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Argentina: La lucha continúa

El día que cambió la Historia de nuestro continente
Un martes de hace 510 años

Por Julio Archet

Hasta el momento en que comencé a escribir este artículo han transcurrido, cronométricamente, 6.131 meses, 26.662 semanas, 186.636 días, 4.479.264 horas, 268.755.866 minutos, 16.125.351.982 segundos de uno de los hechos más trascendentales y, a la vez, más controvertidos de la Historia: el Descubrimiento de América. A pesar del tiempo transcurrido, a muchos todavía este día les revuelve el estómago.

 

 

Después de 72 días de navegación, el 12 de octubre de 1492 el marinero Rodrigo de Triana divisó tierra. Este acontecimiento cambió la concepción que se tenía del planeta y provocó algo que ni siquiera Cristóbal Colón había imaginado: la unión de dos mundos.

Dada la visión euro-centrista en esos tiempos, todo territorio fuera de sus límites era, naturalmente, el "afuera" de esa cultura. No es descabellado interpretar entonces que Colón haya "descubierto" un territorio, aunque todos sabemos que murió sin saberlo o, al menos, sin tomar plena conciencia de ello. Para él, su objetivo estaba logrado: arribó a las Indias. Y, aún hoy, los originarios de esta tierra, para el mundo (incluidos los blancos incorporados que comparten la misma) son indios.

Una cara de la moneda

Visto desde la óptica del actual habitante descendiente del europeo en estas tierras, el encuentro permitió que América recibiera un gran legado cultural de adelantos y de expresiones artísticas no sólo occidentales sino también orientales, y que Europa percibiera la riqueza cultural, los avances, el ingenio y el arte del "Nuevo Mundo".

En el siglo XIX, al celebrarse el cuarto centenario del "descubrimiento", un real decreto firmado en el monasterio de la Rábida el 12 de octubre de 1892 (bajo la regencia de doña María Cristina de Habsburgo) expresaba el claro propósito de instituir como fiesta nacional el aniversario del día en que las carabelas de Colón llegaron a "las Indias". Pero el establecimiento definitivo se daría más tarde.

En España, el rey Alfonso XIII estableció esta fecha como "Fiesta de la Raza" y "Fiesta Nacional" para todas las ciudades españolas. Más tarde, un decreto de la presidencia del gobierno de España del 9 de enero de 1958, decide:

"Dada la enorme trascendencia que el 12 de octubre significa para España y todos los pueblos de América Hispana, el 12 de octubre será fiesta nacional, bajo el nombre de 'Día de la Hispanidad'".

El Día de la Raza fue instituido para unir aquellos pueblos o países que tienen en común la lengua, el origen o la religión. Se puede considerar entonces esta fecha como ocasión para detenerse a pensar y ver que las naciones americanas deben ser plurales en lo cultural, lo étnico y lo racial. La obligada pregunta es: ¿sucedió, sucede o sucederá algo así o es simplemente una expresión de deseo?
Durante la Primera Guerra Mundial las relaciones hispano-argentinas no estuvieron exentas de la conocida "política de gestos" y agasajos mutuos. Dentro de esta política puede ser considerada la promulgación por parte del gobierno argentino (a cargo del presidente Hipólito Yrigoyen en su primera presidencia) del decreto del 4 de octubre de 1917. Este decreto instituyó el 12 de octubre como "Día de la Raza" y declaró ese día como "Fiesta Nacional". Logró además la adhesión de casi todas las naciones americanas, incluyendo Estados Unidos.

Texto del decreto de Yrigoyen

"1º. El descubrimiento de América es el acontecimiento más trascendental que haya realizado la humanidad a través de los tiempos, pues todas las renovaciones posteriores derivan de este asombroso suceso, que a la par que amplió los límites de la tierra, abrió insospechados horizontes al espíritu.

2º. Que se debió al genio hispano intensificado con la visión suprema de Colón, efemérides tan portentosa, que no queda suscrita al prodigio del descubrimiento, sino que se consolida con la conquista, empresa ésta tan ardua que no tiene término posible de comparación en los anales de todos los pueblos.

3º. Que la España descubridora y conquistadora volcó sobre el continente enigmático el magnífico valor de sus guerreros, el ardor de sus exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, la labor de sus menestrales, y derramó sus virtudes sobre la inmensa heredad que integra la nación americana.

Por tanto, siendo eminentemente justo consagrar la festividad de la fecha en homenaje a España, progenitora de las naciones a las cuales ha dado con la levadura de su sangre y la armonía de su lengua una herencia inmortal, debemos afirmar y sancionar el jubiloso reconocimiento, y el poder ejecutivo de la nación:

Artículo primero: Se declara Fiesta Nacional
el 12 de octubre.

Artículo segundo: Comuníquese, publíquese, dése al Registro Nacional y se archive".

La otra cara de la misma moneda

La llegada de los europeos a este continente dejó el saldo más atroz en vidas humanas tronchadas por la ambición desmedida y la ignorancia histórica que jamás se haya concebido ni en el más enfermizo de los sueños.

La "conquista" fue, literalmente, una masacre que tiñó para siempre las relaciones humanas entre los blancos invasores y los originales de la tierra.

Actualmente, las tremendas diferencias entre quienes ostentan la "sabiduría occidental" y quienes aún se encuentran sumergidos en la ignorancia y el abandono siguen siendo generadoras de violencia social y un caldo de cultivo peligrosamente recalentado por una economía al borde de la hecatombe.

¿Quiénes son los portadores de un arma que amenazan la tranquilidad de las ciudades? ¿Quiénes viven en villorrios abarrotados de seres humanos al borde de sus recursos vitales? ¿No son ellos mismos la consecuencia de políticas demagógicas que arrastraron a miles al borde de las grandes ciudades con la promesa incumplida de bienestar personal y familiar? ¿No tiene su tez el mismo color y dibujada en su rostro la bronca de centurias de penar y sufrir? ¿No son los mismos y eternos "desterrados" que deben ocupar, a veces con violencia, un espacio en esta sociedad urbana cada vez más alejada de la solidaridad y la convivencia fraterna? ¿No estaremos frente a la cosecha de lo sembrado con la indiferencia durante más de quinientos años?

Sí... por más que no queramos -ni podamos- verlos con su atavismo ancestral, son los descendientes de quienes sobrevivieron a la muerte y de aquellos que se mezclaron con el blanco intentando una nueva identidad que los hundió aún más en el rechazo.

Parias de una América en desarrollo, hoy, conscientes algunos de su lucha e inconscientes la mayoría por el alcohol y las drogas, están en pie de guerra frente al invasor. Extienden su manito niña limosneando una moneda... o su mano joven empuñando un arma asaltando y exigiendo lo que creen suyo. Son y no son indígenas... se los conoce como villeros.

¿Sabemos a cuánto asciende la población indígena de nuestro país y cuántas comunidades lo habitan? ¿Conocemos sus orígenes? ¿Tenemos una idea real sobre su actual situación, más allá de la certeza de que son discriminados? ¿Los ayudó la modificación de la Constitución Nacional, en 1994? ¿Recordamos sus luchas y sus demandas? ¿Valoramos su aporte cultural? ¿Aceptamos su actuación en nuestro desarrollo histórico?

 

 

Pobres entre los pobres, marginados entre los marginados, el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), calcula que suman alrededor de 858.500, en tanto el Equipo Nacional de Pastoral Aborigen indica que habría más de 500.000, aunque se debe aclarar que esta cifra corresponde a un censo de 1965 y dado a conocer en 1968. Este no es un dato menor: el hecho de que el último relevamiento en el nivel nacional se realizó hace treinta y cinco años habla del manifiesto desinterés por la existencia de nuestros indígenas.

Según el diccionario, aborigen es el originario del lugar en que vive; primitivos moradores de una región por contraposición a los establecidos después. E indígena, el originario del país de que se trata.

Las primeras comunidades originarias en la Patagonia se remontan a 11.000 años. En el extremo sur, hay registros de aproximadamente 6000 años de antigüedad. Nuestra región montañosa los albergó hace 8000 años, y en el nordeste, los primeros asentamientos se produjeron hace 7000 años.

Hoy quedan 18 pueblos reconocidos: los mapuches, en Neuquén, Río Negro, Chubut y en algunos lugares de la provincia de Buenos Aires; los collas, en Jujuy; los descendientes de onas, en Tierra del Fuego; los tehuelches, en el sur de Chubut; los huarpes, en el norte de Mendoza y sur de San Juan; los diaguitas calchaquíes, en el sur de Salta, nordeste de Catamarca y en Tucumán; los chiriguanos, en el sur de Salta; los avá-guaraníes, en el norte de Salta; los wichis, en el norte de Salta, Formosa y Chaco; los chorotes, en el norte de Salta; los chanés, en el norte de Salta; los tapietís, en el nordeste de Salta; los chulupíes, en el norte de Salta; los pilagás, en Formosa; los mocovíes, en el norte de Santa Fe y en el Chaco; los tobas, en el norte de Santa Fe, Chaco y norte de Salta; los m'byá guaraníes, en Misiones, y los ranqueles, en La Pampa y sudeste de Buenos Aires.

Y la injusticia sigue

Como si la historia se hubiera detenido en el tiempo, el nuevo milenio continúa ofreciendo un panorama no muy diferente al que caracterizó estos cinco siglos. La comunidad m´byá guaraní Yryapú de Puerto Iguazú, Misiones, vuelve a sufrir las presiones del gobierno provincial tras más de 13 años de lucha y resistencia. El gobierno del reelegido Carlos Rovira presiona a la comunidad para firmar un acuerdo engañoso que viola la Constitución Nacional, leyes provinciales, nacionales y convenios internacionales.

A comienzos de los ´90 la aldea o Tekoá de los m´byá fue incendiada y gracias al accionar del pueblo misionero y de los medios de comunicación reconstruyeron sus hogares, volviendo a su territorio. "La utilización del término tierras deberá incluir el concepto de territorios, lo que cubre la totalidad del hábitat de las regiones que los pueblos indígenas ocupan o utilizan de alguna u otra manera". [parte II art. 13, convenio 169 de la OIT]

El gobierno de la provincia de Misiones, Argentina no quiere reconocer la propiedad territorial de las 600 hectáreas de la comunidad m´byá guaraní Yryapú, en las cercanías de las famosas cataratas del Iguazú. En cambio quieren implementar un plan de desarrollo turístico, con hoteles, canchas de golf y casinos en sus tierras ancestrales y dejarles solo 60 hectáreas alejadas de sus territorios de caza, recolección y vida comunitaria.

Las 45 familias guaraníes de la comunidad Yryapú necesitan ayuda. ¡Las topadoras ya incursionaron en sus territorios! Su voz se levanta contra la permanente injusticia de años, frente a las leyes, frente a la marginación económica y social. Esta voz se ha expresado ya en todo el continente: es el hombre autóctono que clama por defender sus derechos elementales, cansado de un paternalismo que lo ha llevado a la destrucción de su identidad y de su cultura, y a la sujeción económica más baja.

"Mayma yvypora ou ko yvy ári iñapytl'yre ha eteícha dignidad ha derecho jeguerekópe; ha ikatu rupi oikuaa añetéva ha añete'yva, iporavá ha ivaíva, tekotevé pehenguéicha oiko oñondivekuéra".

 

 

"Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros."

(Artículo 1° de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en lengua guaraní)

Comprometerse ayuda

Una de las instituciones que lucha a brazo partido por los derechos aborígenes es Amigos de la Tierra, miembro de Amigos de la Tierra Internacional [ATI].

ATI es una federación de 68 organizaciones no gubernamentales de todo el mundo, movilizadas en campañas para la protección del medio ambiente y la construcción de sociedades sustentables.

Si su intención, estimado lector, es hacerse parte del problema y no solamente testigo presencial, anote estos datos y comuníquese con Amigos de la Tierra: Av. Córdoba 5051, CP1414BAI, Buenos Aires, Argentina, tel. 5411 4773 5947. amigosdelatierra@argentina.com - www.amigosdelatierra.org.ar