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Argentina: La lucha continúa

Brukman espera
Paradojas de una quiebra

Tanto las autoridades nacionales como las porteñas se comprometieron a expropiar la fábrica textil. Solo falta un trámite: que el juez decrete la quiebra. En tanto, el PTS logró rápidamente producir otra: que los trabajadores se disgusten con las candidaturas de Celia Martínez y Juan Carlos Righini, contrariando el mandato de la asamblea.

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"Estamos esperando que se decrete la quiebra, el requisito que falta para que el gobierno apruebe la expropiación", dice Miriam Pregman abogada de los trabajadores de Brukman. Tanto las autoridades nacionales como porteñas se comprometieron hace ya un mes a darle una salida favorable a los ex empleados en el conflicto. Sin embargo, los días pasan y la solución no llega. Y, por ahora, el tiempo sólo sirvió para desgastar las relaciones internas entre los obreros que acampan desde hace cuatro meses en la plaza Sargento Cabral, ubicada en Jujuy y México.
"Me enojó mucho lo de Celia Martínez", protesta Santiago, más conocido como el francés, un hombre de 67 años que cosía pantalones y sacos hasta que la fábrica dejó de producir. Ahora está solo, "haciendo el aguante", dentro de la carpa blanca que se convirtió en bunker de los trabajadores. Así explica las razones de su fastidio: "¿Por qué lucha ella? ¿Por una banca o por la fuente laboral?".
El conflicto nació cuando Celia Martínez y Juan Carlos Righini, dos de los obreros más emblemáticos de la textil, aceptaron formar parte de la lista de diputados del Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) en las próximas elecciones de la Capital. "A la mayoría no le gustó las postulaciones, sobre todo la de Celia, porque tuvo muchísima exposición pública. Acá todos quieren trabajar. Si mañana vamos a buscar trabajo en otro lado, lo más probable es que nos digan que no, porque van a pensar que queremos hacer política", se queja Santiago, que como buen francés arrastra cada erre que pronuncia. "Fijate que ahora -amplía-, en el gobierno dicen que no se quieren reunir con Celia"
La discusión llegó a términos paradójicos. Los dirigentes del PTS, otrora defensores a rajatablas de las decisiones colectivas, reclamaban por las libertades individuales de quienes habían optado por las candidaturas sin mandato de la asamblea. "Acá -dice Santiago y señala el interior de la carpa- vinieron los del PTS a una reunión a decir que ellos nos habían financiado y que eso les daba derecho a llevar nuestro conflicto a la campaña. Pero el hecho de que nos ayuden no quiere decir que nos usen. Si ayudan, les agradecemos pero deben acompañarnos, no llevarnos de las narices".
El tema consumió más de una discusión. Los obreros decidieron, finalmente, no prohibir -a pesar de su disgusto- las candidaturas y respetar las decisiones personales. Pero sí exigieron, en cambio, el retiro de toda mención a los obreros de Brukman en la campaña electoral del PTS. "Me parece que es lo que corresponde", señala Santiago, mientras se rasca su barba de días y espera que de una vez por todas la expropiación se convierta en ley.