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Argentina: La lucha continúa

LA GENERACION PERONISTA 1955
Por: Enrique Oliva

Argenpres.info

La generación peronista del 55 surgió rápida y espontánea en las bases populares indignadas por el derrocamiento del presidente legítimo General Juan Perón, cuando sus dirigentes estaban presos, exiliados o escondidos. Esa reacción no tiene precedentes en el país. Yrigoyen también fue un líder popular pero su caída no generó nada parecido.
Así nació el fenómeno de la Resistencia Peronista que se fijó como único objetivo el retorno al poder del gobernante que le había dado años de felicidad y esperanzas. El pueblo inventó el 'Perón Vuelve', representado por una V con la P al medio, que pintó con tiza y carbón en los muros de la República. De inmediato captó que le robaban sus consignas patrióticas: la soberanía política (se proscribió al mayoritario Partido Peronista), la independencia económica (maniatando a la Argentina al FMI), y consecuentemente la justicia social (pérdida de la dignidad).
La magnitud de aquel golpe al pueblo se reflejó internacionalmente con una frase lanzada por Winston Churchill, aplaudiendo la derrota temporaria de quien liberó a la Argentina del colonialismo británico: -Es lo más importante ocurrido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
La Resistencia Peronista nació sin argumentos librescos y sin esperar ayudas de ideas o apoyos extranjeros. Comprendió que el odio concentrado del privilegio revanchista unió a todos, todos los partidos opositores del momento, apoyando a los dictadores que usurparon el poder. Luego vino la anulación de la Constitución de 1949 y el oprobioso decreto 4161 condenando con prisión la sola mención del peronismo, su líder o la abanderada de los trabajadores, la compañera Evita.
Toda la oposición de las extremas de derecha e izquierda se activaron contra los humildes, ultrajando la memoria de sus símbolos más queridos. La persecuciones de hombres y mujeres peronistas no tenían límite. Asesinaban, torturaban y despojaban de sus bienes y derechos sociales.
Hasta la FUA hizo de rompehuelga conduciendo estudiantes pitucos tranvías y omnibus acompañados por soldados con bayoneta calada.
Debió soportarse las atrocidades cometidas por los Comandos Civiles, integrados por miembros de distintos partidos políticos, todos antiperonistas, apoyados por militares y policías. Asaltaron sindicatos despojándolos de sus bienes, como se hizo con la enorme obra de la Fundación Evita, ultrajando y escondiendo en el exterior el cadáver de su creadora. Años después un conocido miembro arrepentido de los Comandos Civiles, tuvo el mérito de sincerarse públicamente declarando: -En el 55 yo era antiperonista; estuve en los grupos revolucionarios. Cayó Perón y compañeros míos empezaron a cazar peronistas como quien caza mariposas y a torturar. Yo me fui.
Cazar peronistas era fácil porque no podían dejar de concurrir a sus trabajos y de allí se los llevaban a la tortura, en muchos casos denunciados por sus patrones. Por falta de medios económicos para sí y familia, dependían de sus salarios. Ni pensar en la posibilidad de exiliarse.
La Resistencia del 55 ganó cotidianamente todas las batallas de las calles a lo largo y ancho del país. Lo hizo con pintadas, huelgas, manifestaciones y operativos de solidaridad (sin crímenes), que paralizaban los gobiernos dictatoriales, ya fueran de militares o ilegítimos de civiles, casos de los radicales Frondizi, Guido e Illía, elegidos con la proscripción del peronismo. Mientras, todos los antiperonistas, tanto de izquierda como de derecha, justificaban y colaboraban en la marginación y persecución de las masas nacionales.
No debe olvidarse que la Unión Democrática contó con toda la dirigencia gorila, manejada por el embajador Braden, descarado representante del imperialismo yanqui.
¿Y los intentos de falsas normalizaciones o constituyentes, no fueron derrotados por el voto en blanco?.
Las graves responsabilidades de aquellos civiles que fogonearon en su provecho a las FF.AA. quedaron impunes. Por ello los veteranos de la Resistencia Peronista se indignan cuando desgraciadamente algunos ex Comandos Civiles y ciertos políticos que ni siquiera se autocriticaron, continúan funcionando como profesores de democracia y decencia.
Hombres y mujeres humildes, que con generoso desinterés defendieron su identidad patria, no solo pensaban en el regreso tan ansiado sino también en profundizar la continuación de la revolución criolla y solo criolla. Como una significativa muestra de desear la vuelta a los tiempos fundacionales de la militancia, uno de los primeros grupos formados en Buenos Aires y extendido a todo el país, tomó el nombre de Comandos Coronel Perón.
Ante el golpe de 1955, en la Villa Manuelita de Rosario de Santa Fe se exhibía una desafiante y orgullosa leyenda garabateada en un pedazo de sábana, diciendo: -Cuatro gobiernos extranjeros han reconocido a la junta militar. Villa Manuelita no. Una prueba de digna y creativa combatividad popular.
Hoy el pueblo memorioso evoca aquella Generación de 1955 en la esperanza de retornar a las consignas de los tiempos del Coronel, comenzando por unir a todos los hombres y mujeres de sentimientos nacionales, sin egoísmos sectarios o excluyentes, porque la situación de la Patria, en esta era de renacimiento del colonialismo, compromete a todos los argentinos.
El viernes 3 de octubre de este 2003, el diario La Nación difundió una noticia oficial informando que el gobierno nacional se propone constituir un archivo nacional de la memoria sobre lo ocurrido durante la última dictadura militar, con documentación tomada de todos los registros del Estado, especialmente de las Fuerzas Armadas y de seguridad.
Es plausible esta medida de la Presidencia de la Nación. Pero los veteranos de la Resistencia Peronista de la Generación del 55, desean que iguales medidas se tomen a partir de 1955, alcanzando a todas las dictaduras y gobiernos ilegales desde aquella época. Lo exige la verdad histórica para que los argentinos dispongan de los testimonios necesarios para cuantos quieran investigar un reciente y doloroso pasado. Esta batalla por nuestra memoria e identidad, que parece y merece empezar, debe llegar hasta las últimas consecuencias