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Argentina: La lucha continúa

NI UNO NI DOS DEMONIOS: TERRORISMO DE ESTADO Y GENOCIDIO

Tras la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final, los genocidas y sus voceros se juntan con los neoliberales post 1983, para hecer coro a las detenciones ordenadas por el juez Bonadío.
Se vuelve a menear la teoría de los dos demonios. En realidad, en el pensamiento del juez habría uno solo: afirma que la única responsabilidad sería de los dirigentes montoneros, ya que "podían imaginar que sus compañeros iban a ser secuestrados, torturados y /o asesinados" si regresaban al país los años de la dictadura. De paso, Bonadío reafirma para todos, una vez más, que no habría otra cosa que hacer con las dictaduras que acatarlas. ¡Qué lejos del derecho estadounidense, tan citado por nuestros liberales, que convalida el alzarse en armas contra el tirano!
El pensamiento y el discurso de los asesinos no tiene necesidad de ser coherente ni cierto. El genocidio es justamente negación de la verdad y de la vida. Por eso, no podemos esperar de ellos ni arrepentimiento ni verdad, sólo la repetición del crimen o su justificación irracional cuando la debilidad coyuntural les impide matar.
Así, pueden decir sin que les tiemble el pulso que las víctimas son culpables y hasta pretender juzgar a los sobrevivientes junto a los genocidas.
El pueblo, en cambio, siempre tiene necesidad de verdad y es su único garante. En su resistencia a la opresión los pueblos construyen su verdad y en su rescate permanente sobreviven a las peores agresiones, forjan su identidad y hacen su historia.
Por eso, es necesario que lo reafirmemos todos los días: en la Argentina no hubo ni dos demonios ni uno. Hubo un sistema, el Terrorismo de Estado, que a sangre y fuego vino a destruir la identidad de lucha de nuestro pueblo, a liquidar nuestra soberanía, a entregar el patrimonio nacional y a subordinarnos al imperialismo, iniciando la tarea que el neoliberalismo completó luego, en la democracia condicionada post ´83.
El Terrorismo de Estado no fue una fuerza demoníaca, fue una dictadura integrada por hombres, militares y civiles, argentinos, por lo tanto traidores a la patria, asesinos y torturadores, secuestradores y apropiadores de chicos, funcionarios corruptos y venales, que deben ser juzgados por la justicia de los hombres, como lo hemos venido reclamando durante décadas y reafirmado el 12 de agosto frente al Congreso.
Los compañeros y compañeras muertos, desaparecidos, exiliados, torturados, perseguidos y silenciados, fueron parte de la resistencia de nuestro pueblo contra esta ofensiva. Antes que víctimas fueron luchadores solidarios, integrantes de organizaciones políticas y sociales, comprometidos con el porvenir de los argentinos, dispuestos a todo, hasta a brindar su vida misma por sus semejantes.
Quienes sobrevivimos, sobrevivimos por ellos. Conocemos por miles los hechos heroicos producidos por estos compañeros y compañeras en campos de concentración, cuarteles y centros de detención, que no necesitaron órdenes
para preservar la vida de decenas de miles con su silencio y sacrificio.
Historias individuales de héroes colectivos, silenciadas para negar a nuestro pueblo la imagen de su propio -inmenso- valor.
El 19 de diciembre de 2001, con ese efecto de verdad que tiene todo levantamiento popular, también terminó de descorrer el velo sobre el genocidio. La anulación de las leyes de la verguenza viene a saldar en parte una deuda con el pueblo, los compañeros, sus familias.
La reacción, ya que no puede evitar estas simples verdades, trata ahora de ensuciar su memoria con supuestas traiciones y complicidades cocinadas en el discurso y las usinas de rumores de los servicios.
No se trata de evitar una revisión de las posiciones políticas que las diferentes organizaciones populares sostuvieron hasta hoy. Sí se trata de rechazar toda confusión de ámbitos.
Las concepciones y propuestas políticas son sancionadas con el consenso y el apoyo popular y hasta su arribo al Estado, o con el rechazo y el olvido. En una democracia no hay otro ámbito de sanción que la respuesta del pueblo
Los crímenes, en cambio se resuelven en el terreno de la justicia. Y seguimos reclamando que se juzgue a los genocidas.

Mario Burgos
Ex detenido político
Integrante de la junta Promotora del MVP