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La vieja Europa

20 de noviembre del 2003

La complicidad de los medios de comunicación en el golpe de estado en Venezuela
Polémica proyección del documental "La Revolución no será televisada" en la Casa de América de Madrid
Jose Daniel Fierro

Rebelión
El pasado martes, fue presentado en la Casa de América de Madrid, el documental "La Revolución no será televisada". La cinta, realizada por los cineastas irlandeses Kim Bartley y Donnacha O'Brien, recoge imágenes y evidencias clarificadoras de lo ocurrido en Venezuela durante el golpe de Estado del 11 de abril de 2002.

Este trabajo tiene un valor extraordinario porque sus realizadores tuvieron acceso a prácticamente todo lo que pasó dentro del palacio presidencial de Miraflores durante las jornadas que duró la intentona golpista. Los cineastas se encontraban en Venezuela elaborando un reportaje sobre la persona de Hugo Chávez y el cambio político en el país.

Cuando llegó el 11 de abril una parte del equipo de grabación se hallaba en el interior del palacio presidencial, lo que les permitió rodar imágenes de la irrupción y la toma del edificio por los golpistas, la detención del presidente Chávez, los comunicados enviados a la nación por los sediciosos y la vuelta, 48 horas después, del presidente legítimo tras ser liberado.

Más que una mirada aterradora a los crudos mecanismos para la toma del poder, la cinta realiza también un examen de advertencia al uso de la televisión para traicionar y manipular al publico. El intento de golpe de Estado nunca hubiera germinado sin la complicidad y el apoyo de los 5 canales de TV privados de Venezuela, todos políticamente alineados contra Chávez, y la colaboración necesaria de cadenas extranjeras que del mismo modo se pusieron al servicio de la violencia.

Polémica proyección

El documental está triunfando en las salas de cine de los EE.UU. y va encaminado al Oscar. Por el contrario, la oposición al gobierno venezolano está desatando en el exterior una virulenta campaña contra la obra. En el Film Forum de Nueva York se agotaron las entradas la semana pasada, y los opositores que repartían octavillas en las puertas del teatro, salieron insultados por los asistentes a la proyección. En Canadá, sin embargo, consiguieron que Amnistía Internacional censurara la exhibición de la cinta.

Días antes de su presentación en Madrid, estos grupos opositores realizaron una campaña contra el documental y exigieron a la Casa de América "no dar cabida en ningún momento a actos que puedan considerarse como orientados al proselitismo político". Además alentaron para que a través de internet se enviaran "correos electrónicos a la Casa de América" solicitando "la no proyección de este vídeo".

Ante esta circunstancia, la institución sucumbió a la presión y decidió hacer concesiones a los opositores. La dirección colocó carteles por todo el recinto en los que aclaraba que "la colaboración de la Casa de América se limita a la organización y difusión de estos actos sin entrar a apreciar ni identificarse necesariamente con su contenido". A continuación cambiaron la sala donde se iba a realizar la proyección. Y en lugar del auditorio eligieron un pequeño y estrecho salón donde difícilmente entraron unas 60 ó 70 personas, eso provocó que más de un centenar de personas quedaran fuera, provocando un considerable malestar entre los asistentes. A pesar de que muchos de ellos llegaron con bastante antelación fueron informados por los guardas de seguridad de que el aforo estaba completo. Casualmente la mayoría de las personas que se encontraban en el interior de la sala eran opuestas a la cinta documental y repartieron hojas contra la misma.

El acto fue presentado por la Cónsul venezolana en Madrid, Yolanda Rojas, quien expresó su satisfacción por tener la oportunidad de "ver un trozo de la historia que el sesgo de la censura ha pretendido negar". Junto a ella, Augusto Zamora (Profesor de Derecho Internacional de la Universidad Autónoma de Madrid) y Pascual Serrano (Periodista y Coautor del libro "Periodismo y crimen. El caso Venezuela 11-04-02") expusieron sus puntos de vista tras la emisión de la cinta. Pero no hubo debate, de nuevo la Casa de América cortó tal posibilidad, pidiendo a los asistentes el abandono del salón por haber llegado la hora del cierre.