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La vieja Europa

La UE se acerca a EEUU y a su doctrina preventiva al presentar su Constitución

Segundo día de la cumbre de Salónica y segunda paradoja, tras la del Día Mundial de los Refugiados. Justo cuando los Veinticinco recibían copias del borrador de la futura Constitución, de la carta de derechos y deberes de los ciudadanos de la UE, los jefes de Estado y de Gobierno abrían el camino a una doctrina de seguridad que recuerda a la vigente en EEUU. Un modo de «pasar página» a la reciente crisis Bruselas-Washington.
GARA PORTO CARRAS El presidente de la Convención, Valery Giscard dŽEstaing, logró ayer de manos de los jefes de Estado y de Gobierno de la UE el aval inicial a su borrador de futura Constitución Europea.
Carta Magna que regula, entre otros, los derechos y deberes de los ciudadanos de la Unión, los participantes de la cumbre en el lujoso balneario griego de Porto Carras no tuvieron empacho alguno en dar el visto bueno a un documento sobre seguridad que, como poco, se acerca peligrosamente a la doctrina de seguridad imperante en los EEUU de la era Bush, doctrina que, recuerdan las organizaciones defensoras de los derechos humanos y certifica la reciente realidad en Irak y Afganistán, viola, con su teoría y práctica de los ataques preventivos, la legalidad internacional además de los derechos de las poblaciones concernidas por su estrategia.
El gestor del documento, el español Javier Solana, se agarró como clavo ardiendo al hecho de que no aparece en el documento la expresión «ataques preventivos».
Mientras Solana reivindicaba que su doctrina defiende el multilateralismo y el papel preponderante de la ONU, su documento recibía las loas de los más cerriles defensores del unilateralismo estadounidense en la UE: del ministro de Exteriores británico, Jack Straw, y del presidente español, José María Aznar.
Y es que, en cualquier caso, según el proyecto de Estrategia de Seguridad de la Unión Europea, «la relación transatlántica es insustituible».
«Hubo una crisis entre EEUU y la UE», señaló utilizando un tono de crónica histórica el presidente del Consejo de Ministros de la UE, Yorgos Papandreu, quien sentenció que hay que pasar la página porque «las relaciones transatlánticas son determinantes para la política exterior de la UE».
Eso sí, la UE apuesta por impulsar las relaciones con EEUU «en pie de igualdad», sin duda a instancias del eje franco-alemán. No en vano el presidente francés, Jacques Chirac, tuvo que recordar que «vínculo no es subordinación», en referencia al trasatlántico.
Por lo que respecta a la presentación oficial del borrador de la Constitución ­y por lo que pasará a la historia esta cumbre de Salónica­, los líderes en la cumbre Los dirigentes europeos acogieron con elogios el proyecto que en octubre pasará a manos de la Conferencia Intergubernamental (CIG), con el encargo de elaborar la versión definitiva, lista antes de las elecciones europeas de junio del próximo año.
En un «quiero y no puedo» similar al de Chirac en materia de Atlantismo, Aznar trató de hacer colar su rotundo fracaso en el espinoso asunto del reparto del poder en el Consejo (peso demográfico) liderando una propuesta de modificación en el preámbulo de la Carta Magna que incluya una referencia a la herencia cristiana de Europa. El Estado español cuenta con el apoyo de Portugal, Polonia, Italia, Irlanda y Austria.
Herencias de diverso tipo y signo y repartos de poder y prebendas marcarán sin duda los debates de la CIG, donde participarán en pie de igualdad los diez futuros nuevos miembros de la Unión.
Todo menos un debate que profundice en los derechos, individuales, sociales y colectivos de los ciudadanos de la UE.
Ayer mismo, la Policía griega mostraba in situ la visión que los líderes de la UE tienen de uno de los derechos que, con el permiso del «históricamente cristiano» Aznar, se incluirá en el borrador constitucional: el derecho a manifestarse.
Miles de personas se trasladaron a Marmaras Chalkidiki, localidad situada a un kilómetro de la cumbre, y con la intención de marchar hacia el balneario de Porto Carras.
La Policía impidió con material antidisturbios que cientos de ellos superaran la llamada «zona roja». Hubo cargas policiales, enfrentamientos y media docena de detenidos.
La cumbre tomó nota aunque rechazó la propuesta británica para habilitar «centros de acogida» para solicitantes de asilo fuera de la UE.
Reiteró su vieja apuesta de «premiar» a los países que combatan en origen la inmigración (cumbre de Sevilla).