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La vieja Europa

21 de abril del 2003

¿Concierne el antisemitismo a la izquierda?

Judy Rebick
ZNet en español

Judy Rebick afirma que el antisemitismo sigue constituyendo un tema de discusión porque es una intolerancia peligrosa -no porque la crítica de Israel sea antisemitismo ni porque los judíos sufran de una discriminación sistemática.

La semana pasada, en Canadá, un respetado dirigente nativo y ex Jefe Nacional de la Asamblea de las Primeras Naciones, David Ahenakew, hizo un discurso en el que profirió ataques racistas contra toda una serie de minorías en Canadá. Después de su discurso, declaró a un reportero que pensaba que Hitler tuvo razón al "freír" a los judíos porque de otra manera en la actualidad poseerían todo.

La reacción de los dirigentes aborígenes y de otras comunidades fue rápida. Un coro de denuncia se escuchó en todo el país. Sin embargo, el hecho de que un patriarca de la comunidad aborigen haya apoyado públicamente la matanza de seis millones de judíos, algo que ni siquiera los neo-nazis habían osado hacer, provoca un temor familiar por un aumento del antisemitismo.

Pertenezco a la primera generación de judíos canadienses que no ha sufrido discriminación por su religión. Mi padre tuvo que luchar durante todos sus estudios contra pandillas de muchachos que lo llamaban inmundo judío. Solía contarme que en sus días había letreros en la playa Sunniside en Lakeshore en Toronto que decían, "Prohibido para perros y judíos".

La Universidad McGill, donde estudié, eliminó su sistema de cuotas que limitaba la matrícula de judíos sólo unos pocos años antes de mi ingreso. Sin embargo, para mí, ser judía nunca constituyó un impedimento para mis proyectos. Ser mujer fue una barrera mucho más importante.

He vivido el antisemitismo, por cierto, pero en la forma de odio, no como discriminación. Durante la intensa lucha por la libertad de decisión sobre el aborto, el antisemitismo de algunas de las fuerzas contrarias al aborto fue intenso. Comenzando con caricaturas del Dr. Henry Morgentaler que parecían caricaturas nazis de un judío, hasta comentarios de conductores que vociferaban ante la clínica Morgentaler: "¿Por qué no matan bebés judíos ahí dentro!" Ha habido más discusión de antisemitismo en Canadá en los últimos meses de lo que pueda recordar en toda mi vida adulta. A principios de este mes, tres hombres respetados de izquierda acusaron a la izquierda de antisemitismo, por concentrarse en la crítica de la política israelí sin criticar simultáneamente a los países árabes. En la Universidad Concordia, la Unión de Estudiantes ha sido acusada de antisemitismo por oponerse a una visita por el político ultraderechista de Israel Benjamin Netanyahu.

Incluso el incansable luchador por los derechos humanos, miembro del parlamento por el NDP, Svend Robinson ha enfrentado acusaciones de antisemitismo por sus francas opiniones sobre el Medio Oriente.

El antisemitismo es un tipo peculiar de odio étnico porque no se basa en la idea de que un grupo sea inferior, sino más bien porque se basa en el resentimiento por los logros, privilegios o poder, imaginarios o reales, de un grupo étnico. Hitler utilizó esos resentimientos para llegar al poder en Alemania y luego los llevó más lejos que nadie podría haber imaginado en sus peores pesadillas.

El horror del Holocausto liberó a nuestra sociedad del antisemitismo al nivel oficial pero el resentimiento recóndito frente a un grupo que es diferente, que mantiene su identidad, que ha sido puesto en la picota a través de la historia por dirigentes religiosos y políticos, sigue existiendo. En tiempos de polarización política, se fortalece.

Unos meses después de los eventos del 11 de septiembre de 2001, un chofer de taxi del aeropuerto me contaba sus terribles condiciones de trabajo y cómo el propietario de la compañía de taxis lo explotaba. Entonces agregó, "Por cierto, mi jefe es judío".

"Yo también soy judía", le dije. "¿Qué tiene que ver el que sea judío con que lo esté explotando? Usted sabe que hay mucha gente que piensa que todos los hombres con piel oscura son terroristas."

"Tiene razón", respondió. "Lo siento. Yo vengo de India. ¿Qué sé yo de los judíos?"

Comprendí entonces que el antisemitismo estaba creciendo. Si un taxista se siente bien hablando de esa manera con su cliente, uno sabe que existe mucha habla antisemita abierta. Lo mismo representan las viles observaciones de Ahenakew. Obviamente, ha tenido esos puntos de vista durante un cierto tiempo, pero ahora considera que puede expresarlos en público.

Los judíos en América del Norte no sufren discriminación. Están bien representados en las altas esferas, políticas, económicas o sociales. Por eso es difícil para la gente de izquierda, que generalmente se identifica con los que carecen de poder en la sociedad, identificarse con la lucha contra el antisemitismo. Es una abstracción.

Pero cualquier tipo de intolerancia es inmoral e inaceptable. El antisemitismo ha sido siempre un instrumento en manos de la reacción. La izquierda ha estado en las primeras filas en la lucha contra los neo-nazis, pero el antisemitismo puede también adoptar formas más sutiles y a ésas también hay que oponerse, incluso si provienen de un grupo oprimido. Lo más terrible en el asunto Ahenakew es que un representante del pueblo más oprimido y perseguido en América del Norte, descargue sus frustraciones sobre los judíos.

No resulta fácil separar el verdadero aumento del antisemitismo de las falsas acusaciones. Como judía que se opone a la cruel ocupación de los territorios palestinos por Israel, no creo ni por un segundo que la oposición de gran parte de la izquierda a Israel se base en el antisemitismo. Pero comprendo por qué numerosos judíos la perciben de esa manera.

La historia del Holocausto, que todo judío conoce tan bien, es que los judíos alemanes eran los más integrados en su sociedad. Se sintieron seguros cuando los nazis comenzaron a ganar apoyo. Esos matones con camisas marrón eran, al principio, casi ridículos. Esa lección la aprendimos -todo signo de antisemitismo tiene que ser detenido antes que se difunda. Estoy de acuerdo con eso.

El problema es que la dirección israelí ha entretejido habilidosamente el mito de que la oposición a sus políticas constituye oposición al pueblo judío, que la crítica a Israel es, de por sí y en sí misma, antisemita. Mi punto de vista es que las acciones de Israel en Cisjordania y en la Franja de Gaza constituyen una traición a la historia del pueblo judío. Me pronuncio contra ellas porque no puedo aceptar que mi pueblo, que ha sido tan perseguido durante siglos pueda perseguir a otro pueblo.

Espero que la selección de un dirigente del Partido Laborista que se opone a la ocupación aumentará la influencia de los críticos dentro de Israel y así desmentirá la idea de que la crítica a Israel es antisemitismo.

La discusión sobre el aumento actual del antisemitismo, sin hablar del aumento aún más serio del racismo, particularmente contra musulmanes y árabes, después del 11 de septiembre, contribuye al desinterés de la izquierda por tomar en serio el antisemitismo.

Espero que los críticos de la política israelí dentro de la comunidad judía reúnan más valor para pronunciarse a pesar de la intensa presión para que no lo hagan. Un impacto del aumento del antisemitismo en la sociedad es que las comunidades judías cierran sus filas contra cualquier y toda oposición. Es la peor reacción que podamos tener. El tribalismo lleva a la intolerancia.

Los judíos que se oponen a la persecución israelí contra el pueblo palestino deben expresarse abiertamente, lo mismo que los musulmanes y árabes que se oponen a los atacantes suicidas. En ninguno de los dos casos la tarea es fácil, pero si vamos a encontrar un camino para trabajar juntos por sobre las diferencias, aquellos de nosotros en la izquierda tenemos que romper con los de nuestras propias comunidades que impulsan la violencia y el odio.

Como lo expresara tan elocuentemente hace poco George Erasmus presidente de la Aboriginal Healing Foundation, que también fue Jefe de la Asamblea de Primeras Naciones, en su carta al editor del Globe and Mail:

"Tengo la esperanza de que la gente responda al espíritu del odio, dondequiera aparezca, renovando su compromiso con la larga y difícil tarea de acercar y reconciliar. Hemos visto, sufrido y superado mucho. Pero cuando las mentes y los espíritus de nuestros propios pueblos son conquistados, hemos perdido."

Judy Rebick publica www.rabble.ca , donde apareció este artículo por primera vez.

Título original: Is anti-semitism an issue for the Left? January 05, 2003
Link: http://www.zmag.org/sustainers/content/2003-01/03rebick.cfm
Traducido por Germán Leyens