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La vieja Europa

11 de junio del 2003

Renta Básica: Cambiar las reglas del juego

Ángel Luis Lara
Ladinamo

Enero de 1998. "La bolsa o la vida" grita el grupo de parados que ha ocupado la Bolsa de París, el templo francés del capital financiero. Un movimiento nunca antes visto, de desempleados y precarios, se extiende como la espuma en pocos días sorprendiendo a propios y extraños, fundamentalmente porque sus protagonistas son aquellos que han sido expulsados del nuevo curso de la economía, los sin rostro y sin voz, los invisibles.

Lo inédito es que no se movilizan pidiendo trabajo sino que ponen sobre la mesa con una fuerza inaudita la cuestión de la redistribución efectiva de la riqueza y de la renta. Lo sorprendente también es la solidaridad que provocan en importantes sectores de la sociedad francesa.

"Quien siembra miseria, recoge rabia", advierten mientras invaden los templos del consumo y del privilegio, los centros comerciales, los supermercados o los restaurantes de lujo. Junto a esta advertencia levantan su propuesta más importante, la reivindicación concreta que subyace a sus movilizaciones: la instauración de una Renta Básica de ciudadanía.

Según la Basic Income European Network, la red internacional creada en 1986 para la divulgación de las propuestas e ideas relacionadas con la Renta Básica, se trata del derecho ciudadano a una suma monetaria, regular y permanente, que garantice una vida digna independientemente de cualquier prestación laboral formal. La característica más importante de dicha renta es que ésta debe ser universal e incondicional.

La justificación fundamental de la propuesta de Renta Básica se encuentra en el propio contexto social y económico que habitamos. La precariedad laboral y los altos porcentajes de desempleo, con un predominio creciente del paro de larga duración, son fenómenos permanentes en nuestras sociedades. El desempleo es la causa principal de pobreza pero, actualmente, tampoco el empleo, cada vez más irregular, intermitente y precarizado, garantiza llegar a fin de mes. En el caso concreto del Estado español los datos hablan por sí solos: la tasa de paro dobla la media europea y la de precariedad la triplica; casi el 20% de la población se encuentra por debajo del umbral estadístico de la pobreza.

En nuestro país el eco de la Renta Básica también rebota en los últimos años. Desde ámbitos académicos, sindicales y políticos se subraya la sensatez de la reivindicación y se señala la pertinencia de abrir y extender un debate social sobre el asunto. Colectivos de parados y redes ciudadanas de lucha contra la precariedad trabajan activamente en el tema. Investigadores y economistas, desde muy diferentes posiciones ideológicas, apuntan la viabilidad técnica de una propuesta de este tipo.

"Cuando el trabajo ya no permite vivir decentemente, cuando necesariamente hay que quitárselo a otro, cuando supone obligatoriamente renunciar a una parte de tu dignidad, cuando se convierte en una despiadada mecánica de exclusión y de división de la población mundial, se hace necesario reconocer que el escándalo del paro no es más que la pobre tapadera del escándalo del trabajo mismo". Son palabras de un activista de los movimientos de desempleados en el último Foro Social Europeo celebrado en la ciudad italiana de Florencia el pasado mes de noviembre. En dicho foro, se señalaba como obvio el hecho de que una renta que cubriera las necesidades básicas de la gente no sólo serviría para profundizar en el desarrollo de los derechos y de la ciudadanía, sino que también permitiría romper la asimetría que caracteriza las relaciones entre empresarios y trabajadores en el mercado laboral, así como bloquear la presión desenfrenada por encontrar un empleo a cualquier precio y bajo cualquier condición.

En la entrada del viejo campo de concentración nazi de Auschwitz hay un mensaje que aguanta el paso del tiempo: "El trabajo os hace libres". El campo de concentración es hoy solamente un museo, pero la frase que preside su entrada sigue gobernando nuestras cabezas y nuestras vidas. La Renta Básica nos propone precisamente un cambio de lógica, una superación viable y posible de esas coordenadas.