VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
La vieja Europa

7 de octubre del 2003

Rusia: El 3 de octubre de 1993, miles de ciudadanos desarmados salieron a la calle en señal de protesta contra el golpe de estado de Yeltsin
La orden era disparar a matar

Stanislav Kuprianov
Sovietskaya Rossia
Traducido para Rebelión por Josafat Sánchez Comín
Diez largos años han trascurrido desde aquellos acontecimientos, cuando fueron tiroteados los defensores del Soviet Supremo de Rusia; gente civil, pacífica, entre los que se encontraban mujeres y niños. Todo este tiempo, periodistas vendidos y altas personalidades nos han seguido ofreciendo la misma repugnante mentira acerca de esta tragedia. ¿Qué ocurrió en realidad en aquellos terribles días?

El 21 de septiembre de 1993, Yeltsin llevó a cabo un golpe de estado. Con el decreto nº 1400 disolvió unilateralmente el Soviet Supremo. En cumplimiento de la constitución y amparándose en la sentencia del Tribunal Constitucional, Yeltsin y los ministros del interior y defensa fueron apartados de sus responsabilidades en virtud de la resolución adoptada por el Soviet Supremo de la Federación Rusa.

Sin embargo ellos decidieron mantenerse en el poder recurriendo al terror y al derramamiento de sangre para de un plumazo acabar con la oposición.

El equipo de Yeltsin llevaba tiempo preparándose para el golpe. En poco más de año y medio "fabricaron" a más de 500 nuevos oficiales a los que inmediatamente sedujeron con sobornos. Paralelamente destruyeron el mando intermedio en el ejército. A finales de septiembre de aquel año se dieron las circunstancias que estaban esperando: las relaciones con el Soviet Supremo se habían hecho insostenibles. Tenían la excusa para pasar a la acción. El objetivo que perseguía la camarilla de Yeltsin era evidente: continuar con el saqueo de las riquezas de Rusia.

Comenzando desde el 24 de septiembre, Yeltsin prácticamente cada noche discutía los planes para ejecutar el asalto del parlamento. La carnicería quedaba en suspenso y se aplazaba a la siguiente noche por circunstancias ajenas a sus deseos. La primera advertencia de que se iba a llevar a cabo el asalto de la "Casa Blanca" (como se conocía popularmente al edificio de Soviet Supremo) en caso de no someterse, fue hecha, mediante rumores, el 24 de septiembre.

Aquel mismo día en sesión extraordinaria del Congreso de Diputados Populares, fue adoptada la decisión de convocar elecciones anticipadas conjuntas para renovar la cámara legislativa y elegir presidente, en marzo del 94 como fecha límite.

La Casa de los Soviets, se había convertido en aquellos días en símbolo de la resistencia, de lucha contra el régimen antipopular.

La Casa de los Soviets fue rodeada con blindados y tanquetas, completando el bloqueo total del Parlamento. Se cortaron todas las comunicaciones, la luz, la calefacción, el agua. Se bloqueó por completo el acceso de gente, vehículos, impidiendo que se les pudiese llevar víveres y medicinas. Se impedía incluso el paso a las ambulancias que pretendían asistir a las personas que requerían hospitalización.

El 24 de septiembre se lanzó un ultimátum: antes del 4 de octubre la Casa de los Soviets debería ser desalojada, en caso contrario se tendrían que atener a las consecuencias.

El 30 de septiembre, la mayoría de las regiones de la Federación manifestaron su apoyo al Parlamento. Varios Soviets dirigieron a Yeltsin su particular ultimátum, exigiéndole acatar la decisión de convocar elecciones.

Yeltsin se declaró contrario a la idea de adelantar elecciones. El entonces Primer Ministro, Chernomuirdin, también respondió con una negativa a la exigencia de una resolución práctica, declarando que ya habían tomado "otra decisión".

La decisión de tomar al asalto con uso de la fuerza militar el parlamento, antes del 4 de octubre, fue adoptada entre el 29 y el 30 de septiembre. La planificación del asesinato en masa se hacía de manera abierta.

El 1 de octubre Poltoranin enviaba una carta a las redacciones de los principales medios escritos con la recomendación de mostrarse indulgentes y comprensivos ante las medidas que el presidente iba a adoptar el 4 de octubre, y abstenerse de "dramatizar las consecuencias que podría acarrear".

A lo largo del día 3 de octubre, en todos los hospitales de Moscú, por mandato de la Dirección General del Ministerio del Interior, y la Dirección de Salud de Moscú, se recibieron telefonogramas advirtiendo de la inminente llegada de heridos.

Entre el 21 de septiembre y el 3 de octubre los multitudinarios piquetes, barricadas y mítines fueron disueltos por los antidisturbios, a porrazos, con agua caliente a presión mezclada con arena, con bolas de goma.

El 3 de octubre, miles de ciudadanos desarmados salieron en señal de protesta contra la acción ilegal del gobierno, hacia la Plaza Octubre de Moscú, para posteriormente dirigirse, como una columna compacta, hacia la "Casa Blanca". Rompiendo los cordones policiales, abrieron brecha en el bloqueo del parlamento. Este fue el momento en que se recurrió a las armas para aplastar el levantamiento. A las 16:00 h. Yeltsin firmó el Decreto nº 1575 por el que se liberaba al ejército de toda responsabilidad criminal frente al la violación de la legalidad, mientras el ministro de defensa Grachiov daba la orden al destacamento militar de unirse a las fuerzas del Ministerio del Interior.

Un testigo y participante de los acontecimientos, el diputado popular I.I. Andropov, nos relata así lo sucedido: "… Cuando llegaron los oficiales de los cuerpos de operaciones especiales "Alfa", nos dijeron: "Tenemos orden de dispara a matar". No querían acatar la orden e intentaron convencernos de que nos entregásemos.

Cuando preguntaron a Yeltsin: ¿Qué hacer con los que quedan vivos? Respondió "Haced con ellos picadillo". Andropov sigue escribiendo: Los alrededores de la Casa Blanca fueron sembrados con francotiradores, traídos desde Chipre. Les recibió el Sr. Korzhakov, responsable de la seguridad del Presidente, el mismo recibió para ellos fusiles de precisión. ("Apocalipsis en Moscú". M. 1996. Pág. 29-30)

Junto al edificio central de la televisión, bajo la Torre Ostankino, el 3 de octubre, los allí reunidos exigieron que se permitiese salir al aire a los representantes del Parlamento.

Los primeros disparos en Ostankino fueron hechos por miembros de los "Spetsnaz" (cuerpos de élite) sin advertencia previa. Desde los dos edificios de la televisión comenzaron a disparar a la gente que se encontraba en la calle Koroliov.

El asalto a cañonazos del Parlamento, comenzó el 4 de octubre. En las primeras ráfagas fueron abatidos alrededor de 40 civiles desarmados. Según datos de Rutskoy (nota de la traducción. Rutskoy era el vicepresidente y uno de los líderes de la resistencia en el parlamento junto a Khasbulatov, presidente de la cámara) en la Casa de los Soviets en el momento del ataque se encontraban hasta 10.000 personas, incluyendo mujeres y niños.

Los cuerpos especiales "Alfa" se negaron a participar en el asalto, ofreciéndose a garantizar el desalojo de la gente, del Soviet Supremo".

Uno de los oficiales fue abatido de un tiro en la espalda por un francotirador. Muchos ahora se dan cuenta de los resultados de lo que fuera la primera prueba de las promesas preelectorales, la que ha venido a demostrar, el peligro que supone creer en demagogos sin escrúpulos, y entregar los destinos del país en manos sucias. Ante nuestros ojos en septiembre, octubre del 93, cerca de un centenar de diputados "demócratas" fueron directamente "comprados" por Yeltsin, a cambio de apartamentos, cargos de responsabilidad y millones en sobornos.

El régimen gobernante tomó un curso abiertamente encaminado a arruinar el país y venderlo a precio de saldo a Occidente. En vano algunos políticos todavía mantienen la esperanza de que el régimen tarde o temprano será menos dependiente de sus amos protectores occidentales, y comenzará a defender los intereses del pueblo ruso.

Debemos comprender de una vez por todas, que el "civilizado mundo occidental" nunca estuvo ni estará interesado en que Rusia alcance siquiera un nivel de relativo bienestar.

Nuestro pueblo fue tiroteado en octubre de 1993, precisamente con el beneplácito del "Mundo civilizado", dado que su bonanza económica depende de la incapacidad de los países del tercer mundo, y actualmente de Rusia, de hacer uso de sus recursos.

El poder actual se asienta sobre la sangre del pueblo ruso. Putin como sucesor de Yeltsin, no es sino un digno continuador de su obra.

* Secretario del PCFR de la región de Tula