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La vieja Europa

18 de febrero del 2003

Los dos registros de ETA y "Basta Ya"

Francisco Letamendia
Las dinámicas cruzadas de ETA y "Basta Ya" son un territorio privilegiado para comprobar in situ las teorías de la Ciencia Política sobre la acción colectiva. Esta tiene dos registros: el racional-utilitario; y el cultural-identitario. Desde el punto de vista racional, las personas son maximizadoras de utilidades, y toman decisiones basadas en previsiones racionales que calculan si los costos de su actuación serán o no inferiores a los previsibles beneficios que se derivarían de ella.

El registro identitario plantea problemas más complejos; es el que explica acciones que desde el punto de vista racional serían imposibles. Las identidades colectivas hacen inversiones emocionales que permiten a los individuos su reconocimiento recíproco, generando la polaridad nosotros-ellos: el nosotros, investido de afectividad, es cálido; el ellos, producto de la alteridad, es frío. El cierre del campo identitario se produce cuando se bloquea la interacción del nosotros-ellos. La personalidad que adhiere a este bloqueo identitario suele ser de tipo "autoritario", caracterizada por una identificación intensa con el poder; las orientaciones cognitivas adoptan la forma de los estereotipos hostiles; y las orientaciones afectivas sustituyen la pareja del ellos- nosotros por la del amigo-enemigo.

Los estereotipos son la forma mitigada de la hostilidad grupal: constituyen la justificación de la antipatía hacia un grupo en una situación dada, y la racionalización de la dominación de un grupo sobre otro. Los procesos de conformación del enemigo, siempre malignos, se asocian a las patologías ideológicas: crean un universo mental fantástico dominado por la agresividad y el fantasma del poder. Se basan en el mecanismo de la falsa proyección: el sujeto proyecta sobre el mundo exterior como malas intenciones las pulsiones agresivas procedentes de su capa más profunda: todo cuanto es violento y peligroso para él lo atribuye a la víctima potencial. La figura del enemigo, alguien a quien debo destruir una vez identificado para que no me destruya él a mí, responde a una concepción satanizada de la política.

El proceso de formación proyectiva de la imagen del enemigo interior ha devastado la civilización occidental, desde los procesos de brujas de la Edad Media hasta el antisemitismo de la II Guerra: el anti-islamismo en Occidente y el anti-vasquismo en España son algunas de sus expresiones actuales. En estos dos casos, lo patológico se alía al pragmatismo maquiavélico, de carácter racional: las élites de un Estado pueden concitar un consenso polarizando a las masas contra el enemigo exterior o interior, con la seguridad de que la guerra en un caso y la persecución en otro aumentarán la cohesión social, y con ella su poder y prestigio.

No hace falta insistir en la polarización hostil identitaria de una actuación, la de ETA, cuya consecuencia es la muerte de la persona a la que se considera enemigo. El registro racional del discurso de ETA se sitúa en el medio plazo; según la Alternativa Democrática, su actuación está encaminada a conseguir del Estado la autodeterminación y la territorialidad, tras de lo cual será el conjunto de la sociedad vasca quien se pronunciará sobre la fórmula concreta de la autodeterminación. Pero todos y cada uno de sus atentados producen sobre la base social favorable a la autodeterminación los efectos exactamente contrarios: corta los lazos que pudieran unirla a una izquierda mundial, la del movimiento anti-globalización, que hace actualmente de la defensa universal de los derechos humanos, y por tanto de la vida, una de sus principales señas de identidad; concita sobre ella una enorme masa de odio; y reduce la respuesta popular a la feroz agresión de que es objeto por parte de los tres poderes del Estado. Todo esto se traduce en el descenso de las perspectivas electorales de la izquierda abertzale. A ello contribuye el autismo de unos acciones olímpicamente indiferentes al contexto externo; el condenable asesinato de Pagazaurtundua ha resucitado a un PP asfixiado por el chapapote y por su servilismo bélico pro-americano.

Identificar a la izquierda abertzale con ETA es indignantemente falso, e imputar sus asesinatos a electos que muy posiblemente abominan de ellos en su fuero interno como lo muestran las encuestas al respecto una gran injusticia; pero Batasuna debiera reflexionar sobre el enorme error que ha cometido al atarse al principio de no criticar públicamente los efectos políticos de unas acciones que tan negativas consecuencias están teniendo sobre sus bases.

"Basta Ya" es la expresión más polarizada de la reacción identitaria que ha provocado la violencia de ETA, la cual ataca desde 1995, más que a uniformes, a grupos de la sociedad civil. Las leyes de la esterotipia y de la configuración hostil proyectiva rigen su comportamiento. Su enemigo no es ya ETA ni a la izquierda abertzale; es el conjunto del nacionalismo vasco, y muy especialmente las instituciones vascas a las que éste que ha accedido no hay que olvidarlo en virtud de la expresión democráticamente expresada de la población vasca. En el registro identitario, el hecho muy real de estar en la lista de los posibles objetivos de ETA les lleva a vivir en un universo mental fruto a partes iguales de la alucinación y de la patraña consciente.

Cuanto más emblemáticos y respetados sean en su mundo los personajes del nacionalismo vasco, tanto más les insultan: de ahí su fijación con el lehendakari Ibarretxe, con Arzalluz y con Setién.

El poder real de las gentes de "Basta Ya" esgrande, y procede de tres esferas: dos que no han sido transferidas, la judicatura y la universidad, y otra en las que su predominio es aplastante, la prensa escrita. Su grotesca presentación de la Universidad vasca, institución en la que campan a sus anchas, como un medio hostil en el que necesitan ir encapuchados, obedece en realidad al objetivo de profundizar aún más la limpieza que ha comenzado ya en materia de promoción académica.

Cuando recurren a los jueces lo anuncian en la prensa de un modo que parece estar diciendo: ĞAhora vais a ver lo que es buenoğ o Ğa mí el Séptimo de Caballeríağ. De ahí que prolifere, en los medios escritos de Madrid y en algunos de los del país, una nueva figura: la del insultador profesional, que injuria tanto más cuanto más ignora los datos reales del injuriado, y que se sabe a salvo de eventuales represalias por vía judicial a la vista de los resultados que los perjudicados del mundo nacionalista vienen obteniendo en ella.

Pero esta descripción quedaría incompleta si no se completara con el registro racional- utilitario de "Basta Ya". Y en ese registro, contrariamente a la izquierda abertzale, los resultados obtenidos sí que han coincidido al menos hasta ahora con los objetivos previstos. Basta Ya es en realidad un grupo de presión cuyos miembros quieren transformar su victimismo, real o supuesto, en honores, prebendas, dinero, y promoción profesional y académica a costa de terceros. Los destinatarios de la presión son los grupos civiles y las instituciones públicas del centralismo. Por ello insultan y se movilizan muy especialmente en los períodos electorales contra las fuerzas nacionalistas y el Gobierno tripartito, y por ello son acérrimos partidarios de la coalición de las fuerzas de ámbito estatalpolítica del PP no compartida por los socialistas; porque con ello incrementan su renta de situación y las expectativas de beneficios personales. Pero finalmente, sus maniobras son tan burdas que, al menos en el país Vasco y tal vez a partir de ahora en el Estado van a acabar desprestigiando y mermando las expectativas de voto de quienes querrían beneficiar, convirtiéndose por lo mismo en irracionales.