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Argentina: La lucha continúa

5 de febrero del 2003

El historiador sin historia, o de piqueteros y delincuentes

Correpi

En La Nación del 31 de enero pasado se publicó la nota de opinión "La cultura del delito", firmada por Juan José Cresto, presidente de la Academia Argentina de la Historia. Sostiene el autor que "Se está instalando en la Argentina una peligrosa conducta social que, a largo plazo, es aún más peligrosa que la pobreza: la cultura del delito. Nuestro país viene abandonando lenta pero persistentemente la filosofía del trabajo, que en su momento hizo grande la Nación (...) El neologismo piquetero no es más que un modo de designar al que comete el delito de usurpación de la propiedad, u otro mucho peor, porque es fuente de dinero ilícito recaudado en rutas y calles obstruidas bajo la presión del número. La expresión "casas tomadas" es un eufemismo para significar el abuso sobre la propiedad de otro, el delito de usurpación, que, a estas alturas, parece ser moneda corriente pero vista con benevolencia. "Rutas cerradas" es la obstrucción de cualquier camino o calle pública, delito que impide el acceso de las gentes, restringe la libertad, dificulta el comercio y la producción, causa lesiones económicas y personales, pero es oficialmente tolerado y, en algunos casos, hasta subrepticiamente promovido. (...) La destrucción de frentes de edificios públicos y privados es un delito visible para cualquiera y negado también por cualquiera que lo haya visto. Nadie tiene el coraje civil de denunciarlo. El robo de estatuas y la destrucción de placas de bronce han llevado las ciudades argentinas al último y degradado nivel del Tercer Mundo. El saqueo de cables telefónicos aísla barrios enteros. La sustracción de tapas de tormenta, con el consiguiente peligro en la vía pública, se comete a cada instante y, a fuer de cotidiana, ya no es noticia para nadie, no merece ser mencionada en ningún diario ni noticiero. Estamos conviviendo con el horror. Las constantes manifestaciones públicas, generalmente airadas, con bombos costosos, palos uniformados y organización, hechas a toda hora y en todo momento por personas provenientes de lejanos lugares, nos llevan a pensar que detrás de ellos alguien los moviliza y les paga. (...) los piqueteros y practicantes de otras actividades marginadas se han unido en movimientos antisociales con organización, que representan la licitud de la ilicitud, han conversado y hasta pactado con autoridades y hacen valer los pretendidos derechos de esa misma actividad ilegal e inconstitucional. (...) Se han asociado a los modernos demagogos algunos jueces llamados "garantistas", que todo lo aprueban en aras de la protección del delincuente so pretexto de ¡garantizar la libertad! Cuando todo fluye en esa dirección, no hay dique oponible. El Código Penal ha sido modificado para reducir penas y hasta la Constitución Nacional tiene agregados tales, como que forman parte de ella los convenios internacionales, que no son de interés para nuestro país, para darles jerarquía constitucional.

La administración del estado tiene sus voceros oficiales y oficiosos. Así vemos cómo los medios de comunicación que estuvieron siempre al servicio del poder, difunden voces en sintonía con las políticas represivas estatales. Desde hace tiempo se pretende equiparar la posición del piquetero con la del delincuente. Está claro que cualquier compañero del MTR, MTD, etc. etc. está muy distante en posición de intereses, a los de Martìnez de Hoz, Cavallo, Moneta, Rhom, Menem, Duhalde, o de Anne Krugger y Bush, en la versión internacional, para poner algún nombre. Por lo tanto piqueteros y delincuentes están en veredas enfrentadas.

Haciendo un poco de historia, "piqueteros" tiene su origen en los "piquetes" de huelga de las luchas obreras. Siguiendo la línea de la historia, no viene mal recordar que en 1871, la clase obrera argentina tenía secciones de la Primera Internacional; y que el 2 de septiembre de 1878, se declara la primera huelga en el país: la de los tipógrafos de Bs. As. El motivo fue la reducción del salario y el aumento de exigencias laborales.

El piquete es el modus operandi de organización de una huelga, para que sea lo más exitosa posible. Piquetero es el trabajador que integra ese grupo. La primera organización obrera se constituyó en 1891 y fue la FORA (Federación Obrera de la República Argentina). Por lo tanto su origen está bien lejos del delito (tanto del ladrón de gallinas como el de guante blanco). Responde a una estrategia de lucha y resistencia del movimiento obrero organizado; y efectivamente, los piqueteros son trabajadores desocupados.

Efectivamente, estamos en el tercer mundo, pero para ser más estrictos, según informes de las calificadoras internacionales, estamos en "default", y no precisamente por "enchastrar" el frente del Lloyds Bank, del Boston o del Río.

La exclusión social que hoy en día abarca a más del 57 % de la población según los últimos datos del INDEC, se retroalimenta en los discursos oficiales y oficiosos como el de Cresto cuando dice que están los gobernantes, los gobernados y los movimientos antisociales organizados. Sin embargo y al margen de la posibilidad de constituir un conjunto, lo excluido, como excepción a la regla, retorna al modo sintomático del "encapuchado" y "mete miedo". El miedo -de ellos- está a cuenta de que el piquetero encapuchado presentifica que aún están, que siguen vivos.

La idea de poner del mismo lado piqueteros, delincuentes y "falta de leyes que combatan el delito" va de la mano con legitimar el aumento de la represión del estado en manos de la acción conjunta de distintas fuerzas de seguridad. La cultura del trabajo no se ha perdido, lo que se perdió es el trabajo. Más interesante que hablar de la cultura del trabajo o del delito, es interrogar la posición ética que sostiene ese discurso. Coincidimos con el Che: "Es preferible morir de pie que vivir de rodillas".