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La vieja Europa

16 de enero del 2003

Los medios de comunicación en el conflicto vasco

Montserrat Galcerán
Rebelión

Al filo de la (in)comunicación, Prensa y conflicto vasco, por P. Idoiaga y T. Ramirez de la Piscina, Madrid, ed. Fundamentos, 2002.
Quién duda de que el tratamiento informativo es uno de los aspectos más espinosos del problema vasco. Basta hacer la experiencia de sintonizar un medio de comunicación vasco - la TV o la radio -para darse cuenta inmediatamente de que uno ha cambiado de códigos.
Cambian las denominaciones y los adjetivos - por ejemplo se designa "Madrid" al Estado central y desaparece la muletilla "banda" para referirse a ETA - pero además cambia el enfoque de los temas y los temas mismos, la forma de presentarlos y los contenidos. El PNV deja de ser considerado un partido nacionalista atrabiliario para ser tratado como partido en el Gobierno, y Batasuna deja de ser "brazo político de ETA" para ser presentado como un partido político.
Eso cambios semánticos marcan las diferencias en la percepción y en la denominación de los sucesos y, por tanto, delimitan un acercamiento a ellos diferente para la ciudadanía. Para el ciudadano español no hay ninguna duda sobre las vinculaciones de la izquierda abertzale con ETA, del soporte que ambos reciben de los partidos nacionalistas ni del absurdo de todo ello que sólo puede explicarse - si es que opta por romperse la cabeza buscando una explicación - por algún tipo de deriva incomprensible de los movimientos nacionalistas y de cerrazón ante las bondades del Estado central. En la medida en que, como buen ciudadano castellano, nunca se haya preguntado con inquietud por su identidad nacional, tales cuestiones le resultarán simplemente resultado de personalidades enfermas, proclives al delito o simplemente erradas.
Estos extremos, que forman parte de los prolegómenos de la manipulación de masas, ya no nos resultan extraños ni sorprendentes. Sabemos que vivimos en un mundo construido a partir de las informaciones que recibimos y que en ellas, junto al mensaje explícito, circulan una serie de connotaciones que conforman nuestra percepción de los hechos. Difícilmente las ponemos entre paréntesis, especialmente si carecemos de cualquier otra fuente de información y si el mensaje recibido en los diferentes medios tiende a ser homogéneo.
Pero existen otras formas de manipulación, de "producción de la noticia", que ejercen un efecto más sofisticado y que el libro que sirve de pretexto para estas notas pone de relieve. Se trata de la determinación sobre aquello que se eleva a la categoría de noticia, de la elección de los protagonistas del relato y de los subtemas o aspectos principales sobre los que se centrará la labor informativa. La presencia masiva de noticias sobre el tema vasco, el hecho de que en tantos casos ocupen la portada de los periódicos o sean la noticia principal, no deriva o, al menos, no sólo de la importancia en sí del problema tratado, sino de una estrategia comunicativa que, de acuerdo con las prioridades políticas, transforma este tema en el problema político por excelencia. Se busca que su tratamiento, incluso si aleja por décadas la solución del conflicto, refuerce el sentimiento de cohesión y de vertebración social. Por eso resulta paradójico que, frente al relativo desprecio informativo que suscitan las cuestiones europeas haya esa dedicación compulsiva sobre el tema vasco cuando, realmente, las competencias nacionales están siendo seriamente erosionadas por la construcción por arriba de la Europa comunitaria, en mucho mayor grado de lo que podría afectar el reconocimiento de un mayor nivel de autonomía a ciertas zonas peninsulares.
Ya entrando en detalles se observará que la elección de los protagonistas está estrechamente relacionado con la selección de las fuentes de la información. Los medios de comunicación no se encuentran ante el suceso de la noche a la mañana, sino que disponen de una serie de fuentes a las que el medio o el periodista llama para confirmar una noticia o para pedir información. Incluso suele suceder al revés, son las fuentes, o sea los Gabinetes de prensa de los Ministerios, policía, servicios de interior, etc. los que llaman al medio, explotando un contacto que años y reuniones han contribuido a fortalecer. Pues bien, las fuentes sobre el conflicto vasco, suelen ser, para los periódicos de ámbito estatal, fuentes oficiales: policía, Ministerio del Interior, etc.. El famoso latiguillo "según fuentes bien informadas" se refiere normalmente a la policía que es quien da los datos precisos. En los aspectos políticos del problema las fuentes son el Gabinete de prensa de La Moncloa o los gabinetes de los diversos partidos, sea en la oposición o en el gobierno, mientras que la Prensa vasca recurre al Gobierno vasco y a los encargados de Prensa de los partidos, nacionalistas o no-nacionalistas. De esta suerte, el exceso de fuentes oficiales y la distancia en que los ciudadanos se encuentran del problema a no ser que, casi por casualidad, uno conozca a alguien que viva en aquella zona y que tenga un conocimiento directo de los hechos, la combinación de los dos aspectos hace que, a pesar de la abundancia de información, ésta gire siempre por un determinado cauce que pasa por la negación del carácter político del conflicto, y opta por presentarlo como un enfrentamiento inexplicable entre el Estado central y el Gobierno del PNV ; en último término por juzgarlo como un caso más de "terrorismo".
En el propio País Vasco ese monolitismo se rompe, entre otras cosas, por la mayor pluralidad en la información y por la cercanía a los hechos. Los ciudadanos vascos, independientemente del periódico que lean o de que lean más de uno, tienen la posibilidad de contrastar la opinión recibida en una comunicación socializada en su entorno, de tal modo que pueden leer entre líneas, cosa que resulta imposible para los ciudadanos del resto del Estado. Ésta es una de las razones de la fuerte divergencia entre las concepciones de vascos y no vascos por ejemplo en torno a la posibilidad de un diálogo y la repercusión real del fenómeno ETA pues, mientras que los primeros, evalúan mucho más realistamente, las posibilidades abiertas incluso si consideran que el diálogo no es procedente o no va a resolver la situación, los segundos tienden a encasillarse en su incomprensión.
El segundo aspecto, ligado a las fuentes, es la cuestión de lo que podemos llamar la agenda, es decir aquellos subtemas o aspectos que es importante introducir en el debate, aquellos movimientos sobre los que es importante estar preparado y atento, las innovaciones que se pueden producir,...es decir, en una palabra, cuáles son los temas de los que debe hablarse y cómo. La agenda la marcan las grandes fuerzas políticas de tal manera que innumerables iniciativas no reciben la atención que merecerían, simplemente porque no están previstas en la agenda prefijada del comunicador.
El resultado de todo ello es no sólo que los medios prefiguran la "opinión" que los ciudadanos van a tener del conflicto, sino que, en términos estrictos, se constituyen en auténticos "agentes políticos", cuya estrategia informativa, forma parte de las estrategias políticas de tratamiento de la cuestión. El conflicto vasco está deviniendo en cierta forma una batalla de la comunicación, en la que ésta se usa como arma arrojadiza contra cualquier posibilidad de arreglo dialogado.
Compárese las veces que los dirigentes intelectuales de Basta ya! han aparecido en los debates de la TV2 o del Canal Plus con las veces que ha intervenido Elkarri o el Foro de Madrid por la Paz. Por lo menos 10 a 1. Y para ello no hay razones de neutralidad informativa, ni de peso de una opción sobre otra, ni siquiera de oportunidad, sino que lo determinante es que la "información sobre el conflicto" es una línea más de intervención en él. La belicosidad extrema de las informaciones sobre el tema vasco marca el tono de la intervención en él. Me remito al análisis del modo cómo los medios trataron el acuerdo de Lizarra-Garazi, presentaron la tregua de Eta como "tregua trampa", insistieron en la kale borroka como "violencia terrorista" y deslegitimaron a H.B..
presentándola como "brazo político" de Eta (pp.79 y ss.). En cuanto subtemas de una estrategia político-mediática específica tienden a hacer imposible una resolución política del problema tanto por la alarma generada como por el regusto de su espectacularización. La actitud de los medios en la última campaña electoral (mayo de 2001) es sólo un botón de muestra de especial ferocidad. Una consecuencia de ello es la cada vez mayor divergencia entre la opinión pública vasca y la del resto de la ciudadanía, extremo éste que no puede más que dificultar todavía más si cabe el proceso.
"Sin información fiable, ninguna democracia responsable" se decía en el foro social de Florencia.
Aplicado a nuestro problema eso significa que quebrar la estrategia informativa sobre el conflicto vasco, introduciendo el debate de fondo sobre el carácter político del problema y huyendo de las fáciles descalificaciones, es una tarea previa para cualquier resolución justa y duradera.