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Argentina: La lucha continúa

Argentina y el FMI
La madre de todas las batallas


Isaac Rudnik (Corriente Patria Libre)

El gobierno enfrenta en estos días su batalla más trascendente en la negociación con el FMI. Detrás del regateo que aparece en los medios de prensa entre distintas propuestas del gobierno y los representantes del organismo financiero, está instalada la pelea por la posibilidad de mantener el crecimiento económico y de iniciar aunque más no sea en una pequeña
medida- el camino de ruptura con el modelo dominante en las últimas décadas.

Los medios de prensa anuncian que al inicio de las negociaciones las diferencias con el FMI están centradas en la magnitud del superávit fiscal para el próximo año, y por ende cuantos dólares se girarán al exterior en concepto de pago de la deuda externa. Según estos datos la exigencia del Fondo sería que el superávit llegara la 4% del PBI lo que equivale a 16.700 millones de pesos, mientras que el ministerio de economía estaría proponiendo un 3% que implican unos 12.700 millones de pesos. Si consideramos que en el año 2003 los giros al exterior rondarán los 10.700 millones de pesos, economía estaría ofreciendo un aumento del 20% en los pagos de la deuda. El intento de Lavagna con esta propuesta es mantener el gasto público en los niveles del actual ejercicio, pagando el aumento del 20% de la deuda externa con una elevación de la recaudación, que sería posible principalmente por el incremento de las exportaciones, y en menor medida por una eficaz persecución a los grandes evasores. Mantener el actual nivel del gasto significa entre otras cosas- los mismos salarios deprimidos de los empleados públicos, de los jubilados, de los planes de jefes y jefas de hogar. Es continuar con el deterioro de la salud y la educación públicas, pues implica reducir la provisión de los insumos por lo menos en la proporción del crecimiento de la inflación, seguir con miles de empleados que trabajan gratis haciendo pasantías, sin reemplazo de vacantes y achicamiento permanente de las plantas de personal.

Perspectivas complicadas

Llegar a la negociación con el FMI sólo con esa alternativa en la manga, obviamente implica una limitación muy seria para pensar que estamos empezando a caminar por un sendero alternativo. El poder económico que se consolidó en las últimas décadas representado por los bancos extranjeros y los monopolios que controlan las empresas de los servicios privatizados, empujan a través de sus personeros en el gobierno, a continuar con la lógica neoliberal que los benefició a través de mecanismos básicamente depredatorios que lejos están de favorecer cualquier dinámica de desarrollo de la economía real. Por eso impulsan negociar con el FMI con una estrategia que siempre concluye en seguir trasladando a las entidades financieras extranjeras una porción sustantiva del PBI, al punto de impedir cualquier perspectiva de crecimiento, y la adhesión a tratados como el ALCA, que les permitiría consolidar su estrategia como multinacionales con intereses globales, por encima de nuestras necesidades nacionales. Por otro lado los grupos económicos nativos que crecieron durante la dictadura, se consolidaron durante la década menemista participando como socios menores de la multinacionales, y que ahora se ven desplazados por que éstas necesitan centralizar y concentrar más aun los capitales como consecuencia de una crisis internacional que no da respiro, sólo atinan a pelear una porción de las ganancias del mismo modelo con que se beneficiaron en éstos años.

Así es que apoyan el regateo con el FMI pero hasta cierto punto, pues están apurados para que se reinicien los pagos a los tenedores privados de bonos, ya que son propietarios de gran cantidad de ellos; patalean por la competencia indiscriminada de productos extranjeros en áreas que le son sensibles y se oponen el aumento masivo de tarifas, pero no reinvierten en el país ni un peso de las inmensas ganancias que siguen obteniendo y se oponen a cualquier incremento de los salarios; pelean por ser parte del negocio exportador, pero eluden pagar mediante maniobras diversas miles de millones de pesos en impuestos y corren con los dólares obtenidos a participar de la timba financiera aquí y en otros mercados. En suma, los grupos de origen nativo que hoy se juegan en la disputa con los monopolios extranjeros su propia subsistencia, y que fueron el sostén principal del duhaldismo y de la alianza que llevó al actual presidente al gobierno, siguen dando muestras de tener resto para defender sus enclaves cada vez más reducidos de poder económico, pero no tienen la audacia suficiente para intentar esbozar un modelo alternativo.

Estado y Reindustrialización

Uno de los pilares del escuálido proyecto de sostenimiento de la decadencia que expresa el ministro de Lavagna, está centrado en las expectativas de crecimiento de las exportaciones, abonadas por los resultados del primer semestre del presente año. Las cifras dadas a conocer por el INDEC muestran que el superávit comercial llegó hasta junio a los 8.688 millones de dólares, como consecuencia de que las importaciones se mantienen deprimidas(el consumo sigue siendo bajo), pero también porque hubo un significativo incremento de las exportaciones que tuvieron un promisorio aumento del 16%. Sin embargo si se observa con un poco mas de detenimiento el fenómeno, aparecen algunos datos interesantes que nos permiten tener una visión más objetiva. Del 16% de crecimiento, 11 puntos se debieron a incremento de precios internacionales, y sólo 5 puntos a aumento de los volúmenes exportados, lo cual es bajísimo teniendo en cuenta los efectos favorables de la devaluación.

Pero las conclusiones son más deprimentes si observamos la composición de las exportaciones que aumentaron: el 70% corresponde a la soja y sus derivados y se completan con miel y frutas frescas, mientras que las exportaciones industriales retrocedieron un 3%. O sea que el mayor crecimiento de las divisas ingresadas por exportaciones provienen de variables que el proceso económico nacional no puede manejar, y sobre los que no ejerce ninguna influencia. Planificaciones hechas sin pensar en transformar de raíz esta estructura productiva deformada por las políticas neoliberales de las últimas décadas, sólo pueden servir para decirles a los banqueros extranjeros si en los próximos meses habrá o no recursos suficientes para engrosar sus arcas, pero no para dinamizar un modelo alternativo que debe pensarse con una perspectiva de mediano plazo, para lo cual hay que empezar a cambiar ya.

En este contexto donde el gobierno del presidente Kirchner va superando sus debilidades políticas de nacimiento a partir de diversas iniciativas que abonan expectativas de cambio, es posible e indispensable pensar en una estrategia que permita impulsar el modelo económico alternativo utilizando a pleno al estado como su promotor principal. Retomando el control de áreas de servicios que fueron saqueadas por concesionarios que hicieron escandalosos negociados sin pagar el cánon acordado(como correos y aeropuertos),o que no realizaron las inversiones mínimas(como peaje y
ferrocarriles) y renacionalizando sectores de recursos estratégicos como el petróleo, y abriendo líneas de crédito que efectivamente promuevan las ramas industriales de la economía.

No hay modelo nacional, ni crecimiento real, ni apertura genuina de millones de fuentes de trabajo, sin reindustrialización del país. Y hoy el estado puede y debe constituirse en motor principal de este proceso mediante una batería de hechos concretos que demuestre su factibilidad, superando la mentalidad colonizada de los monopolios nativos que acostumbrados durante décadas a vivir de las migajas que le reparte el amo imperialista, acompañaron y comieron en la fiesta neoliberal de los noventa.

Y aquí volvemos a la Madre de las Batallas: la negociación con el FMI. ¿El estado argentino tiene los recursos suficientes para encarar la construcción de un modelo alternativo?

Sí, los tiene. Sólo tiene que decidir si los sigue destinando en su mayor parte a pagarle a los banqueros, o los empieza a poner al servicio de los intereses de las mayorías nacionales.