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Argentina: La lucha continúa

EEUU y la movida para derrocar a Kirchner

IAR-

¿Qué va a hacer Kirchner?

¿Se va a tirar de lleno contra el precinto del poder norteamericano en la Argentina?

¿Va a restaurar el Estado-gerenciador para los argentinos en perjuicio de los bancos y transnacionales?

¿Va a contruir la Argentina económicamente libre, políticamente soberana y socialmente justa, en el contexto del capitalismo globalizado controlado por el aparato militar de EEUU? Si se decide por cualquiera de estas variables, tendrá que enfrentarse a la maquinaria de poder que describimos en este informe.
Al Departamento de Estado y al Tesoro norteamericanos les importa poco y nada el color de pelo, de ojos, la estatura, la ideología o los discursos que digan los que ocupan eventualmente la presidencia de la Argentina.
En la ingeniería del poder exterior estadounidense la cuestión se resuelve de forma más prágmática: quien esté sentado en el sillón de la Casa Rosada debe ejecutar un programa económico predeterminado y alinearse sin contradicciones dentro de los objetivos de la política exterior norteamericana.
Esos son los meridianos que deben guiar a un presidente-empleado que quiera escalar en la pirámide de la política imperial y su estructura de poder local, sin que lo desestabilicen o lo derroquen antes de cumplir con su mandato.
Si quiere hablar de comunismo que lo haga, si quiere hablar de relaciones carnales con EEUU que lo haga, si se quiere casar con Lula y Chávez que lo haga, si quiere procrear un hijo con Fidel que lo haga, si quiere poner su propia Corte Suprema que lo haga, si quiere comprar con dinero la voluntad de diputados y senadores para que apuren leyes funcionales al programa econonómico de los bancos y trasnacionales, que lo haga.
Sólo hay dos cosas que un presidente-empleado del Imperio no puede hacer: salirse del programa económico predeterminado o perder el control político y social del país.
Esto quiere decir: perder el control sobre el Poder Judicial, sobre el Poder Legislativo, sobre la estructura nacional y provincial del Estado, caer en el descrédito, y no contar con el favor electoral de las mayorías.
Un presidente-empleado que no cumple con estos requisitos, ya no le sirve al poder imperial. Roma no pagaba traidores, EEUU no paga presidentes sin poder administrativo sobre la colonia.
Llegada esa instancia, ese presidente ya no le sirve a los objetivos estratégicos de EEUU, ya no puede cumplir con el programa predeterminado de esa coyuntura, sencillamente porque ya no controla las herramientas de ejecución para concretarlo: el Estado, el Poder Judicial y el Poder Legislativo, la política exterior, y el consenso electoral de la mayoría de la sociedad.
Tanto para el gobierno de Bush (administración política de EEUU), para el Tesoro (administración económico-financiera de EEUU), para el Pentágono (fuerza militar de dominio y conquista de EEUU), y Wall Street (concentración y estrategia global del capitalismo norteamericano), la función de un presidente-empleado, su éxito o su fracaso, se miden por el resultado que consiga en el "disciplinamiento" de las cuatros herramientas claves de administración colonial: la Corte Suprema de Justicia, el Congreso, la estructura del Estado y el voto popular.
Si logra controlar estos factores es viable y funcional para los intereses del Estado nacional norteamericano, más allá de lo que haga o diga para conseguir ese control.
Pero si Kirchner falla en el intento, si altera las reglas de juego después de ganar su guerra contra las corporaciones, si no consigue que el Congreso le vote las leyes de ajuste, si no controla el Poder Judicial, si no consigue neutralizar los estallidos y las convulsiones sociales que se avecinan, si no consigue manejar el aparato nacional del PJ, si no negocia con los gobernadores, si continúa con sus golpes de efecto mediáticos marketineros contra el poder, Kirchner va a dejar de ser funcional a la política imperial que acataron sus predecesores.
¿Qué va a hacer Kirchner? ¿Se va a tirar de lleno contra el precinto del poder norteamericano en la Argentina? ¿Va a restaurar el Estado-gerenciador para los argentinos en perjuicio de los bancos y transnacionales? ¿Va a contruir la Argentina económicamente libre, políticamente soberana y socialmente justa, en el contexto del capitalismo globalizado controlado por la maquinaria militar de EEUU? ¿Armará un grupo de resistencia armada para tomar el poder? ¿O hará lo que hicieron sus predecesores? La variable Kirchner Si Kirchner quiere acumular poder corporativo a expensas de derrotar a las "viejas corporaciones" y a sus políticos más representativos, como Menem o Duhalde, ni la administración Bush ni el Tesoro norteamericano le van a poner palos en la rueda.
En todo caso lo tomarán como una lucha interna por la "selección de la especie" entre los políticos cipayos.
Si Kirchner lanza una guerra (como ya lo hizo) para dominar y controlar esas corporaciones con la finalidad de cumplir con el programa económico predeterminado por el FMI y las instituciones financieras, está todo okey.
Si Kirchner, en su guerra por el apoderamiento de los controles de decisión del Estado produce desequibrios institucionales entre el Poder Judicial, el Congreso y el poder político, si causa inseguridad jurídica e ingobernabilidad política, o se corta solo con un programa económico que no sea el del FMI, entonces Kirchner se vuelve incontrolable y hay que terminar con él como sea.
Los prejuicios ideológicos, los preconceptos racistas, los tildes de "populista", "comunista", "demagogo", etc, corren por cuenta de los grupos o personas que integran las logias de las estructuras capitalistas privadas, acogidas bajo el paraguas de protección del Estado norteamericano.
Para el Council of the Américas, que agrupa a todos los bancos y trasnacionales norteamericanas en Latinoamérica, los presidentes-empleados, aunque sirvan sumisamente a sus intereses, son medidos desde una vara ideológica.
Así por ejemplo, Lula es un comunista converso en el que se puede confiar a medias; Chávez es un demagogo populista amigo del comunismo, al que hay que desterrar del poder; Menem y Duhalde son "alineados", De La Rúa fue un inútil, y Kirchner, un político demagogo rodeado de izquierdistas, que va ser soportado hasta que se enfrente al poder económico.
Aunque cumpla con el programa económico y las reglas de juego establecidas, nunca entrará en el corazón ultraderechista de los capitalistas salvajes con bases ideológicas en el Miami anticomunista. Para esas logias, el modelo ideal de administradores fueron Menem, Cavallo, y la dictadura militar con Martínez de Hoz.
Y entre los potenciales presidentes-empleados para el futuro, figuran en primera línea, el actual vicepresidente Scioli, López Murphy o Macri, representantes genuinos de la llamada "nueva derecha".
Ese sector ( y no el Estado norteamericano) es el que ya está conspirando para derrocar a Kirchner en alianza con la corporación militar y policial, y la corporación política simbolizada en Menem, Duhalde y Barrionuevo, y los grupos que todavía controlan resortes decisivos del poder corporativo en la Argentina.
Si Kirchner cumple con el programa económico y los lineamientos políticos imperiales, este plan se va demorar hasta que estén dadas las condiciones para su ejecución.
Si Kirchner, además de su guerra contra las corporaciones, no cumple con los requisitos del FMI, esto es, ajustes al Estado, privatización de la banca pública y del sistema de recaudación, aumento inmediato de tarifas de los servicios públicos, la propia Embajada de EEUU en la Argentina va a intervenir, junto a las corporaciones y grupos económicos para derrocarlo.
Para la línea ultrahalcona de la delegación norteamericana encabezada por el consejero Michael Matera, vinculado a los sectores del capitalismo ultraderechista estadounidense, y para la estación local de la CIA, Kirchner es un caballo de troya por el cual se infiltrarán los conflictos sociales hoy "congelados" por la política clientelista que ejecutó Duhalde. .
Ese plan va a tener su columna vertebral de ejecución en los medios masivos de comunicación. Como sucede en Venezuela con Hugo Chávez, serán las corporaciones mediáticas con llegada masiva las que apuntalen entre las mayorías la desestabilización de la figura de Kirchner.
Hay muchos que sufren de ilusión óptica, creyendo que el Grupo Clarín y los medios llamados "progresistas" que hoy impulsan una campaña alevosa para "crear esperanza y consenso" en torno de Kirchner, van salir en su defensa cuando comience a instrumentarse la movida desestabilizadora contra el presidente.
El Grupo Clarín, que siempre cobra del gobierno de turno de cualquier signo que sea, integra el establishment económico y su principal rentabilidad comercial proviene de los bancos y trasnacionales amparados por el lobby de la Embajada de EEUU.
Hoy alaba a Kirchner y lo presenta como "alternativa diferente" porque la Embajada (siguiendo la política del departamento de Estado) todavía no lo considera incompatible con los intereses norteamericanos en la Argentina.
El día que la delegación diplomática le ponga "luces rojas" a la gestión de Kirchner, Clarín y los medios "progres" se van a sumar a los grupos mediáticos de ultraderecha para voltearlo, no por una cuestion ideológica sino por razones de supervivencia económica y política.
El diario Página 12, principal apologista de Kirchner, con periodistas que trabajan como asesores presidenciales en las sombras, depende financieramente del Grupo Clarín, y sus periodistas y directores deberán elegir entre defender a Kirchner o seguir comiendo ñoquis con su familia.
Si lo dejaron sólo a Gorriarán Merlo después de promocionar el ataque al regimiento de La Tablada en 1989, dicen en los quinchos ultraderechistas, ¿porqué no lo van a dejar sólo a Kirchner? En cuanto a las mayorías, los que se hacen ilusiones con Kirchner no están movidos por la militancia o la ideología, compran la "esperanza Kirchner" como compran cualquier modismo musical por televisión. Cuando los medios le presenten otro producto, o les hagan ver que Kirchner es un "corrupto", o simplemente un "inepto", o los asusten con la "violencia" votarán cualquier propuesta que les presente la corporación mediática.
La confusión entre el dólar y la diplomacia La falta de identificación entre la política exterior norteamericana (conducida por el Departamento de Estado) y los programas de negocios capitalistas de los bancos y trasnacionales estadounidenses, confunde a los periodistas y analistas ignorantes (además de cómplices del poder económico) que trasladan masivamente esa ignorancia a las mayorías que los leen o los escuchan.
El día que llegó Powell a la Argentina los medios le confirieron "superpoderes" que excedían sus funciones, como lo es la facultad de decisión sobre los temas económicos y la deuda externa argentina.
Powell, como ya lo informó el IAR, se limitó a cumplir con su papel diplomático, y dijo a sus cortesamos de La Rosada lo que querían oir: que "EEUU apoya al presidente Kirchner". Después se despachó con una serie de formalidades discursivas protocolares que les hizo creer a los periodistas y a sus cortesanos políticos que el gobierno de Kirchner estaba avalado y apoyado por el poder norteamericano.
Al otro día, 24 hs después, Anne Krueger, la "gorda dura" del FMI, les "pinchó el globo de la ilusión" presionándolo a Kirchner para que empiece a ejecutar el programa económico con sus ajustes, aumentos de tarifas y reestructuraciones de deuda postergados hasta ahora.
Todo lo que dijo la estrategia diplomática de la política exterior norteamericana, los buenos augurios y la "buena onda" de Powell, se desplomó ante el pragmatismo brutal del capitalismo estadounidense simbolizado en la número dos del FMI.
Los analistas y periodistas mediáticos de la Argentina todavía no aprendieron a distinguir entre una paloma (Powell) y una halcona (Anne Krueger). Esta situación de ignorancia les hace creer que el verdadero poder pasa por el presidente que habita en la Casa Rosada. Confunden a los empleados con los patrones.
Y las mayorías -como emergente de la comunicación alienada- padecen del mismo estrabismo ideológico.
FUENTE: Información Alternativa en Red (IAR)