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Argentina: La lucha continúa

ALGUNAS MISERIAS DE HORACIO VERBITSKY *

Pero no todo empujaba para adelante. Cuando, en diciembre del 2000, llevábamos más de 100 días de huelga de hambre y arreciaban los pedidos para que De la Rúa otorgara un indulto y así cumpliera con el informe de la CIDH, Verbitsky sacó un articulo llamando al presidente a respetar los poderes del Estado y no pasar sobre la justicia, al tiempo que, contradictoriamente, lo incitaba a presionar al congreso -otro poder del Estado- para que tratara una ley que todo el mundo sabía que nadie quería promulgar. El objetivo era demorar la resolución pensando que, cansados, levantaríamos la huelga sin obtener resultado alguno; incluso arriesgando convertirse en cómplice, si la muerte hubiese sido el final de alguno de nosotros. Pero esa incitación maligna escondida tras un supuesto "respeto a la ley" no nos sorprendió, conocíamos a Verbitsky. Repasemos algunas cosas sobre él.
Apenas fue La Tablada, el mismo Verbitsky trató al padre Antonio Puigjané de cura "lumpen", lo cual lejos de ser una crítica es una descalificación que impide cualquier discusión respetuosa o investigación responsable sobre su persona y sus actos. Coincidiendo con el tribunal que lo condenó sin pruebas, el mismo que ocultó desapariciones, asesinatos y torturas, y coincidiendo con las versiones que hacían circular los servicios de inteligencia del Estado y el Ejército para embarrar el terreno, estaba Verbitsky.
La versión de Horacio Verbistky sobre mi secuestro es casi... fantástica. Dijo que me había entregado en el bar "Universal", frente a la plaza principal de Cuernavaca, México. Su fuente era un periodista, Edgardo Miller, a quien había visto el 10 de noviembre de 1995 dar la noticia por canal 9 de televisión. El informante de este último era un agente de inteligencia azteca con quien Miller había conversado, casualmente, mientras cubría no se que evento en la calurosa Cancún. Verbitskiy a partir de esos datos afirmó que mi captura fue un acuerdo que hice con el gobierno, y explicaba que ella sirvió a éste para "cubrir (tapar) los irresueltos atentados contra la colectividad judía, el diplomático iraní baleado, la anunciada rebaja de sueldos, las escaramuzas entre Menem y Cavallo por el viaje a Wall Street y el pavoroso índice de desocupación". ¡Casi nada! El relato que Verbitsky no dudó en hacer público en un articulo en "Pagina 12" da una idea de la seriedad de quien muchos consideran -en mi opin
ón erróneamente- un periodista objetivo y decente.
En la revista "Radar" del domingo 23 de marzo de 1997, Verbitsky afirma que Rodolfo Walsh , en 1976, refiriéndose a Montoneros "instó a trocar el fusil de la guerra perdida por el mimeógrafo de la resistencia". Cuando lo leí me pareció que le faltaba una partecita y recurrí a repasar el documento "Aportes a una hipótesis de resistencia", que Walsh escribió poco más de 20 años antes, el 2 de enero de 1977, y me encontré con que Rodolfo" instó a trocar el fusil de la guerra perdida por el mimeógrafo y el caño de la resistencia". El periodista se había salteado lo que está en negrita. Y olvidó mencionar que en los párrafos siguientes del aludido documento, Rodolfo daba pautas organizativas , proponía el "ataque a la estructura productiva" (sabotaje) y , en situaciones excepcionales y bajo la condición de que se asegurara la comprensión popular, su proyecto aceptaba el "atentado antipersonal". Se sabe que conspira contra la verdad histórica e irrespeta memorias quien adecua la visión de un luchador muerto a su propia visión. Peor aún si ese luchador fue asesinado por defender la dignidad de su pueblo, como es este caso. El grotesco fabricado por Verbitsky sobre Walsh para transformarlo, a su imagen y semejanza, en un adelantado entre los prolíferos"arrepentidos", coincidamos, es indignante
Cuando el auge de los cacerolazos y asambleas barriales, a mediados del 2002, Verbitsky apareció por televisión alabando a los asambleístas diciendo algo parecido a "si hubiesen estado en los 70 otra hubiese sido la historia", sin especificar que por entonces gobernaban los militares y que cuando la gente protestaba pacíficamente simplemente la encarcelaban, la torturaban o la mataban. Y sin aclarar que a consecuencia de esa agresión en los 70 hubo mucho más que cacerolazos y asambleas barriales, hubo cordobazo, rosariazo, tucumanazo, etc. Estaba practicando un vergonzante oportunismo, contando una historia a gusto del consumidor. Y desmereciendo el valor de una generación con objetivos coincidentes a los de la actual generación, pero que debió enfrentar circunstancias distintas. Todo para quedar bien con quienes tenía enfrente. Daba pena.
Cuando a fines del 2002 los EEUU hicieron llegar a nuestro país documentos desclasificados sobre las atrocidades de la dictadura ocurridas veintiséis años antes, diversos representantes de Organismos Derechos Humanos resaltaron que se trataba de cosas que conocíamos, y que, en esencia, demostraban que los EEUU estaban en conocimiento de lo que pasaba y lo alentaban o consentían. Lo cual, salvando a Carter, es lo que todos sabemos que efectivamente pasó. Verbitsky, sin embargo, fue uno de los pocos, si no el único, que utilizando su espacio en la televisión se deshizo en alabanzas a EEUU, explicando que esa actitud era independiente del gobierno de turno, etc, etc. El gobierno de turno era el de Bush.
La solidaridad con sus compañeros de trabajo tampoco es la impronta de Verbitsky. En 1995 se deshizo en horas extras para que "Pagina 12" estuviera en la calle, oponiéndose a la huelga del personal contra 80 despidos que finalmente ayudó a concretar. El bien ganando calificativo de "carnero", en este caso, tenía una particular explicación. Un día de 1986 llegó Pancho Provenzano y me dijo que habían arreglado para que "Pagina 12" le pagara a Verbitsky su sueldo en dólares, y que él (Pancho) dudaba de que fuera una resolución correcta. Le comenté mi oposición pero ya no pudimos hacer demasiado, el contrato estaba concertado. La cuestión es que el tiempo siguió su curso y la consecuencia del error no sólo se plasmó en su papel de rompe huelga de Verbitsky, sino también en una ventaja que obtuvo y no todo el mundo sabe. Verbistky, gracias a su previsión de exigir y lograr cobrar en dólares, pudo evitar los efectos de la hiperinflación de medidos del 89: en determinado momento, sólo su sueldo representó el 10% del total de los salarios pagados por la empresa. El resto de los remuneraciones -las de doscientos empleados-, abonadas en moneda nacional, se vieron afectadas por la devaluación; incluidas las de Jorge Lanata y Fernando Sokolowicz. Si bien estos sucesos ocurrieron cuando nada teníamos que ver con el diario, no puedo eludir mi responsabilidad en el origen del problema.
Es cierto, sería injusto no considerar que estas y otras cosas de Verbitsky vienen entrecruzadas con declaraciones en pro de la vigencia de los Derechos Humanos y contra las arbitrariedades de los poderes constituidos. Sin embargo, todos sabemos que la diferencia entre el enemigo franco y el enemigo oculto es que el primero enfrenta a sus contrincantes abiertamente, mientras el segundo simula estar con sus postulados para en verdad actuar contra ellos. Para esto último, el enemigo oculto, lógicamente tiene que hacer cosas a favor de quienes -en verdad- pretende afectar, de lo contrario sería identificado por estos y dejaría de ser un topo, para convertirse en un enemigo franco. Los buenos profesionales del oficio solo pueden ser sospechados si se observan atentamente determinados actos puntuales, ya que la mayoría de los que realizan son para cubrir los principales. Una confesión: nunca supe si la contradictoria senda de Verbitsky proviene de una personalidad aviesa o de una intención política remeditada. Cada uno deberá sacar sus propias conclusiones.

*Del libro "Memorias de Enrique Gorriarán Merlo", Editorial Planeta, páginas 581, 582, 583 y 584.