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La vieja Europa

El pasado 1 de mayo, durante la tradicional manifestación sindical que tuvo lugar en Madrid, Fernando García Pérez, un trabajador en paro de la antigua empresa de telecomunicaciones Sintel, agredió con un palo a José María Fidalgo Velilla, secretario general del sindicato de inspiración comunista Comisiones Obreras (CCOO), causándole una brecha en la frente. A continuación os envío un relato de la intrahistoria del conflicto, desde el lado de las bases sindicales.

Algunas reflexiones sobre los trabajadores de Sintel y Fidalgo

Manuel Espinar

Pegar un palo al secretario general de CCOO no es una cosa buena, de hecho, pegar un palo a cualquier persona no es una cosa buena. Pero normalmente cuando alguien pega un palo a otra persona es porque algo le ha movido a ello.

¿Qué le ha podido mover a este compañero de Sintel a hacer esta acción? Para el que no conozca la historia de Sintel, de su plantilla, de su historia sindical, quizás no llegue a comprender la rabia e impotencia que tiene que invadir a estos compañeros.

Sintel era la empresa más fuerte en lo que se llamaba en el sector de las telecomunicaciones, Planta exterior.

El sector de las telecomunicaciones lo conforman las operadoras (Telefónica, Retevisión, etc.). La planta exterior o montaje, es decir las empresas que su especialización es montar las centrales, tirar los cables, en fin llevar la telefonía a los usuarios (aquí es donde se situaba Sintel, Radiotrónica Abengoa, etc.). Y la otra parte de este sector lo componen los fabricantes de las centrales telefónicas, así como de los terminales, (Alcatel, Ericsson, Siemens, Motorola, etc.). Es importante comprender la estructura de este sector industrial para comprender las razones de la lucha de los trabajadores de Sintel. No hace muchos años, Telefónica era la única operadora y Sintel su filial y la empresa mas fuerte del sector en planta exterior.

Quizás la empresa con mayor afiliación sindical del sector y con una mayoría importante de CCOO.

La responsabilidad sindical desde la federación del metal de CCOO era la elaboración de políticas sindicales para cada sector de la industria. Siderurgia (recordemos las luchas de Sagunto y Bilbao), La naval (recordemos las luchas de Gijón, Vigo, etc.). La Gama Blanca (Cierre de Kelvinator y remodelación de todo el sector, quedando en manos de pocas multinacionales todas las empresas).

Hablo de esas luchas y de esas historias porque yo militaba en la ejecutiva federal del metal de CCOO en todos esos años. Años famosos por la llamada reconversión industrial que capitaneaba el gobierno del PSOE. En aquellos años era secretario de la ejecutiva el compañero Marín. Las huellas de esa realidad la refleja en parte la película Los lunes al sol.

Para cualquier militante sindical no puede pasar desapercibido que, en los últimos años, CCOO no tiene ninguna política sindical para la industria de este país. La mejor prueba es el sector de las telecomunicaciones, la destrucción total de todo la industria (Ericsson, Alcatel, etc.) y la externalización y subcontratación de todo el sector. La destrucción de todo empleo fijo, la bajada de salarios y la ausencia de todos los derechos conseguidos durante años es una realidad que nadie puede negar.

¿Qué papel han jugado los sindicatos en este proceso? ¿Ha intentado CCOO articular una política sindical para todo el sector y organizar la lucha de todos los trabajadores afectados por las políticas empresariales y políticas? NO, el no más rotundo.

Sintel es parte de esta realidad y de la ausencia de política sindical.

Yo conocía a Adolfo, responsable sindical de Sintel, de las coordinadoras del sector de telecomunicaciones de CCOO, donde discutíamos, en aquellos años, una política global para el sector. En ella estábamos representantes de todas las empresas, desde fabricación, instalación y Telefónica. Adolfo y la sección sindical de Sintel no eran ningunos extremistas ni radicales.

En el sindicato, afrontamos el cambio tecnológico que supuso pasar de las centrales electromecánicas a analógicas. Porque en aquellos tiempos discutíamos, negociábamos y luchábamos contra la patronal y el gobierno por esas cosas.

Cuando los sindicatos abandonan una política global para el sector, rompen la unidad de los trabajadores, obligando a que cada empresa se salve como pueda, empujan a los trabajadores a una lucha desesperada y, lo peor, los empujan a la derrota segura.

Sintel diseñó unas formas de lucha y resistencia, otras empresas hicieron manifestaciones y encierros, otras simplemente aceptaron lo menos malo y ni siquiera hicieron ruido.

¿Que papel han jugado los dirigentes federales en todo este caos? Lo peor de un dirigente no es que se pueda equivocar, lo peor es que no se crea nada de lo que dice, ni de lo que hace. Para ellos, los procesos de externalización de la producción no era malo en sí mismo, porque según decían se mantenía el empleo; el tiempo ha demostrado que ésa era la vía para la destrucción del empleo. Pronto veremos la voladura de la fabrica Ericsson en Leganés. Pero para los dirigentes no hay responsabilidades. ¿Cómo se puede firmar un expediente para que durante seis o siete meses la patronal pueda incluir en él al trabajador que quiera? ¿Qué libertad le queda a los trabajadores que saben que como reivindiquen o protesten serán incluidos en el expediente de despido avalado por los sindicatos, que ya lo han firmado previamente? Nunca han estado tan lejos los llamados dirigentes de la durísima realidad en que vivimos la clase trabajadora. Nunca hemos tenido menos derechos los trabajadores que ahora. ¿Qué queda del estatuto de los trabajadores que se firmó en la transición democrática? Pero lo peor de estos dirigentes es que, además, han vendido todas estas derrotas como victorias. Cuando hablan de los procesos de negociación, todos nos ponemos a temblar.

Estos dirigentes, como es el caso de Fidalgo, sólo se pueden mantener en el poder con la represión, gestoras en el metal de Madrid, marginación de los órganos confederales de todo el que no se pliegue a la imparable derechización de las CCOO. Las puntuales rupturas de unidad de acción con UGT* han sido para posicionarse más a la derecha, la última y más escandalosa con el tema de la guerra.

Lo ocurrido con el compañero de Sintel forma parte de toda esta suma de agravios contra los trabajadores. Los trabajadores de Sintel han escrito una página de dignidad obrera que pasará a la historia del movimiento obrero y las declaraciones de estos dirigentes federales y confederales los terminan de poner en su verdadero sitio, en el de la indignidad.

Está mal pegar un palo, pero está mucho peor dar la espalda a los intereses de los trabajadores y colaborar con el enemigo de clase. Porque facilitar la destrucción de todo un sector industrial sin haber cumplido con la función que tiene un sindicato, que es unir y organizar la resistencia, no tiene otro nombre que colaboracionismo. Porque a nadie se le exige la garantía de victoria, pero sí la obligación de resistir y negarse a los planes de las patronales y los gobiernos que las apoyan.

Como decían en la película Tocando al viento, que trataba sobre la lucha de los mineros ingleses, ‘Estamos casi seguros de que nos van a ganar, pero tenemos que luchar por nuestra dignidad y nuestro futuro’.

La actual dirección de CCOO ha perdido la dignidad y nos niega el futuro. Mientras que ellos se mueven con soltura por las alturas, entre moquetas y despachos, vemos como los derechos de los trabajadores desaparecen en los centros de trabajo y nuestros polígonos industriales se trasforman en almacenes.

Los salarios bajan porque la rotación en el empleo impide cualquier consolidación de derechos y la negociación colectiva se ha transformado en negociación individual.

¿Dónde quedaron las 35 horas semanales? No sólo no las hemos conseguido, sino que las jornadas se han prolongado según las necesidades de la patronal. ¿En cuántos centros de trabajo se sabe cuándo se entra, pero no cuándo se sale? Lo que pasó el Primero de Mayo es el producto de la gran separación entre las cúpulas dirigentes sindicales y la realidad que vivimos la mayoría de los trabajadores.

Ahora, más que nunca, Solidaridad con los trabajadores de Sintel y con todos los que no se resignan a los planes del capital.

* UGT, sindicato de inspiración socialista.