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La vieja Europa

EVIAN: VISIONES DIVERGENTES

La cumbre de mandatarios de los siete países más industrializados del mundo, más Rusia (G-8), que terminó ayer en Evian, Francia, a la cual asistieron por primera vez representantes de 11 naciones del tercer mundo, entre ellas México, puso en evidencia las enormes diferencias de perspectiva entre el gobierno de Washington y sus aliados europeos y entre el bloque del G-8 propiamente dicho y sus invitados pobres.
El presidente estadunidense, George W. Bush, consiguió su propósito de arrastrar al resto de países ricos a la percepción paranoica y distorsionada que prevalece en la Casa Blanca sobre el terrorismo y la proliferación nuclear como principales amenazas mundiales. De hecho, Washington logró que el G-8 aprobara, como resultado más importante del encuentro de Evian, el establecimiento de un Grupo de Acción contra el Terrorismo (GACT) con el propósito de "reforzar la voluntad política internacional y sensibilizar a otros países sobre la cooperación antiterrorista", es decir, imponer al resto del mundo las ideas fijas de la administración de Bush.
El mandatario francés, Jacques Chirac, anfitrión del encuentro, si bien respaldó la iniciativa estadunidense, puso el acento de la reunión en la cooperación internacional, la presencia en Evian de dignatarios de países en vías de desarrollo y la necesidad de enfrentar problemas mundiales mucho más importantes y graves que el terrorismo, como el hambre y el sida, cuyas víctimas anuales no se cuentan por centenares o miles, como es el caso de los fallecidos en atentados, sino por millones o decenas de millones.
Una figura fundamental en la reunión realizada en los Alpes franceses fue el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, quien llevó al foro su propuesta de establecer un fondo mundial contra el hambre financiado con impuestos a las ventas de armas y con un porcentaje del servicio de la deuda de las naciones pobres. Uno de los resultados más esperanzadores y menos esperados del encuentro fue el inicio de contactos entre Brasil, India y Sudáfrica para conformar un "polo del sur" trilateral orientado a presentar propuestas alternativas de crecimiento desde la perspectiva e intereses propios de las naciones en vías de desarrollo.
Por lo que hace a las previsiones económicas, los funcionarios presentes en Evian se limitaron a formular pronósticos más bien tímidos y desganados sobre una posible reactivación de la economía mundial en el segundo semestre de este año, es decir, a partir del mes entrante.
En suma, la creciente politización del G-8 -instancia originalmente concebida para hablar de economía- no se ha traducido en compromisos efectivos y reales en favor de la democracia y los derechos humanos en el mundo, sino en un fortalecimiento del autoritarismo policiaco mundial que proyecta Washington en la hora presente, en tanto que los temas de economía y desarrollo han quedado en segundo plano. Habrá que seguir con atención el desarrollo del "polo del sur" propuesto por Lula, iniciativa en la que seguramente podrán participar naciones ricas interesadas en la cooperación y el desarrollo, y que tiene mucho más que ofrecer a naciones como la nuestra que el club de poderosos encabezado por Washington.