difícilmente superable ante la criminalización de Cuba orquestada por el diario y su "cuadra" (nunca mejor dicho) de columnistas.

El 16 de julio, sin ir más lejos, "El País" dedica casi íntegra su página 6 de la sección de Internacional, como si fuera una gran noticia, al intento de secuestro de una embarcación en Cuba y a la fiesta que la embajada francesa dio a la "disidencia" cubana. En la misma página, otra noticia que en un periódico serio ocuparía la plana entera, incluso la portada, se confina a una fracción de la estrecha columna de la izquierda: Efraín Ríos Montt, general golpista, dictador y genocida, se presenta a las elecciones de Guatemala con el beneplácito del Tribunal Constitucional guatemalteco. Este gravísimo atentado contra la dignidad humana no merece la atención del diario, demasido ocupado en su campaña de desprestigio de Cuba.

Efraín Ríos Montt gobernó de facto Guatemala entre marzo de 1982 y agosto de 1983. Durante su mandato instauró los denominados Tribunales de Fuero Especial (jueces sin rostro), que mediante procesos sumarios mandaron fusilar a docenas de supuestos delincuentes; la mayoría, en realidad, simpatizantes de la izquierda y activistas por los derechos humanos.

Durante la dictadura de Ríos Montt, según datos admitidos por la ONU, fueron asesinados 17.000 opositores al régimen. El ejército, a las órdenes del general golpista, siguió una política de "tierra arrasada", masacrando a los habitantes de unas seiscientas comunidades indígenas. En 1999, Rigoberta Menchú demandó ante la Audiencia Nacional de España a Efraín Ríos Montt por los delitos de genocidio, torturas y terrorismo de Estado, pero la justicia española declinó tramitar el caso.

"El País" también declina ocuparse del caso. Un escueto titular al que siguen 61 líneas de una estrecha columna de 4,5 cm --en las que no se menciona el drama humano ni las masacres genocidas-- da por zanjada la información sobre uno de los mayores atentados recientes contra la democracia, esa cosa que tanto parece preocupar a los gacetilleros y gacetilleras del diario de mayor tirada del Estado español.

No tenemos la paciencia ni el tiempo necesarios para contar las líneas y los centímetros cuadrados que "El País" ha dedicado en los últimos meses a criminalizar a Cuba, por no hablar de los bochornosos manifiestos y manifestaciones protagonizados por sus lacayos y lacayas de postín. Nos limitaremos, por tanto, a un ejemplo cercano: el 15 de julio, la página 8 de la sección de Internacional del citado diario proclamaba en grandes titulares:

"Cuba tiene más de 300 presos políticos, según Elizardo Sánchez". Lo cual, si hubiera que dar crédito a Sánchez y a la deplorable glosa de sus declaraciones que venía a continuación, convertiría a Cuba en el país con más presos políticos del mundo. Curiosamente, según Amnistía Internacional, organización poco sospechosa de radicalismo, el número de presos políticos en Cuba, en enero de 2003, era de 13. Y, lo que es aún más curioso, los escandalizados comentaristas de "El País" (el tema de los presos cubanos ha sido también objeto de una grotesca columna de Rosa Montero) parecen olvidarse de que en España hay 670 presos políticos, más del doble de los que la hiperbólica estimación de Elizardo Sánchez atribuye a Cuba. En cualquier caso, llama poderosamente la atención el contraste entre el interés que demuestra "El País" por los "disidentes" cubanos (inclusidos los agentes de la CIA y los sicarios pagados por Washington) y el espeso silencio -- como el de sus anónimas sepulturas-- bajo el que oculta a los miles de muertos guatemaltecos.

Convendría recordarle a "El País" (y a sus ilustres --que no ilustrados-- gacetilleros y gacetilleras) un chiste que el negro humor guatemalteco hacía correr de boca en boca en los nefastos tiempos del genocidio. ¿Cuál es el único país del mundo que no tiene presos políticos? Guatemala. ¿Por qué? Porque ningún detenido llega a la cárcel. (Aunque en realidad no es el único: en el País Vasco tampoco hay presos políticos. ¿Por qué? Porque los llevan a otro país.)