VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
La vieja Europa

16 de diciembre del 2003

Berlusconi y Aznar: Estados Unidos los une y Europa los desune

Nelson R. Gutiérrez
Rebelión

Resulta que ahora los hasta hace poco excelentes amigos, el presidente del gobierno español, José Maria Aznar, y el premier italiano, Silvio Berlusconi, están enfadados porque ni uno ni el otro lograron evitar que la recién concluida cumbre de la Unión Europea (UE) terminara en un profundo fracaso.

Los mismos que hace dos años cedieron sus puestos en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU a Estados Unidos, en un gesto sin precedentes hacia el mejor aliado de ambos, Washington, hoy se muestran enojados y enemistados entre si.

Fueron también Aznar y Berlusconi los que arremetieron este año contra Cuba en la UE con la frustrada y vieja pretensión de aislar a la isla caribeña, haciéndole el juego y cumpliendo al pie de la letra las ordenes del actual inquilino de la Casa Blanca, el señor mandatario de Estados Unidos George Bush.

Pero como Dios le da barba a quien lo merece y no a quien quiera, ahora precisamente Aznar y Berlusconi son quienes realmente están aislados. El primero no consiguió que España la consideraran en el llamado Viejo Continente entre los estados con mayor poder, como Francia y Alemania, mientras el segundo quedó mal con Madrid, por un lado, y Paris y Berlín, por el otro.

Aznar cargó con el trofeo de ser uno de los máximos responsables del derrumbe de la ultima cumbre de la UE, celebrada en Bruselas, y Berlusconi será registrado en la historia como el presidente semestral recordista de la más grande derrota en la organización regional.

Los jefes de gobierno de España e Italia fueron goleados en el encuentro de la UE, no sólo por el poderoso dúo franco-germano, sino también por Gran Bretaña, cuyo premier Tony Blair no creyó en lagrimas de Madrid ni de Roma, cuando de repartición de poderes se trató en la cita comunitaria.

Si te vi no me acuerdo, fue la conducta que adoptó en la reunión de la UE el líder del ejecutivo de Londres, por cierto, el mayor aliado de Estados Unidos en el Viejo Continente.

Blair, Aznar y Berlusconi no pusieron un solo reparo cuando Bush los convocó para hacer la guerra contra Irak, sin embargo fueron incapaces en Bruselas de dar un nuevo paso hacia la unión de la hoy desunida Europa.