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La vieja Europa

LEÓN FELIPE:
Inglaterra, la raposa de la historia

Andrés Capelán / La Fogata

Cuando el poeta español León Felipe vió que Gran Bretaña había dejado a la
España Republicana a merced de Francisco Franco y sus aliados nazis y
fascistas con el sólo fin de evitar un enfrentamiento con Hitler y
Mussolini, se refirió a su proceder en "LA INSIGNIA", una alocución
poemática escrita el 11 de febrero de 1937, a raíz de la caída de Málaga, y
pronunciada por primera vez en el Coliseum de Barcelona el 28 de marzo de
ese año. Hé aquí algunos fragmentos de este raro texto del poeta zamorano,
en el que compara a Inglaterra con una raposa, es decir: una zorra.

(...)
Se va hacia la muerte...
y abajo queda el mundo de las raposas,
y de los que pactan con las raposas.
Abajo quedas tú, Inglaterra,
vieja raposa avarienta
que tienes para la Historia de Occidente hace más de tres siglos,
y encadenado a Don Quijote.
Cuando acabe tu vida
y vengas ante la Historia grande,
donde te aguarde yo,
¿qué vas a decir?
¿Qué astucia nueva has de inventar entonces para engañar a Dios?
¡Raposa!
¡Hija de raposas!
(...)
Si abriesen las puertas a los vientos del Mundo,
si las abriesen de par en par
y pasasen por ella la justicia
y la democracia heroica del hombre,
yo pactaría con las dos
para echar sobre tu cara de vieja raposa sin dignidad y sin amor,
toda la saliva y todo el excremento del mundo,
¡Vieja raposa avarienta:
has escondido,
soterrado en el corral,
la llave milagrosa que abre la puerta diamantina de la Historia!
(...)
Tú no oyes nada,
No entiendes nada, y te metes en todas las casas.
¡A cerrar las ventanas
y a cegar la luz de las estrellas!
Y los hombres te ven y te dejan.
Te dejan porque creen que ya se le han acabado los rayos a Júpiter.
No sabes nada.
No entiendes nada.
Has amontonado tu rapiña detrás de la puerta
y tus hijos no pueden abrirla ahora
para que entren los primeros rayos de la nueva aurora del Mundo.
¡Vieja raposa avarienta!
Eres un gran mercader:
sabes llevar muy bien las cuentas de la cocina
y piensas que yo no sé contar.
Sí, sé contar.
He contado mis muertos.
Los he contado todos.
Los he contado uno por uno.
(...)
Y todos te los he cargado a tu cuenta.
¡Ya ves si sé contar!...
Y ahora no te vale de nada decir a los hombres que tú no tienes la culpa.
Eso se lo dices a los hombres,
pero a Dios y a mí no nos engañas.
Eres la vieja portera del Mundo de Occidente.
Tienes desde hace mucho tiempo, las llaves de todos los postigos de Europa,
y puedes dejar entrar y salir por ellos a quien se te antoje.
Y ahora, por cobardía,
por cobardía nada más,
porque quieres guardar tu despensa hasta el último día de la Historia,
has dejado meterse en mi solar
a los raposos y a los lobos confabulados del Mundo
para que se sacien en mi sangre
y no pidan en seguida la tuya.
Pero ya la pedirán.
Ya la pedirán, algún día, otro hombres.
(...)
Vete,
vete ya,
deja esas llaves
y la custodia del Viejo Mundo de Occidente.
Vete, vete,
que no eres más que una rémora en el camino del hombre hacia la luz.
Oye, oíd, oíd todos, otra vez:
la conciencia del hombre nuevo exige ya otro mundo distinto que el de la
rata y la raposa.
O el mundo se organiza sobre bases de justicia y dignidad humanas, donde no
caben los mercaderes, o no se organiza de ninguna manera.