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La vieja Europa

23 de juni del 2003

Cumbre europea en Tesalónica
108 palabras y un silencio

Antonio Maira
Rebelión
Los "intelectuales, artistas y políticos del mundo democrático" conectan y desconectan con ese fantástico mundo al que pertenecen, o con el otro al que evidentemente desprecian, cuando alguien les toca en el hombro o les da palmaditas en la espalda. Las conciencias críticas más notorias de "occidente" duermen y velan en alternancia irregular. Sus propios procesos de convergencia ética tienen dinámicas desconocidas. El resultado de una conciencia somnolienta y una ética dispersa es realmente sorprendente. Vean ustedes.

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Algunos de ellos, no muchos, se agitaron indignados contra la guerra de Irak, mientras otros simulaban creer las burdas mentiras de Powell, o mantener una duda "razonable" sobre la veracidad de Bush, Blair y Aznar. ¿Se acuerdan?, las armas de destrucción masiva y el famoso pomito de ántrax que enseñó "Palomita Colin" para provocar terror colectivo.

La mitad de ellos, al menos, aplaudieron entusiasmados el tiro al blanco, directo o colateral, militar, civil o económico, que realizaron los implacables e inalcanzables centuriones del Imperio, y la liquidación completa de la legalidad internacional que hicieron o consintieron los dirigentes de su mundo democrático. Aunque el asunto de la guerra de Irak y de su precedente genocida -el embargo-, clamaba a todos los cielos, a todos los dolores y a todas las cóleras: el de la justicia, el de la humanidad, el de los derechos humanos; el sufrimiento de los niños malformados, quemados o despiezados; la ira que grita contra el genocidio, la de los indefensos, la de los acorralados por el fuego y por la muerte, no hubo entonces coincidencia ética de los prohombres de la razón, las musas y el pueblo.

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Pocos días después de la ocupación de Irak todos coincidieron en un silencio de "condena suma cero" cuando el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la indigna resolución 1.483.

El texto reconocía la autoridad de las potencias ocupantes, es decir, legitimaba como hecho concreto y como ejemplo para el futuro aquella guerra de conquista colonial, de extremada crueldad, abusiva y cobarde. Además aceptaba los motivos espurios de la operación militar y la ocupación, al entregar a los agresores un país completo para su demolición y reestructuración económica, y para su saqueo sistemático por tiempo indefinido. La gestión colonial había comenzado con la destrucción del patrimonio y de los servicios públicos para entregar "las ruinas" a las multinacionales, y con la apropiación efectiva del petróleo.

Para mayor indignidad en el órgano fundamental de una ONU que había sido engañada y violentada por las potencias ocupantes, la resolución autorizaba una ocupación ilimitada en el tiempo e incontrolada en el modelo represivo. Todo ello en nombre de la "democracia universal".

La mayoría de los miembros de esa fabulosa convergencia de intelectuales, artistas y políticos, que surgiría semanas más tarde para condenar con una "verdad" de tan sólo 108 palabras la "represión en Cuba", continuaron aplaudiendo con entusiasmo a los EEUU, el RU y al Consejo de Seguridad. El resto, los "peleones" contra la guerra, los crédulos ante el poder, y los dudosos ante las evidencias contra el poder, no escucharon ningún reclamo de su "conciencia crítica colectiva" pese a que la barbarie de los muertos incontables y de un país totalmente destruido estaba a la vista de todos, y a que los motivos para la guerra aparecían ya como un engaño clamoroso.

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A pesar de las enormes diferencias que podría haber entre las víctimas y los verdugos del gigantesco Guernika iraquí, y entre los escandalizados, los resignados y los entusiasmados por las sucesivas matanzas y la consolidación de los métodos nazis del nuevo imperio, a principios de mayo los "intelectuales, artistas y políticos del mundo democrático" se agruparon para condenar a Cuba.

Lo hicieron en un conciso documento que por su contenido podría haber sido divulgado por la Secretaría de Defensa de Rumsfeld. Encajaba perfectamente en la estrategia propagandística de la "guerra universal y permanente del Imperio", y que aparecía en el momento del desborde militarista y del relanzamiento de la permanente guerra ilegal y sucia contra Cuba.

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El día 20 de junio el Consejo Europeo muestra su conformidad inicial con un escandaloso documento en el que se otorga una plena "victoria moral" a los Estados Unidos en su brutal e irresistible ofensiva guerrera para dominar el mundo. El texto fue presentado por el antiguo secretario general de la OTAN y actual responsable de la Política Exterior y de Seguridad (PESC) de la UE, Javier Solana, con el título de: "Una Europa segura en un mundo mejor". Con él se pretende iniciar la elaboración del concepto estratégico que va a servir para definir la Estrategia de Seguridad en Europa, un documento directivo con función similar al que se realiza periódicamente en los EEUU.

El "documento Solana" supone la aceptación plena por Europa de la doctrina expresada por la "Nueva Estrategia de Seguridad de los Estados Unidos" y puesta en práctica en el feroz ataque contra Irak y en la posterior ocupación militar del país.

Solana, uno de los principales servidores de los EEUU en Europa -se educó para ello como Secretario General de la OTAN durante la guerra contra Yugoslavia- introduce todos y cada uno de los conceptos que han servido de base a las intervenciones militares de los EEUU en los últimos años, incluidos los de la era Bush de la implantación explícita y descarada del Imperio. El texto recoge, con literalidad de discípulo bien aplicado, el cuadro de las "amenazas mundiales" tal como las define Washington: la proliferación de las armas de destrucción masiva, el terrorismo y los "estados fracasados". La "civilizada" Europa, consecuente con su implacable sistema neoliberal, recoge para el ámbito internacional la doctrina violentamente clasista y racista que identifica la pobreza con el "fracaso social" y éste último con la delincuencia.

La guerra preventiva -el modelo de guerra ilegítima y de agresión contra el que se articuló el movimiento contra la guerra- pasa a ser el método básico para la ordenación del mundo en la propuesta de Mister PESC aplaudida por el Consejo de Europa.

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Con la enorme concisión de 108 palabras, desde la cumbre de la ética, el conjunto de "intelectuales, artistas y políticos del mundo democrático" formularon una drástica y durísima condena de Cuba, un pequeño país pobre que defiende con uñas y dientes un sistema solidario que niega, con las palabras y con los hechos, la doctrina y la práctica civilizada de que el "fracaso social" se paga con la miseria, la marginación y la muerte.

Ante la terrible lección de barbarie que han dado en Salónica todos los jefes de gobierno europeos, esos mismos intelectuales responderán con el silencio.

Palabras compradas y silencio cómplice.