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Argentina: La lucha continúa

Las Bellas Palabras de Bertold Brecht

Por Alejandra Arístegui

Alex7@uolsinectis.com.ar

Cuando en la historia de un país sucede algo límite, una situación que se va gestando de manera imparable y monstruosa, la mayoría de los hombres nos quedamos atónitos, desconcertados. Los medios de comunicación aportan sus perversos silencios, cada individuo queda entrampado en el tejido de la sin-razón, clavado en posición de impotencia. Daba vergüenza, al mediar el 2001, que los únicos combativos que mostraba la televisión fueran los jubilados. Las palabras circulantes eran locura, fragmentación, desocupación, hambre, miseria. "Pero si en la Argentina nunca hubo hambre"; "que los desocupados no molesten a los que queremos trabajar"; "que los "viejos" (con su miserable jubilación) tampoco"; "que los maestros den clase"; "déjenos negar la exclusión y dolor de los otros...". Cada vez nos daba más vergüenza el país, y nosotros y todo. La reacción del 19 de diciembre de 2001 nos puso otra vez de pie. Jóvenes, viejos, intelectuales, cartoneros, los niños y los perros de las familias. Todos a la calle, a la Plaza de Mayo, al son de las cacerolas. Estado de sitio? NO. Que se vayan todos.

Entre la gesta de estos días, ya en octubre y noviembre, entre los gritos de bronca, un director vuelve a escuchar las bellas palabras que suelen escribir los grandes poetas. Suspendidas en el aire, llegan donde tienen que llegar en el momento adecuado, y se materializan como una lluvia divina y profana. Humedecen conciencias, percepciones. Así Raúl Serrano tomó el texto "La Madre", basado en la novela de Gorki, escrita por B. Brecht. Pieza estrenada en Berlín en 1932, en el 13· aniversario del asesinato de Rosa Luxemburgo, como homenaje a las mujeres combativas. Fue prohibida y vuelta a poner en escenarios, fábricas, hasta el exilio de Brecht. Vaya a saber por qué no había sido estrenada en la Argentina, cuando relata, como ninguna otra obra, la vida y lucha de nuestras Madres de Plaza de Mayo.
Un grupo de 20 personas comenzó a trabajar bajo la dirección de R. Serrano y C. Branca. Mientras el proyecto era una idea, los derechos valían 800 dólares, 800 pesos. En un mes pasaron a valer 3.200 pesos. Pero las bellas palabras del poeta encontraron mucha ayuda, se abrieron puertas, porque la pieza es una obra necesaria en el tiempo-ahora, de nuestro país. "Este" país, "nuestro" país. De repente tan parecido a la República de Weimar.
En el estreno hubo dos espectáculos: la representación del relato en sí, y las Madres asistiendo a sus propias vidas: lágrimas, estremecimiento por hablar de Rusia en 1905 y del 70 y del presente en Latinoamérica. Casi en la última escena, una vez asesinado el hijo, Pelagueia Vlásova (y yo, la actriz que la interpreta) responde, ante las inquisidoras preguntas de una cruel devota católica: "No lloraba por ningún razonamiento, pero dejé de llorar porque razoné: lo que había hecho Pavel, estaba bien hecho". "¡Sí, bien dicho" escuché una voz que ya no podía contenerse. Venía desde aquel lugar donde se esbozaban en la oscuridad los también bellos pañuelos blancos en las cabezas( las Madres). Las Bellas Palabras de Bertold Brecht nos siguieron abriendo puertas. Hacía un año que las obreras de la fábrica textil "Brukman" habían recibido como paga sólo 2 pesos por meses de su trabajo. Luego de una discusión con los Brukman, los patrones hicieron abandono del establecimiento dejando millones en deudas. Las obreras se quedaron esa noche, 20 de diciembre del 2001, para cuidar la mercadería, y porque había que entregar trabajos. Ellas también se pusieron de pie, tomaron la fábrica. Autogestión con Control Obrero. Al año de su lucha, nosotros también estamos ahí, dando la función dentro de la fábrica . Los actores entre textos entretejiendo canciones, telas, música, máquinas de cocer. Había habido un intento de desalojo donde llevaron a compañeras presas, hasta una nena de 9 años. Para eso estamos ahí dentro y también para homenajearlas. Palabra, poesía y nuestros cuerpos, para que vengan más cuerpos, los de los espectadores y resistir. Y defender los derechos. Siempre nos acompaña un piano y la música de Hans Eisler. Allí: "arte y conflicto aquí y ahora". No :"arte y política" sentados tomando nota en algún cómodo auditorio. En la función realizada para la carrera de Educación Popular de la UPMPM (Univ. Popular de las Madres de Plaza de Mayo), las palabras que más han quedado resonando han sido las del maestro. Este entrañable personaje le dice a Pelagueia y a sus nuevos amigos obreros: "Generaciones y generaciones han acumulado ciencia sobre ciencia y han escrito libros sobre libros. Y para qué sirve todo esto? Habría que arrojar todo ese fárrago al mar Negro. A veces paso horas enteras sumido en la melancolía..." Pero el desocupado Sigorgsky replica: "Esa clase de pensamientos no sirven. Mientras ustedes se hunden en la melancolía a nosotros nos explotan". Y ante la insistencia, el maestro les tiene que enseñar a leer, a escribir. Y , finalmente, les explica cómo se escribe "trabajador", "lucha de clases" y hasta "explotación". Para sus alumnos, éstas son las palabras necesarias, no tienen tiempo que perder, tienen que transformar la realidad. Una realidad que si no, va a terminar con ellos. Algo que no ha perdido vigencia. Dice Bertold Brecht en la Canción del Elogio a la instrucción: "Aprende lo más simple, / para aquellos cuyo tiempo llegó/ nunca es demasiado tarde/ apréndelo! No te desanimes, / ¡Comienza! ¡Debes saberlo todo!/ Debes asumir la conducción./ ¡Concurre a la escuela, hombre sin techo!/ ¡Busca el calor del saber, tú que tienes frío!/ Hambriento, toma el libro: él será tu arma./ Debes asumir la conducción. Debes asumir la conducción." Fin de función: espectadores, y actores, desparramados en el escenario nos tomamos unos instantes. Juntos, en el mismo espacio.Rusia, Argentina, república de Weimar. Algunos actores cansados, Pelagueia Vlásova (yo) haciéndose la que no está cansada y otros muy movilizados. Nos miramos, se prende algún cigarrillo... Porque la ¿escena? continúa: intercambiamos saberes. También se va dando una nueva relación actor-espectador. Los educadores populares piensan que la forma en que Brecht trabaja la cuestión de la alfabetización es la necesaria para países como el nuestro, donde crece el índice de analfabetismo. Luego será la propuesta que realiza Paulo Freire. Y lo que se "aprende" asistiendo al desenlace de estos conflictos en el teatro, en el tiempo-ahora, es esa mezcla de corazón y razón que funciona como motor transformador de los personajes. Las Bellas Palabras de B. Brecht se han encontrado con el gran alfabetizador latinoamericano. El Movimiento Teresa Rodríguez lleva el nombre de una maestra jardinera asesinada por la represión en la pueblada de Cutral-Co, año 1997, cuando miles de familias quedaron sin trabajo y decidieron cortar las rutas para defender sus derechos. B. Brecht también se hace escuchar para esta organización de 5.000 personas. Y así piensan, luego de ver la obra: "Ese traslado de "poder ver" artísticamente nuestra realidad, tiene un valor muy importante en la reafirmación de algunos de nuestros criterios. Y hasta en la puesta en conflicto de distintas formas de ver las cosas. Nos ha puesto en discusión frente a algunos prejuicios y algunas trabas. Pero aún aquellas manifestaciones artísticas que no nos remitan a nuestras luchas, son producto de la sensibilidad de los hombres. Deberían poder ser compartidas por todos los hombres pero nos son negadas. Por lo menos en los sectores en donde nosotros estamos..." El arte como denuncia, el arte como construcción del cambio social, y no menos importante, según el MTR, el arte para desarrollar la sensibilidad, una percepción alternativa de la realidad. "Resuenan" aquí los conceptos brechtianos : "El arte es ante todo, entretenimiento, placer."[1] "En la era que se anuncia, el arte logrará el goce de la nueva productividad, la que es capaz de mejorar en gran medida nuestro bienestar y podría constituir en sí misma, cuando no se la trabe, el deleite más grande."[2] Entonces la función del goce artístico se vuelve útil en sentido social. Estoy hablando de "este" país, donde sectores, (que componen el 60 % de la población, 10 % bajo el nivel de pobreza) no cuentan con ninguna representación artística que hable de ellos mismos. No tienen incentivo para desarrollar el sentido de la belleza. Un desafío político-cultural muy grande, que recién empieza, que se está gestando, que está abriendo caminos, como hacemos nosotros. Un desafío necesario, impostergable para los artistas, mientras sean artistas de ley.
El MTD Aníbal Verón (Movimiento Trabajadores Desocupados Aníbal Verón) vió "La Madre" seis meses después del 26 de junio del 2002. Ese 26 de junio, también a seis meses del 19 y 20 de diciembre del 2001, las palabras circulantes eran avanzada represiva, hambre, control de información, planificación para aniquilar la protesta social. Ese día 26 de junio 2002 el corte en el Puente Pueyrredón se hizo por el pago de planes de empleo que hacía meses no se cumplían, insumos para escuelas, comedores y centros de salud del barrio, aumento de los subsidios de $150.- (50 euros) a $300.- (100 euros) por familia. Otra vez la dignidad de pie. Otra vez: policía bonaerense, gendarmería, infantería. Pero nadie se imaginó que habían ido preparados para matar. Dos jóvenes, Darío Santillán, 21 años, y Maximiliano Kosteki, 24 años, asesinados al peor estilo de la dictadura militar. Esta vez la prensa no pudo ni quiso ser indiferente, porque se abrían posibilidades de peores barbaries. Y la verdad fue registrada justamente en la luz de una máquina fotográfica. Al terminar la función de "La Madre" para ellos, el silencio fue profundo. Yo no sabía qué pasaba, qué especial energía recorría ese espacio compartido. Qué habíamos tocado, qué nos habían tocado desde allí, desde las butacas. Alguien dijo que jamás habían visto teatro, ni la representación de sus luchas, ni de sus compañeros desaparecidos, ni -de igual manera que los personajes- cómo se transformaban ellos mismos, sobre todo luego del 26 de junio del 2002. Se habló de las mujeres del movimiento, que son fuertes y son mayoría. Como Pelagueia Vlásova, "administran la miseria", y se organizan en porque "así al menos los chicos comen". Son la fuerza cotidiana que sostiene los comedores para dar comida a todos los que la necesiten. Ahora, después del 26, quedó claro que la represión no fue contra "la Verón", sino al conjunto del campo popular.
Recuerdo aquél fragmento de Brecht en "A los hombres futuros": ¡Qué tiempos éstos en que / hablar sobre árboles es casi un crimen / porque supone callar sobre tantas alevosías! / Ese hombre que va tranquilamente por la calle, / ¿lo encontrarán sus amigos cuando lo necesiten? Argentina parece el país de las Pelagueias Vlásovas. "La Madre" es una de las obras de Brecht menos puestas en el mundo. Aquí representa exactamente el proceso de cambio realizado por las Madres de Plaza de Mayo, que se dicen "nacidas de sus hijos", que socializan la desaparición de cada uno y reinvindican sus luchas. Aquí, las mujeres son mayoría en los movimientos de cambio social. Aquí, las fábricas luchan por el Control Obrero. Aquí, las palabras y la estética de Brecht se hace necesaria, nuestra, develadora de la realidad desquiciada.
Nosotros, el grupo que realiza "la Madre", hemos vuelto ahora de dar funciones en Neuquén, donde comenzaron las luchas ante la desocupación. Hemos actuado para Zanon, donde están resistiendo los obreros y construyendo un presente de "fábrica sin patrones". Luego, el 26 de octubre haremos una función en el Teatro Colonial bajo el Puente Pueyrredón. Esta "producción teatral" está de acuerdo y lleva aún más lejos toda teoría brechtiana, porque suma al espectador de una manera que ni la habíamos pensado, donde casi se disuelve la distinción actor-espectador y donde todo es aquí y ahora, arte y conflicto, tiempo-ahora. Presente en construcción. Estamos abriendo caminos. Nunca tan oportunas las palabras de Pelagueia para todos los hijos vilmente asesinados en "este país"(da vergüenza decir "Argentina" en esa frase), también Maxi Kosteki y Darío Santillán: "...Mi hijo no le temía tanto a la muerte, pero le asustaba mucho la miseria, que está a la vista de todos en las ciudades. Le asustaba el hambre y la degradación...Pavel decía, no le teman tanto a la muerte, pero teman, eso sí... a una vida indigna." Bellas Palabras las del poeta.

Gracias, Bertold Brecht.


[1] "Breviario de estética teatral",B.Brecht.Ed. La rosa blindada,. Bs. As., 1963

[2] Idem.