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La vieja Europa

27 de diciembre del 2003

Franco y el entonces principe Juan Carlos recibieron al premiado
El Estado español concedió a Saddam Hussein la Gran Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica en 1974


primeiralinha.org

Ahora que Saddam Hussein es presentado por el imperialismo como el demonio con rabo y cuernos que debe ser condenado a muerte, como terrorista y genocida, causante de todos los males de Oriente Medio, será conveniente recordarle a Aznar y compañía que sus padrinos políticos, el Gobierno franquista, otorgaron a Saddam la más alta distinción del Estado español, legalmente aún en vigor.

Fue en 1974, durante la visita del presidente iraquí al Estado español, que Saddam fue recibido por Franco y por el príncipe Juan Carlos, hoy monarca de la España "constitucional". El Gobierno de España concedió entonces la Gran Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica, para premiar su "comportamiento extraordinario en beneficio de España". Recordemos que en ese año Hussein ordenó los ataques masivos contra el pueblo kurdo, con la complicidad y asesoramiento yanqui.

Recordemos también que la Cruz de Isabel la Católica, instituida por Estado español en 1815, tiene por objeto "premiar aquellos comportamientos extraordinarios de carácter civil, realizados por personas españolas y extranjeras, que hayan redundado en beneficio de la Nación o contribuido de modo relevante, para favorecer las relaciones de amistad y cooperación de la Nación española con el resto de la comunidad internacional". En la medalla figura grabada la leyenda "A la Lealtad Acrisolada".

Fue por tanto el Estado español más lejos de lo que el norteamericano, que se conformó con ofrecerle, durante la etapa de gobierno Reagan, en la década de los ochenta, unas botas de cowboy fabricadas en oro macizo, y una medalla del senado californiano "a su excelencia Saddam Hussein".

Mientras el Gobierno español delibera sobre qué hacer en relación con la alta distinción con la que reconoció a Saddam, que aún continua en vigor, el Gobierno yanqui intenta hacer desaparecer de circulación las fotos de los apretones de mano y muestras de afecto con Saddam por parte de dirigentes como Donald Rumsfeld, hoy secretario de la Defensa yanqui y en los años ochenta representante de la Administración Reagan en sus estrechas relaciones con el líder del estado iraquí.