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La vieja Europa

4 de octubre del 2003

La influencia redescubierta de Rusia

Matthew Riemer
PINR
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Vladimir Putin, presidente de Rusia, está tratando de capitanear la Federación Rusa protegiendo lo mejor posible las debilidades de su país al mismo tiempo que aprovecha al máximo los aspectos que logran el mayor valor estratégico en la escena global. El cómo Putin equilibra las relaciones de Moscú con Estados Unidos con las que mantiene con el grupo de poderes eurasiáticos con los que también trata, es la clave del futuro alineamiento y bienestar de Rusia en un mundo de alianzas geopolíticas cambiantes.

Durante su reciente visita a Camp David para discutir esencialmente el Medio Oriente con el presidente George W. Bush, Putin dijo que: "nuestras conversaciones confirmaron una vez más que nuestras relaciones se basan en una visión clara y un entendimiento claro de la especial responsabilidad de Rusia y de Estados Unidos en el aseguramiento de la seguridad internacional y en el fortalecimiento de la estabilidad estratégica".

Pero los aspectos específicos de esta aserción de mutualidad entre los dos países han sido siempre puestos en duda y siguen estándolo incluso después de esta reciente visita; simplemente, la visión y el entendimiento compartido entre los dos líderes siguen siendo fundamentalmente retóricos. El presidente Putin también puso al mismo nivel en la escena mundial a Estados Unidos y a su algo renqueante país - algo que no puede estar más lejos de la realidad si se comparan los atributos de los dos países en cualquier ámbito; pero puede ser verdad que en este momento Moscú tiene más influencia de la que tenía en un contexto previo al 11 de septiembre. Se desconoce en qué medida la administración de EE.UU. sabe o siquiera admite esto y cómo afecta su política.

Sin embargo, Rusia también confronta tiempos difíciles. En más de una manera - económica, social, territorialmente - Rusia se contrae mientras que Estados Unidos y muchos de sus otros rivales naturales como China expanden. La desintegración de la Unión Soviética representó una contracción territorial inicial, que ahora repercute en el conflicto chechenio: los chechenios tratan de obtener la independencia siguiendo a las antiguas repúblicas del sur - Georgia, Armenia, Azerbaiján - que se convirtieron en estados soberanos. La tasa de nacimiento también ha caído durante la última década y se pronostica que la población rusa va a disminuir durante los próximos decenios; las expectativas de vida también bajan. Sin embargo, a pesar de esas alarmantes tendencias sociales, Moscú sigue teniendo algunas cartas que jugar que le dan más peso de lo que parece tener en el papel cuando negocia con Estados Unidos.

Irán

Rusia tiene una relación especial con Irán porque Moscú tiene el poder de convertir a Irán en un estado con un pleno armamento nuclear mediante su capacidad de suministrar a la dirección iraní todo el entrenamiento y la tecnología nucleares requeridos para producir armas nucleares. Esto se opone directamente a la política iraní de Washington, que es de un cuidadoso escrutinio y desconfianza. Por lo tanto, el tema iraní es un punto de considerable discrepancia entre Estados Unidos y Rusia, especialmente ahora cuando el presidente Bush ha estado aumentando la presión retórica sobre Irán. Habiendo dicho esto, el presidente Putin sigue negándose a clarificar en qué medida Rusia está dispuesta a impedir que Irán tome la iniciativa y se convierta en una potencia nuclear y, por ello, en una potencia local más potente en un área regional crucial.

Sin embargo, el presidente Bush pareció satisfecho con las promesas de Putin de fin de semana de que Moscú aplicaría la presión necesaria sobre Irán para detener toda ambición tendiente al desarrollo de armamento nuclear, aunque las palabras de Putin fueron típicamente menos que enfáticas: "Discutimos en detalle la situación que rodea los programas nucleares de Irán y de Corea del Norte. A nuestro… - es nuestra convicción que daremos una señal clara pero respetuosa a Irán respecto a la necesidad de continuar y expandir su cooperación con la IAEA".

Pero en realidad Putin está haciendo mucho teatro: no tiene deseo alguno de comprometerse visible y claramente a adoptar algún tipo de política de línea dura respecto a Irán. Cuando se trata del tema nuclear, la intención de Moscú es, por los intereses mismos de Rusia, que se mantenga el marco en el que Rusia interactúa con Irán en un terreno ambiguo y poder conservar así la influencia de Moscú. Mientras Irán tenga el potencial para convertirse en una potencia nuclear, Washington está en deuda con Moscú por su presunta capacidad de influir en la opinión en Teherán y porque la suerte nuclear de Irán depende más o menos de los deseos de Moscú. Si el presidente Putin ayudara agresivamente a Estados Unidos a eliminar toda posibilidad de un Irán con armas nucleares, Rusia perdería gran parte de su poder de negociación con Estados Unidos en los temas relacionados con la seguridad regional eurasiática; desde la perspectiva de Washington, estaría más que feliz si pudiera eliminar ese factor de negociación de las manos de Putin.

Petróleo

Rusia es uno de los principales productores y exportadores de petróleo y este hecho inevitablemente se convertirá en un factor más importante en cómo Rusia será tratada geopolíticamente por la comunidad global. Por cierto, Estados Unidos acaba de comenzar, por primera vez, a importar petróleo ruso. En el pasado, la producción rusa de petróleo -inferior proporcionalmente a lo que es ahora- era menos influyente, ya que los estados del Golfo y África, así como Venezuela y México en América Latina, podían satisfacer las necesidades de un mercado estadounidense en constante expansión. Pero actualmente los desplazamientos políticos causados por las dos guerras en Irak, las crecientes tensiones entre Washington y la monarquía saudí, y el conflicto abierto entre la administración de Hugo Chávez en Caracas y Washington, han aumentado las posibilidades en el mercado del oro líquido ruso a pesar de la inaccesibilidad comercial de gran parte del interior ruso y centroasiático.

Estos desplazamientos exploracionales, marcados por el interés de Estados Unidos en otras regiones ricas en petróleo, ya han sido evidentes desde hace varios años. A fines de los años 90, las compañías petroleras occidentales trataron a tentar a los entonces desconocidos talibán con lucrativas ofertas a cambio de seguridad y estabilidad regionales para las propuestas de oleo y gasoductos que hubieran cruzado Afganistán. Sin embargo, jamás se terminó por llegar a acuerdos con la dirección fundamentalista islámica de los talibán.

Y, no obstante, es precisamente su ubicación remota lo que ha llevado a las compañías energéticas de EE.UU. a invertir en los proyectos petrolíferos en esa área, como ser los esfuerzos de Chevron-Texaco en Kazajstán y de Exxon-Mobile en Azerbaiján. El oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan que va del Caspio al Mar Negro es el primer proyecto real de un consorcio occidental que es llevado a buen término, aunque es dirigido en su mayor parte por British Petroleum.

Por ello, al complicarse las cosas en el terreno por los conflictos en regiones tradicionalmente ricas en petróleo lo que disuade mayores inversiones extranjeros, la relativa estabilidad de una antigua superpotencia bajo presión parecerá tanto más atractiva a Washington con el pasar del tiempo.

Eurasia

Además de Irán, Rusia también posee considerable influencia en muchos otros gobiernos en Eurasia con los que Estados Unidos simplemente no tiene relaciones normales, diplomáticas, al poseer una prolongada relación histórica y práctica. Además, basándose en la proximidad geográfica y en las fronteras mutuas, Rusia forma mucho más parte de una comunidad euroasiática de lo que jamás podrá ser EE.UU.. Y mientras Washington continúa utilizando su influencia en toda Eurasia, esto tiene el efecto de crear lazos potenciales entre países en casos donde estos no existían previamente.

Países poderosos y crecientes de la región como China e India son posibles socios para la Federación Rusa en una posible alianza euroasiática con la esperanza de aumentar el peso de la idea de un mundo "multipolar". Por este motivo, a pesar de que virtualmente cada país puede ser visto como atado a Washington, Estados Unidos tendrá cuidado de no condenar al ostracismo a Rusia, así como de -por lo menos superficialmente- permitir que Moscú dé su opinión en temas relacionados con los intereses rusos.

Para concluir, se puede considerar que gracias a un clima geopolítico cambiante, Vladimir Putin y la Federación Rusa, representando el fantasma de lo que fue una vez la monolítica Unión Soviética, tienen más influencia sobre su antiguo Némesis, Estados Unidos.

2 de octubre de 2003