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La vieja Europa

6 de mayo del 2003

Lo Inconcebible está deviniendo en Normal

John Pilger
The Independent, Reino Unido
Traducido de
www.irakwar.ru para REBELIÓN por Ángel Cristóbal Colmenares E.
El domingo pasado, sentado entre los asistentes a la ceremonia de entrega de premios en la televisión de Bafta, fui golpeado por el silencio. Aquí estaban muchos de los miembros más influyentes de la élite liberal, escritores, productores, dramaturgos, periodistas y gerentes de nuestra fuente principal de información, la televisión; y ninguno rompió el silencio. Era como si estuviéramos desconectados del mundo exterior: un mundo de rapaz y desenfrenado poder y de grandes crímenes cometidos en nuestro nombre por nuestro gobierno y su amo extranjero. Irak es el "caso de prueba", dice el régimen de Bush, que cada día se acerca más a la definición de fascismo dada por Mussolini: la fusión de un estado militarista con el poder corporativo. Irak también es un caso de prueba para los liberales de occidente. Ante los indecibles sufrimientos en ese golpeado país, con doctores de la Cruz Roja describiendo "niveles increíbles de civiles afectados", la opción de la próxima conquista, Siria o Irán, es "debatida por la BBC", como si de un encuentro de la Copa del Mundo se tratara.

Lo inconcebible está normalizándose. El ensayista estadounidense Edward Herman escribió: "Hay normalmente una división del trabajo en la realización y racionalización de lo inconcebible, con la bestialización y el asesinato directo cometidos por un conjunto de individuos... otros trabajando en mejorar la tecnología (un mejor gas crematorio, un napalm más quemante, duradero y adhesivo, bombas fragmentarias que penetren la carne en patrones de difícil seguimiento). Tal es la función de los expertos y de los principales medios de comunicación, con el fin de normalizar lo inconcebible para el público en general. ''

Herman escribió eso luego de la Guerra del Golfo en 1991, cuyas imágenes nocturnas de excavadoras estadounidenses enterrando a miles de adolescentes reclutas iraquíes, muchos de ellos vivos e intentado rendirse, nunca fueron mostradas. De ese modo la matanza fue normalizada. Un estudio distribuido poco antes de la Navidad de 1991 por el Medical Educational Trust reveló que más de doscientos mil hombres, mujeres y niños iraquíes resultaron muertos o asesinados por ataques directos estadounidenses. Esto apenas fue informado, y la naturaleza homicida de la "guerra'' nunca formó parte de la conciencia pública en este país, dejen a Estados Unidos en paz.

La deliberada destrucción por el Pentágono de la infraestructura civil de Irak, como las fuentes de energía, las plantas de tratamiento de aguas y de alcantarillados, junto con la imposición de un embargo tan bárbaro como un sitio medieval, produjeron un grado de sufrimiento nunca totalmente comprendido en Occidente. Había evidencia documentada, volúmenes de ella disponibles; a finales de 1990 más de seis mil niños morían mensualmente, y los dos principales funcionarios de las Naciones Unidas responsables para el apoyo humanitario en Irak, Denis Halliday y Hans von Sponeck, renunciaron en protesta por la agenda oculta del embargo. Halliday llamó a ésto "genocidio."

A partir del pasado julio los Estados Unidos, apoyados por el gobierno de Blair, bloquearon totalmente los suministros humanitarios por valor de $5.4bn, desde vacunas y bolsas de plasma hasta simples analgésicos, por los cuales Irak había pagado y cuyo ingreso el Consejo de Seguridad había aprobado.

El ataque del mes pasado por los dos más grandes poderes militares contra una población desmoralizada, enferma y totalmente indefensa fue la extensión lógica de esta barbaridad. Eso ahora es llamado una "victoria", y las banderas están saliendo. La semana pasada, el submarino HMS Turbulent regresó a Plymouth enarbolando el Jolly Roger, emblema de los piratas. ¡Cuan apropiado!. Esa máquina, impulsada por energía nuclear, disparó unos treinta misiles crucero estadounidenses Tomahawk hacia Irak. Cada proyectil costó setecientas mil libras esterlinas: un total de veintiún millones de libras esterlinas. Solo esa suma proporcionaría a la desesperada Basora comida, agua y medicinas.

Imaginemos: ¿qué hizo el impacto de los treinta misiles del Comandante Andrew McKendrick? ¿A cuántas personas mataron o mutilaron de una población cuya mitad aproximada son niños? Quizá, Comandante, usted apuntó a un palacio con chapas de oro en el baño, o a un "puesto de mando y control", como los estadounidenses y Geoffrey Hoon gustan decir mintiendo. O tal vez cada uno de sus proyectiles tenía un dispositivo sensor que podía distinguir entre los "hacedores del mal" de George Bush y los niños pequeños. Lo cierto es que sus blancos no incluyeron al Ministerio del Petróleo.

Cuando la invasión comenzó, el público británico fue llamado para "apoyar tropas ilegal y antidemocráticamente enviadas a matar a un pueblo con el cual no teníamos ningún pleito". La última prueba de nuestro profesionalismo es cómo el Comandante McKendrick describe un ataque no provocado contra una nación sin submarinos, sin armada y sin fuerza aérea, y ahora sin agua limpia, sin electricidad y, en muchos hospitales, sin anestésicos con los cuales amputar pequeños miembros hechos tiras por la metralla. Yo he visto en otra parte cómo se hace eso, con una mordaza en la boca del paciente.

Un niño, Ali Ismaeel Abbas, el muchacho que perdió a sus padres y sus brazos en un ataque misilístico, ha sido trasladado a un hospital moderno en Kuwait. La publicidad lo ha salvado. Tony Blair dice que hará "todo lo que pueda'' para ayudarlo. Este debe ser el supremo insulto a la memoria de todos los niños de Irak que han muerto violentamente en la guerra de Blair, y como resultado del embargo que Blair entusiastamente respaldó. El salvamento de Ali sustituye con un espectáculo mediático de caridad nuestro derecho a conocer la magnitud del crimen cometido contra la juventud en nuestro nombre. Permítannos mirar ahora las fotos de "las docenas de mujeres y niños desmembrados cargadas en camiones'' que los doctores de la Cruz Roja vieron.

Cuando Ali voló a Kuwait, los estadounidenses estaban previniendo Salvar A Los Niños enviando un avión con suministros médicos al Irak norteño donde cuarenta mil están desesperados. Según la ONU, media población de Irak tiene comida suficiente solo para pocas semanas. La dirección del Programa Mundial de Alimentos dice que cuarenta millones de personas alrededor del mundo están ahora en serio riesgo por la perturbación que el desastre humanitario en Irak ha causado.

¿Y esto es "liberación"? No, es la conquista sangrienta, testimoniada en el masivo robo de los recursos y riquezas naturales de Irak por los Estados Unidos. Preguntemos a las multitudes en las calles, para quienes el miedo y odio contra Saddam Hussein se ha transferido, virtualmente en una noche, contra Bush y Blair y quizás contra "nosotros''. Tal es la magnitud de la locura y crimen de Blair que el artilugio de su vindicación es urgente. Como si estuviera hablando para los vindicadores, Andrew Marr, el editor político de la BBC, informó: "[Blair] dijo que ellos podrían tomar Bagdad sin un baño de sangre, y que al final los iraquíes estarían celebrando. Y en ambos puntos él se ha mostrado concluyentemente correcto. ''

¿Qué constituye un baño de sangre para el hombre de la BBC en Downing Street? ¿Califica el asesinato de las tres mil personas en las Torres Gemelas de Nueva York? Si su respuesta es sí, entonces los miles asesinados en Irak durante el último mes constituyen un baño de sangre. Un informe dice que más de tres mil iraquíes fueron muertos en veinticuatro horas o menos. ¿O están los vindicadores diciendo que las vidas de un conjunto de seres humanos tienen menos valor que esas confesadas a nosotros? La desvalorización de la vida humana siempre ha sido esencial a las pretensiones del poder imperial, del Congo a Vietnam, de Chechenia a Irak.

Si, cuando Milán Kundera escribió, "la lucha del pueblo contra el poder es el combate de la memoria contra el olvido", entonces no debemos olvidar. No debemos olvidar las mentiras de Blair acerca de las armas de destrucción masiva que, como dice ahora Hans Blix, estaban basadas sobre "evidencia fabricada". No debemos olvidar su insensibilidad en el esfuerzo por negar que un proyectil estadounidense matara a sesenta y dos personas en un mercado de Bagdad. Y no debemos olvidarnos de la razón para el baño de sangre. En septiembre pasado, anunciando su Estrategia de Seguridad Nacional, Bush adelantó que Estados Unidos pensaba dominar al mundo por la fuerza. Irak fue de hecho el "caso de prueba". El resto fue una charada.

No debemos olvidar que el Secretario de la Defensa británica ha anunciado, por vez primera, que su gobierno ha preparado el lanzamiento de un ataque con armas nucleares. Él se hace eco de Bush, claro. Una mafia ascendente dirige ahora a los Estados Unidos, y el Primer Ministro es su siervo. Juntos, ellos vacían de su verdadero significado palabras nobles como "liberación, libertad y democracia". La indiscutible verdad es que tras la sangrienta conquista de Irak está la conquista de todos nosotros: de nuestras mentes, de nuestra humanidad y en última instancia de nuestro respeto por nosotros mismos. Si nada decimos ni hacemos, la victoria sobre nosotros está asegurada.